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Por qué 2019 fue el mejor año de la historia para el capital privado

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24 Diciembre de 2019 09.00

El hombre más poderoso de Wall Street, el multimillonario Stephen Schwarzman, está sentado en su sala de conferencias personal. Está un poco bronceado por viajes que hizo recientemente, entre ellos uno a Arabia Saudita, y tiene ganas de filosofar. “Con las finanzas aprendí que siempre hay cosas que parecen no tener sentido”, declara.

Todos saben que la empresa de Schwarzman, Blackstone Group, conquistó el mundo del capital privado y después apuntó a los inmuebles, las inversiones en deuda en riesgo de impago, los fondos de cobertura y hasta las participaciones en otras compañías dedicadas a comprar participaciones, y así acumuló casi US$ 600.000 millones en activos bajo administración. Durante muchos años, Schwarzman también notó que pese a la gloria obtenida por los negociadores de Blackstone en los centros financieros de todo el mundo, su empresa tenía un valor de mercado similar al de empresas de menos categoría, como eBay, la vendedora de usados, o Constellation Brands, el conglomerado de licores que fabrica el vino Robert Mondavi.

“A veces, hay cosas tan subvaluadas que me parecen absurdas, y a veces están tan sobrevaluadas que también son absurdas. Pero el mercado es así y la gente defiende esas anomalías como si fueran justas solo porque el mercado es así”, declara Schwarzman.

Durante buena parte de la actual racha alcista de las acciones, mientras Schwarzman recaudaba miles de millones de dólares de los fondos de pensiones y riqueza soberana más exigentes del planeta, cuando tenía que convencer a los inversores en acciones a comprar las de su empresa, la demanda era tibia y efímera. La estructura de la empresa como sociedad que distribuye las ganancias todos los trimestres para pagar menos impuestos, hacía que su valor se basara en el pago de dividendos a corto plazo a partir de los honorarios cobrados y la realización de ganancias con inversiones. En un mercado dominado por plataformas de tecnología que crecen rápido, Schwarzman no representaba el zeitgeist de los inversores de hoy: los gerentes de fondos y los índices pasivos tasan más alto a las empresas con ventajas competitivas más amplias, impulso comercial y márgenes de ganancia elevados y constantes.

Pero entonces llegaron la reforma impositiva de Donald Trump y luego, en abril de 2019, la decisión de Schwarzman de modificar la estructura de Blackstone. Con este cambio técnico, Schwarzman se enriqueció como casi nadie en la historia de Wall Street: su fortuna personal pasó de US$ 13.200 millones a US$ 19.000 millones. O sea, ganó US$ 5.800 millones en nueve meses.

Desde que Schwarzman reestructuró la sociedad y la convirtió en una corporación, con lo cual puso las acciones de la empresa a disposición de muchos fondos que siguen índices y fondos comunes de inversión que no estaban autorizados a comprarlas, las acciones de Blackstone brindaron un retorno de 91% en 2019 y llegaron a un valor de mercado récord de US$ 66.000 millones. Cuando inversores como Nick Schommer, del Janus Forty Fund, y fondos negociados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) pasivos atados a los índices S&P Total Market y MSCI acumularon participaciones en Blackstone, los analistas de valores comenzaron a tasar la empresa a la par de titanes corporativos como Visa, Amazon y Home Depot, y así Blackstone pasó de cotizar muy abajo del promedio del S&P 500 a superarlo.

Las principales inversoras de capital privado del mundo que cotizan en bolsa se transformaron en corporaciones en los últimos 18 meses, y los inversores reaccionaron dándoles algunos de los mejores rendimientos del mercado. En 2019, las acciones de Apollo Global Management retornaron 106% y las de Carlyle Group, 111%. Sumando a Brookfield Asset Management, KKR & Co. y Ares Management, las empresas de capital privado que cotizan en bolsa valen casi US$ 250.000 millones. Juntas, las grandes administradoras de capital privado que cotizan en bolsa sumaron unos US$ 75.000 millones a su valor de mercado.

Ante esta hazaña, Schwarzman, en una tarde fría de Manhattan, se encoge de hombros. “No tenía sentido porque no tenía sentido”, dice sobre lo estancadas que estaban las acciones de su empresa. “Desde el colapso financiero, casi todas las instituciones financieras se achicaron; nosotros sextuplicamos nuestro tamaño”.

“Una de las mejores cosas de los sectores de capital privado y los inmuebles es que los inversores se juegan el capital mientras exista el fondo. No hay equivalentes a corridas bancarias y nunca nos obligan a vender ningún activo en un mal momento”, añade. “Durante un momento de pánico, un inversor común puede vender rápido sus acciones, incluso acciones como las de Blackstone, que tiene una política de distribución de dividendos de US$ 1,20 por acción. Como inversores, nosotros somos contreras, hacemos lo contrario”.

De todas formas, muchas de las administradoras de capital privado más grandes sentían frustración por los años de acciones estancadas. En los últimos diez años, gracias a las tasas de interés bajas y el mercado de valores en alza, se invirtió mucho dinero en estrategias de capital privado y se dispararon los retornos. Al término de esta década, las administradoras de capital privado controlaban 8.000 corporaciones estadounidenses. Eran las reinas del capital, pero nadie las respetaba en el mercado de valores.

A fines de 2017, poco después del triunfo de Donald Trump, llegó su principal legislación: bajaron las tasas impositivas para las empresas de 35% a 21%. Fue un recorte tan drástico que compañías como Blackstone pudieron pasar de sociedades a empresas y pagar tan solo un poco más de impuestos (entre dos y cinco puntos porcentuales más). Así, podían someter a sus accionistas a menos papeleo, ya que no había que presentar declaraciones juradas K-1, y abrir las acciones a fondos de índices con activos de jubilaciones.

Si todo sigue como este año, pronto Wall Street podría desayunarse con que Blackstone Group, una administradora de capital privado con solo 2.600 empleados fundada en 1985, superó en valor de mercado a Goldman Sachs, cuyos 36.000 empleados acaban de celebrar el sesquicentenario del principal banco de inversión de EE.UU. Por el momento, el valor de mercado de Goldman se mantiene en US$ 81.000 millones (el de Blackstone asciende a US$ 66.000 millones), pero Blackstone está pisándole los talones.

“Me parece que estamos perfectamente posicionados dentro del cambiante panorama financiero”, declara Schwarzman. “Las finanzas son un gran negocio. ¡En serio! Pensá en la cantidad de dinero que se imprime todos los años en el mundo. Sigue siendo un negocio cada vez más grande”.

Por Nathan Vardi

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