Bill Ackman entró en pánico por el coronavirus mucho antes que la mayoría. A fines de enero, el multimillonario inversor tuvo una pesadilla con el COVID-19 que bien podría haber sido la trama de Contagio, el thriller sobre una pandemia. Cuando se despertó, comenzó los preparativos.
Ackman arrancó ordenando a los 50 empleados de su empresa que abandonaran sus oficinas en el centro de Manhattan. Después, adquirió coberturas contra escenarios apocalípticos en la Bolsa. Por último, sacó una montaña de efectivo de un cajero automático. Para cuando el índice Dow Jones Industrial Average parecía desplomarse mil puntos por día, la empresa de Ackman, con un valor de mercado de US$ 5.600 millones, ganaba plata en pleno caos.
Entonces, cuando se despertó el miércoles a la mañana, Ackman no tenía un mensaje agradable que darle a EE.UU. Abrió Twitter y recomendó cerrar el país.
Después, a eso del mediodía, llamó a CNBC para explicarse, y no tuvo pelos en la lengua.
“Se viene el infierno”, afirmó Ackman en 28 frenéticos minutos de entrevista. “Cierren todo ya”, declaró sobre la economía. “Se viene un tsunami”.
Ackman le recomendó al presidente de EE.UU., Donald Trump, que paralizara el país por 30 días y cerrara las fronteras para frenar la propagación del coronavirus, unas “vacaciones de primavera” para todo el país. Así, los estadounidense se quedarán en sus casas y el virus dejará de propagarse.
De no ser así, advirtió Ackman al borde del pánico en una entrevista a flor de piel, el país sufrirá una pandemia prolongada que devastará varias industrias, desde los hoteles y los restaurantes hasta los inmuebles.
“Lo que está asustando al pueblo y las corporaciones estadounidenses es la implementación gradual” de las medidas de contención y distanciamiento, declaró Ackman. “El capitalismo puede bancarse parar 30 días, pero no 18 meses”.
El gerente de fondos de cobertura devenido experto amateur en salud sostuvo que debido a lo contagioso que es el virus, millones de personas podían morir si no se tomaban medidas drásticas. Se le hizo un nudo en la garganta cuando habló sobre los riesgos que entraña la enfermedad para su padre anciano y reveló que algunos de sus empleados pueden haberse contagiado.
Cuando pasó a discutir su cartera de inversiones y el resto de Wall Street, sus advertencias fueron alarmantes.
“Hilton es el aviso”, afirmó Ackman sobre la cadena de hoteles, una de sus principales tenencias. Si no se apuran a tomar medidas, “se va a ir a pique con todos los demás hoteleros”, predijo.
“Respeto muchísimo a KKR y a Blackstone”, agregó acerca de esas dos distinguidas empresas de capital privado, pero predijo que sus transacciones apalancadas se irían al tacho si no se encuentra una solución rápida en los próximos 18 meses. “Cada una de sus empresas va a quebrar”, declaró.
Forbes se enteró de que después de la entrevista, Ackman llamó a Blackstone y avisó que les comprará acciones.
Ackman parecía tener un millón de ideas: le recomendó a Elon Musk transformar las fábricas de autos de Tesla en fábricas de ventiladores.
Mientras hablaba, el mercado se desplomaba.
El Dow Jones Industrial Average cayó más de 1.000 puntos durante la entrevista. El mercado activó un interruptor de circuito y estuvo paralizado 15 minutos mientras Ackman soltaba una avalancha de predicciones apocalípticas. Cuando reabrió, ya había retrocedido más de 2.000 puntos.
Antes de que Ackman saliera por la tele, la Dra. Deborah Birx, directora de la fuerza de tareas de la Casa Blanca para el coronavirus, declaró que mucha gente no se estaba tomando en serio la pandemia, en particular los jóvenes. ¿Su mensaje para los millennials? Esto los puede matar.
Por Antoine Gara