Guía con las mejores y peores políticas para enfrentar la crisis global producida por el coronavirus. Qué hacer y no hacer en en estos tiempos.
Aeropuertos y restaurantes vacíos, cadenas de suministro paradas y escuelas cerradas. Todo esto tendrá efectos devastadores en la economía. ¿Hay alguna forma de contrarrestar los daños?
Bajar las tasas de interés
El recorte de medio punto porcentual que le hizo hace poco la Reserva Federal a una tasa de interés que ya andaba baja no tuvo un efecto visiblemente positivo. El mercado de valores retrocedió 12% desde que se anunció el recorte. Evidentemente, los cambios en las tasas de interés no hacen que la gente se suba a cruceros.
Prestar plata
El paquete legislativo de US$ 8.300 millones para combatir al virus que se promulgó la semana pasada autoriza a la Administración de Pequeñas Empresas de EE.UU. (SBA, por sus siglas en inglés) a brindar más garantías para préstamos. Un préstamo podría mantener a flote a un minorista o un restaurante que de otra forma se hundiría. Lamentablemente, la mayoría de los beneficios de la SBA termina en menos de los emprendedores menos capaces.
Bajar las cargas sociales
Una reducción de las cargas sociales pone plata en el bolsillo de la genté si tiene trabajo. No ayuda a reabrir un comercio que haya cerrado porque los empleados de las oficinas de la zona ahora trabajan desde sus casas.
Una de las medidas anti recesión tomadas después de la crisis financiera de 2008-2009 fue bajar dos puntos las cargas sociales. El principal efecto fue que creció el déficit. Trump apoya eliminar todas las cargas sociales a nivel federal hasta fin de año, lo que afectaría todavía más el déficit.
Darles plata a todos
Esto ya se hizo. En 1975, Gerald Ford trató de combatir la recesión de 1973-1974 haciendo que el Tesoro de EE.UU. enviara entre US$ 100 y US$ 200 a los ciudadanos que habían pagado impuestos el año anterior. El plan de estímulo de Barack Obama contemplaba regalos parecidos, de US$ 300 a US$ 600.
Eximir de impuestos a los sectores en dificultades
Un recorte de impuestos para las aerolíneas y las operadoras de cruceros no va impedir que sus clientes preocupados cancelen sus viajes. Por otro lado, tal vez no cueste mucho.
Otro sector, el energético, es importante para el funcionamiento de la economía y emplea a mucha gente, pero sus problemas se pueden atribuir solo parcialmente al coronavirus. El tema es que Arabia Saudita y Rusia se enfrascaron en una guerra de precios.
Financiar las licencias por enfermedad
Millones de trabajadores en EE.UU. no tienen licencia paga por enfermedad, lo que los motiva menos a quedarse en casa cuando se sienten mal.
De estos métodos de estímulo se habla mucho. Veamos uno que todavía no tiene mucha visibilidad.
Comprar respiradores artificiales
Esta sería una forma muy indirecta de ayudar a la economía. Un buen suministro de equipos de terapia intensiva que aplaque el miedo a morir podría dejar más dispuesta a la gente a frecuentar restaurantes y teatros.
Ese temor no es irracional, por lo menos no para los mayores de 60. Se lo puede percibir leyendo un informe publicado en noviembre de 2015 por una fuerza de tareas que estaba revisando el suministro de respiradores en Nueva York. En caso de una pandemia comparable a la gripe española, postulan los autores del estudio, el estado tendría un pico de demanda de 18.619 unidades. Habría solo 2.836 disponibles (incluyendo 1.750 actualmente en stock). Así, los doctores tendrían que inventar alguna clase de algoritmo (quizás tirar dados) para determinar a cuáles pacientes se les permitiría vivir.
Los hospitales, que ya sienten presiones financieras, no quieren comprar respiradores cuyos costos quizás nunca recuperen. Necesitarían un subsidio para aumentar su stock y otro para capacitar de emergencia a más enfermeros para usarlos antes de que empiecen a tirar los datos. Si el Gobierno quiere obtener equipos de terapia intensiva al instante, también tendría que pagarles a los fabricantes para que aumentaran una capacidad productiva que podría quedar ociosa dentro de seis meses.
¿Vale la pena esa inversióñ Probablemente más que ayudar a los perforadores de petróleo.
Por William Baldwin