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Los restaurantes y cafeterías aplican diversas estrategias para atraer nuevos clientes y fidelizar al público, desde fiestas con DJ y catas hasta proyección de películas y ferias de vinilo. ¿Lo lograrán?

9 Marzo de 2025 08.15

Salir a comer afuera fue un bastión de la clase media durante décadas, pero de a poco esta señal de identidad se escapa de las garras de este grupo socioeconómico. Es que ir a un restaurante sale cada vez más caro, tanto en Argentina como en el mundo.

Los datos duros lo confirman: el índice Big Mac sigue en alza y las salidas gastronómicas se mueven en sentido contrario. Este caso ejemplifica lo que sucede en la gran mayoría de los establecimientos gastronómicos. Mientras que el panorama obliga a los consumidores a cambiar salidas a restaurantes por comidas en sus hogares o apps de delivery, a los gastronómicos les exige volverse cada vez más creativos para dar un plus que anime a la gente a dejar en un restaurante los pocos billetes que le sobran cada mes.

En ese contexto, a nivel internacional, los negocios apuestan por acompañar sus propuestas gastronómicas con toda clase de extras: catas de vino, proyección de películas, clases de cerámica, DJ sets, charlas de filosofía y literatura, lecturas astrológicas, ferias de vinilos y un etcétera infinito.

Separar la paja del trigo

"¡Es la economía, estúpido!", parafrasean los simplistas, pero lo cierto es que esta exaltación de la experiencia no solo es una consecuencia del alza de precios y la recesión, sino de un cúmulo de factores. Con la visión que ostentan los grandes, ya en 2009, el multipremiado chef inglés Heston Blumenthal, propietario de The Fat Duck, señalaba en una entrevista al diario español La Vanguardia: "Tal vez el futuro del restaurante está en colaborar con otras áreas, como iluminación, sonido, magia, buscar complementos que según tu estado de ánimo no solo vayas a comer sino a obtener una experiencia aún más completa".

En la esfera de la alta gastronomía, esas disciplinas se integran a la propuesta gastronómica formando un todo, no son partes añadidas que se pueden escindir del concepto madre, pero no sucede lo mismo en la mayoría de los restaurantes de precio promedio, donde deben incorporarse al consumo de experiencias con recursos escasos. Ahí es donde aparecen diversas actividades. Algunos ejemplos: conciertos acústicos de jazz en Soler Vino Pizza, taller de joyería y proyección de películas en Casa Beza, feria de vinilos en Punto Mona y en La Fuerza, charlas de filosofía en Laserio, tardes de música en Chui, unpluggeds en La Unión Gluten Free, feria de vinos en Asadero y Arcos Bar y así sucesivamente.  

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"El consumidor fue cambiando, hoy busca más estímulos y eso empezó a demandar no solo la ambientación, la música o lo que haga al contexto sino también otras cosas divertidas; socializar es una de las grandes motivaciones para salir", señala Martín Auzmendi, uno de los propietarios de Roma del Abasto y La Fuerza.

Laserio Cantina, en Villa Devoto, empezó con actividades complementarias a su cocina este año. Federico Norcini, cocinero y dueño del restaurante, cuenta: "La gente se engancha. Tiene que ver con que muchas personas hoy trabajan desde la casa entonces buscan hacer cosas para relacionarse". Desde Arcos Bar confirman la buena recepción de sus propuestas. "Cuando abrimos agenda de eventos recibimos muchísimos mensajes, es muy habitual que agotemos cupos y reservas indiferentemente del día de la semana. Noto un especial interés en la agenda que involucra invitados, ya sean tarotistas, bartenders, músicos, o una barra de filtrados de una cafetería amiga", señala Ignacio Rigon, responsable del lugar.

El negocio de la fiesta

Con el precio de los alimentos en alza en todo el mundo y el costo cada vez mayor de los servicios, los gastos de los negocios gastronómicos arrancan en una base alta, por ende, también los precios del menú. Claro que pueden sonar menos caros cuando se paga por más que el producto en sí, tal como explica el reconocido chef Pedro Bargero, al frente del flamante Costa 7070: "En nuestra programación tenemos DJs que solo ir a escucharlos costaría US$ 40 y eso no se cobra, lo que se cobra es un plato y una consumición".

