El principal epidemiólogo de Suecia, Anders Tegnell, el arquitecto de la estrategia “basada en la confianza” del país para enfrentar la pandemia, menciona la carga de la responsabilidad personal descrita en el sistema legal sueco como parte de su razonamiento para no imponer una cuarentena y controles sociales más estrictos en el país escandinavo.
En una entrevista publicada el 22 de abril con la revista académica Nature, Tengell declaró que no impuso una cuarentena más rigurosa porque no puede legislar, solamente “sugerir”, según el derecho sueco.
Sin embargo, como los demás países de Europa, Suecia prohíbe la entrada al país de extranjeros, medida que se prolongó 30 días el 17 de abril en una conferencia de prensa del primer ministro, Stefan Löfven.
Las pymes suecas están bastante afectadas, pero no sufrirán un cierre total como sus pares británicas, italianas y francesas. Cuando termine todo, las empresas suecas también tendrán que reconstruirse, pero no arrancarán de tan atrás. Los jardines de infantes, las escuelas y algunas secundarias están abiertos; las universidades siguen cerradas.
Pero dentro de Suecia, que alcanzó o está cerca de alcanzar su pico de contagios, cada vez más científicos de primer nivel critican la estrategia y afirman que tiene un costo elevado, en particular entre los niños y los ancianos, y más específicamente los ancianos en hogares, entre los cuales se está disparando la tasa de contagios con una mortalidad elevada. Como admitió el propio Tegnell en su entrevista con Nature, este error de la estrategia sueca provocó la explosión de casos, y la elevada tasa de mortalidad de los ancianos es lo que está haciendo que la tasa de mortalidad del país sea mucho más alta que la de sus vecinos.
El principal argumento para adoptar una estrategia tan moderada frente a la pandemia es que se trata de apostar a que la mayoría de los que se contagien de COVID-19 tendrá síntomas leves, parecidos a los de una gripe, o por lo menos no tendrá que ser hospitalizada y terminará formando parte de un conjunto ?en teoría cada vez más grandé de personas inmunes dentro de la población, con lo cual se reducirá la capacidad de operar de este virus oportunista. Este es el razonamiento básico de la llamada estrategia de “inmunidad comunitaria” que adoptaron y luego abandonaron (cuando se dispararon las tasas de mortalidad) Países Bajos e Inglaterra.
La semana pasada, 22 médicos y científicos de investigación publicaron una columna de opinión en uno de los principales diarios del país, Dagens Nyheter (Noticias Diarias), en la que afirmaron que la estrategia de Tegnell era insensata y debía endurecerse “radicalmente”. Uno de los críticos más implacables de la estrategia actual es la viróloga sueca Lena Einhorn, que declaró al diario británico Observer que el Gobierno “no quiere reconocer que el contagio a través de pacientes presintomáticos o asintomáticos es un factor importante”.
Funcione o no, es poco probable que Suecia modifique radicalmente el plan del Dr. Tegnell. “Cerrar las fronteras es ridículo”, declaró el epidemiólogo en su entrevista con Nature.
El Gobierno de Finlandia, un país que tiene muchos lazos sociales, comerciales y familiares con Suecia, está totalmente en desacuerdo con Tegnell. Finlandia cerró su frontera terrestre con Suecia a comienzos de abril y dejó afuera a miles de personas que viven en Suecia y van a trabajar ahí. Esa política acaba de ser prolongada hasta mayo.
Autor: Guy Martin