La caída de los precios de ayer es mucho más importante que las cifras negativas que se registraron el lunes. Lo ocurrido el lunes 20 de abril llamó la atención porque parecía ilógico que los precios del petróleo fueran negativos.

En realidad, fue tan solo una señal de que los precios de almacenamiento eran demasiado elevados como para que los vendedores vendieran su petróleo para entrega en mayo a valores positivos. Fue una circunstancia puntual que llamó la atención por lo rara que es. Hasta el ministro de Petróleo de Rusia, Alexander Novak, afirmó que no hay necesidad de dramatizar la caída de los futuros del petróleo en EE.UU.

Pero las noticias que llegaron el 21 de abril son mucho más escalofriantes. Al mediodía de ayer, el contrato de WTI para entrega en junio caía un 40% y el del Brent, cerca de 25%. Hay que recordar que el 9 de marzo (en Asia; en EE.UU. todavía era 8 de marzo), cuando se desplomaron los precios del petróleo, los medios informaron que se trataba de una liquidación récord. Ahora, en plena pandemia de coronavirus, nos estamos acostumbrando a ver liquidaciones récord en todos los mercados, pero no deberíamos hacerlo.

Los precios del martes aterran a los productores, y no solo a las empresas que extraen shale y a otros productores con costos elevados. Al mediodía, el Brent cotizaba debajo de US$ 20 por barril, una cifra importante en un plano psicológico, pero también porque significa que los grandes productores están en graves problemas. Los analistas del petróleo recordarán que hace poco Rusia declaró que le alcanzaba con tener el barril a US$ 40 para equilibrar su presupuesto; ahora el barril está a menos de la mitad. En el caso de Arabia Saudita, estos valores súper bajos implican que ahora el Gobierno del reino gana menos de US$ 3 por barril en regalías petroleras.

Los precios negativos del lunes salieron en los diarios, pero el desplome de ayer tendrá consecuencias más profundas.

Autora: Ellen R. Wald