La crisis actual de la industria del petróleo parece haber empezado de un día para el otro, como resultado de dos aspectos: la desaceleración económica provocada por la pandemia de COVID-19 y el intento de Arabia Saudita y Rusia por destruir la competencia la industria energética estadounidense.
Por otro lado, las consecuencias podrían hacerse sentir por años de formas muy diversas. Probablemente se desaceleren la transición hacia la generación de energía sin emisiones de carbono e incluso la electrificación del parque automotor. Las grandes petroleras fortalecerán su control sobre la Cuenca Pérmica y quizás las empresas tradicionales de energía dejen de priorizar las iniciativas ambientales y de responsabilidad social corporativa y prefieran concentrarse en la seguridad de sus empleados, la salud de la comunidad y las ganancias de manera más general.
¿Pero qué pasó?
La revolución energética de EE.UU., con epicentro en la Pérmica, en el oeste de Texas y Nuevo México, venía evolucionando rápidamente; una industria dominada por pequeños y medianos productores independientes, impulsada por la inventiva y la aplicación inteligente de tecnologías e ideas comerciales revolucionarias, se había transformado en una industria dominada por empresas de energía integradas. Esos gigantes del petróleo entraron en estampida a los campos de shale y aplicaron métodos de producción en cadena para optimizar la exploración y extracción de los ricos campos de shale e integrar esa producción a sus cadenas de suministro para los activos de transporte, almacenamiento y refinamiento.
La apuesta les salió bien: la producción alcanzó los 4 millones de barriles por día a fines del año pasado, cerca de un tercio de la producción de EE.UU.
A los productores independientes les cuesta competir, y la fuga resultante de capitales de la Pérmica los debilitó todavía más. La combinación del COVID-19 con la geopolítica podría darles el golpe de gracia.
¿Qué impacto tiene esta nueva dinámica en el mercado de petróleo y gas en la llamada transición energética, las iniciativas para que el sector global de energía abandone los combustibles fósiles y genere energía sin emitir carbono para 2050, con el objetivo de limitar el cambio climáticó
En pocas palabras, esta nueva dinámica podría poner en peligro lo mucho que se avanzó en el tema, en gran parte por el costo de la transición.
Desarrollar una estrategia para obtener energía sostenible, accesible y confiable ?y capaz de satisfacer la creciente demanda de energía del mundo y aplacar la preocupación por el carbono y otras emisiones dañinas para el climá también es fundamental para esta transición. Surgieron muchas señales esperanzadoras, especialmente en EE.UU. y Europa Occidental.
La presión para descarbonizar las fuentes de energía provocó una caída veloz en el uso de carbón en el último lustro, especialmente en EE.UU. La quema y ventilación de gas natural sigue siendo un problema importante, pero que se ha visibilizado cada vez más, ya que recién ahora se está midiendo la magnitud de esas prácticas. ¡Y lo que se mide, se monitorea!
Las energías eólica, solar y otras renovables se abarataron y sin duda se consolidaron pese al problema aún sin resolver de su confiabilidad. Hace menos de un año, Bloomberg NEF pronosticaba que la energía eólica y solar proveería la mitad de la energía del mundo para 2050. Hoy la cosa luce mucho menos positiva.
Gracias al coronavirus y los compromisos de Arabia Saudita y Rusia a inundar el mundo de petróleo barato, el costo de generar electricidad con combustibles fósiles probablemente se mantendrá bajo. El crecimiento de la energía renovable en EE.UU. ya se vio perjudicado por la falta de incentivos ?se restringieron los subsidios a la instalación de paneles solares y se eliminarán por etapas los créditos impositivos para la producción de energía eólica hasta 2021? y encima los combustibles fósiles están baratos.
Con esos precios también bajó la nafta; la AAA informa que el precio de un galón de gasolina en EE.UU. bajo seis centavos de dólar entre el 9 y el 12 de marzo. Sumado a un mercado bajista y una perspectiva económica general sombría, no hay buenas noticias para los que esperaban una expansión veloz de los vehículos eléctricos. ¿Para qué pagar más por un auto eléctrico cuando de repente es más barato llenar el tanque de tu coche viejó
La preocupación por el clima ?y la militancia social en torno a estos temas? seguirá existiendo. Pero ahora es menos probable que se promulguen normas para limitar el fracking o reducir la quema de gas natural. Los rumores de que el Gobierno saldrá a ayudar a la aquejada industria de petróleo y gas les quitarán mucho impulso a las energías renovables.
Abróchense los cinturones. Quizás haga falta un solo acontecimiento geopolítico más para cambiar el futuro de nuestra energía. Lo que hace solo diez días eran certezas imperturbables hoy parece haberse evaporado en el aire.
Por Ramanan Krishnamoorti, Chief Energy Officer de la Universidad de Houston