La semana pasada, la OPEP se reunió con una coalición de socios con la que vienen trabajando juntos para limitar la producción de petróleo desde 2016. Muchos medios informaron que el grupo esperaba llegar a un acuerdo para recortarle 1,5 millones de barriles por día más a la producción.
Las reuniones se organizaron poco después que IHS Markit Crude Oil Market Service publicara informes en los que afirmaba que la demanda mundial de petróleo en el primer trimestre de 2020 caerá 3,8 millones de BPD en comparación con el mismo período del año anterior. Será el declive trimestral de la demanda más grande desde que se recopilan datos al respecto.
Pero esta vez, uno de los principales socios de la coalición, Rusia, se negó a sumarse a los recortes adicionales. Moscú ya había insinuado su resistencia a bajar más la producción en febrero, cuando la OPEP sugirió la idea.
Los precios del petróleo se desplomaron casi 10% tras la medida inesperada que tomó Rusia. Casi todos esperaban que los rusos estuvieran de acuerdo con recortar porque las alternativas parecen mucho peores. Entonces, ¿qué pensaron, exactamenté
Deja vu
Retrocedamos a 2014, cuando la OPEP les declaró a la guerra a los productores de shale de EE.UU. Los precios del petróleo habían comenzado a bajar a medida que se expandía la producción de shale, entonces la OPEP decidió intervenir para proteger su participación de mercado. Así estalló una guerra de precios que bajó los valores a menos de US$ 30. En aquella época, señalé que probablemente la decisión le costaría un billón de dólares o más a la OPEP (y probablemente así fue).
Algunos productores de shale se vieron obligados a declarar la bancarrota, pero la mayoría resultó mucho más resistente de lo que había imaginado la OPEP. Así, dos años después, la organización alzó la bandera blanca y retomó la estrategia de recortar la producción para sostener los precios.
El lado negativo de esa estrategia es que si bien esos recortes sostienen los precios, también mantienen con vida a los productores de shale de EE.UU. Por eso, la producción de shale estadounidense siguió expandiéndose y metió a la OPEP en un círculo: tiene que recortar una y otra vez su producción a medida que aumenta la de shale. A muchos países miembros de la OPEP esto les parecía injusto, pero ya habían visto la otra posibilidad y era peor.
Para Rusia, lo único que se lograba con esa estrategia era apuntalar a los productores estadounidenses a costa de todos los demás. La única forma en la que funcionaría bien sería si la OPEP y sus socios siguieran recortando hasta que la producción de shale de EE.UU. comenzara a disminuir. Esperaban que esto se diera más temprano que tarde, pero mientras tanto la producción de la OPEP cayó a su valor más bajo en 17 años.
Cabe destacar que Rusia también necesita el dinero de sus exportaciones de petróleo. Pero Moscú se está jugando mucho al rehusarse a cooperar con la OPEP. Puede que así logre vender más petróleo, pero mucho más barato.
El coronavirus cambia la ecuación
Pero el brote global de coronavirus (COVID-19) obligó a plantear el tema. Ahora, en vez de tener que enfrentar la incorporación de otro millón de BDP de shale estadounidense por año, tienen que hacerse cargo de millones de barriles de petróleo que sobran en el mercado desde que el brote hizo colapsar la demanda.
Entonces, en la práctica Rusia está volviendo a la estrategia de 2014: defender su participación de mercado. En respuesta a la decisión de los rusos, Arabia Saudita realizó la mayor rebaja en más de 30 años para su crudo. Por su parte, las acciones de Aramco cayeron por primera vez por debajo del precio de su OPI.
Escribí muchas veces que la OPEP no tiene forma de imponerse a la producción de shale de EE.UU. La organización ya probó con una estrategia costosa y después con otra, y ahora es obligada por Rusia a volver a la primera.
Como escribí el mes pasado, los precios del petróleo podrían bajar mucho más si Rusia no coopera. Ahora que queda claro que así será, comenzamos una etapa extremadamente perjudicial para todos los productores de petróleo. Se derrumbarán los precios. Los productores quedarán en bancarrota. Los presupuestos de los Gobiernos de países exportadores de petróleo quedarán secos.
El desenlace
En mi opinión, es probable que todo termine como la última vez que se probó esta estrategia. Los precios podrían quedar a US$ 20. Probablemente Rusia termine decidiendo que eso es demasiado perjudicial y vuelva a negociar. Mientras tanto, muchos productores de shale caerán en bancarrota.
Por otro lado, hay un riesgo mucho más grande para la industria petrolera global. Los vehículos eléctricos seguirán ganando participación de mercado con cada año que pase. Si estalla una guerra de precios del petróleo que dure muchos años ?como parece probablé, puede que la industria petrolera nunca se recupere.
Esto es lo que puede pasar cuando aparece un suceso “del cisne negro” como el coronavirus. Las consecuencias pueden resultar inimaginables. Acabamos de entrar a aguas inexploradas.