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Por qué la gente insiste en creer en teorías conspirativas

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7 Mayo de 2020 16.00

Tardé en escribir esta nota porque me pasé buena parte de la mañana tratando de dejar parada una escoba mientras buscaba detalles sobre la misteriosa máquina generadora de nubes de la NASA y los químicos de los experimentos de control meteorológico en la tele. Bueno, detesto el sarcasmo, pero están circulando tantas teorías conspirativas que no pude resistirme.

La última que llegó a mis redes sociales es un “documental” de YouTube llamado Plandemic. No me enteré de su existencia hasta ayer, cuando lo compartió un amigo de Facebook. Otro amigo me pidió mi opinión, y no resistió el más mínimo análisis.

Según The Anti-Vaxx Agenda of Pandemic, el blog de Derek Beres, tengo razón. El video, que sigue siendo eliminado por los sitios de redes sociales, muestra a la activista Judy Mikovits (este link tiene más información sobre ella) y un montón de información falsa. Según escribe Beres, “esta película con un objetivo presenta evidencia contradictoria y hace afirmaciones falsas mientras se promociona como un faro de verdad”. Por lo menos es un montón de desinformación sin afiliación partidaria, ya que lo comparten tanto mis amigos conservadores como los liberales. De acuerdo con la BBC, otras teorías conspirativas vinculadas a grupos religiosos, magnates del software e inmigrantes fueron divulgadas por facciones políticas extremistas. Le dejo la refutación del video a gente como Beres; lo que busco es analizar por qué la gente se enamora más de las teorías conspirativas que de la ciencia.

Yourbias.is es un sitio web que define los sesgos cognitivos. La página analiza un fenómeno llamado sesgo confirmatorio: “Si una conclusión refrenda sus creencias, la persona racionalizará cualquier cosa que la apoye”. Mi hipótesis es que la ciencia, la situación personal y el malestar económico que causa la pandemia de coronavirus son tan abrumadores que la gente busca realidades alternativas como forma de racionalización o “bálsamo”. Puede que algunos las acepten porque resultan más entendibles que los gráficos, las charlas educativas, etc. Sin embargo, la ciencia afirma que detrás de este fenómeno se oculta algo más.

Un estudio presentado en 2015 en las actas de la 24th International Conference on World Wide Web analizó una nueva forma de predecir la viralización de información falsa en las redes sociales. El estudio revela que la tasa de propagación, la probabilidad de verificar un fraude, la candidez y el sistema de creencias de la persona son factores clave. Sin embargo, los principales motivos por los cuales las teorías conspirativas logran afianzarse y prosperar eran el olvido de las probabilidades y la candidez. Un estudio publicado en Journal of Personality encuestó a más 1.600 personas y concluyó que la creencia en las noticias falsas se sostiene ante todo en la incapacidad de rechazar afirmaciones con poco fundamento. Los autores del estudio definieron esta tendencia como “apertura mental por reflejo”.

Estos estudios se publicaron en el ámbito académico, pero mis experiencias como profesor de Meteorología, licenciado en Ciencias de la Atmósfera y excientífico de la NASA me revelaron razones más “lógicas”. Escucho todo tipo de teorías y relatos chiflados sobre el cambio climático o los motivos por los que la gente no evacúa la zona de impacto de un huracán. Más de 25 años de experiencia haciendo ciencia, prestando declaraciones ante el Congreso y monitoreando de redes sociales también me revelaron los siguientes factores de migración a las teorías conspirativas:

Falta de aplicación o imposibilidad de ejercitar las capacidades de pensamiento crítico.

El efecto Dunning-Kruger (sobreestimación del conocimiento propio sobre ciertos temas).

Escepticismo sano basado en eventos anteriores (ver el estudio Tuskegee sobre la sífilis).

Compartir contenidos sin leerlos y la incapacidad para evaluar la credibilidad de la fuente (todo lo que está en internet es creíble, ¿nó).

Equivalencia falsa. Si bien la ciencia debe contar siempre con dosis sanas de escepticismo y análisis cauteloso, mucha gente les da por error el mismo peso a los contraargumentos cuando suele haber un consenso claro del otro lado. Es lo que observo todo el tiempo en el debate por el cambio climático. Mi colega de Forbes Stephanie Sarkis escribió esta nota excelente al respecto.

Siempre me divirtió que tantas teorías conspirativas virales parezcan asociarse a la NASA. Solo puedo concluir que los que las inventan entienden que la NASA se considera una fuente creíble. Me sorprende que Plandemic no haya entrevistado a un excientífico disidente de la NASA.

Autor: Marshall Shepherd

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