Este 2x1 de la experiencia llevado al extremo encontró su nombre propio en las cafeterías de especialidad con las coffee raves o coffee parties -en criollo, la recreación de una fiesta electrónica en una cafetería. Un fenómeno que se volvió viral este 2025 y que aún no se sabe bien dónde nació, algunos aseguran que fue en panaderías y cafeterías de ciudades europeas, como Londres y Ámsterdam; otros dicen que en EE.UU., con Chicago y Nueva York a la cabeza; lo cierto es que Instagram y Tik Tok hacen pensar que las coffee raves viven en un loop constante que acapara todo el globo.

casa beza eventos
 

No es casual que esta tendencia haya surgido en el mundo de las cafeterías, uno de los segmentos más golpeados, dado que el precio de café alcanzó su nivel más alto en casi medio siglo y la escalada promete seguir. Las coffee parties pueden ser un recurso para cobrar precios que serían altísimos por un latte o un flat White si no viniesen con ese plus.

En Chui, un recomendado Michelin, todas las tardes hay DJs pasando vinilos y promociones en cócteles; además, hacen activaciones anuales, como Pizza Gala, pero Hernán Buccino, uno de los socios, señala que estos eventos no se realizan "para aumentar el ticket, sino porque le dan profundidad a la marca, hacen que el lugar se vuelva más fuerte y sea más tentador ante la competencia", señala.

Sebastián Carreras, socio de Soler Vino Pizza, una pizzería y bar de vinos que cuenta con una nutrida agenda de ciclos semanales, entiende que los adicionales desempeñan un rol clave para enfrentar el contexto: "Las propuestas gastronómicas que sobrevivirán serán aquellas que den valor agregado a la experiencia de salir comer, que hagan sentir al cliente que el dinero para cenar fue bien gastado porque compró una experiencia, no solamente una comida".

Bargero también ve esa búsqueda en el público: "La gente hoy en día quiere salir a divertirse; hace cinco años que lo vengo explorando, cada vez más profundo. Siempre estuvo la cena show, pero se va reinventando, hoy pasa por ver a un DJ e ir a comer. Nosotros tenemos un 33,33% de cada cosa: cocina y bebida, música y entretenimiento".

Uno de los lugares pioneros en explorar esa veta fue Enero, también en Costanera. "Al tener una discoteca, Jet, y ser productores de entretenimiento, nos dimos cuenta de que había una falta en el mercado para un público de entre 30 y 50 años, que ya dejaba de ir a la discoteca pero que quería tomar bien y escuchar buena música. Como teníamos las agendas de todos los DJs, empezamos a armar line ups en vivo con gastronomía", cuenta Toto Lafiandra, socio y director de Marketing del grupo Enero. Y apunta que se trata del concepto de "fun dining, algo que ya se veía en el mundo en balnearios europeos, como Saint- Tropez, Mykonos e Ibiza".

Desde marzo, Amador Cantina tendrá un ciclo semanal de "escucha & baile" con DJs invitados, y como prueba de que el cambio vino para quedarse instalaron un sistema de última generación que logra un sonido envolvente e inmersivo. "Empezamos con algunas fechas especiales y notamos que muchas personas que no venían al restaurante se acercaban por la propuesta del DJ. Había una demanda insatisfecha entre el público de 30 a 45 años que busca alternativas fuera de los lugares ya conocidos", señala Denise Siciliano, una de las socias.

Nuevo panorama

Ya extinguido el boom que vivieron tras la pandemia, 2024 marcó el fin de los buenos tiempos para los restaurantes argentinos. Se fue el fantasma de la inflación y llegó el de la baja de consumo. "Por el aumento sostenido de todos los rubros, la suba del ticket gastronómico nos hizo perder cubiertos, entre un 30% y un 35%. Antes era más normal salir a comer, ahora lo pensás dos veces, porque está más caro que en muchas de las mejores ciudades del mundo", asegura Lafiandra, y cuenta que "comer en un restaurante de categoría puede oscilar entre los US$ 60 y US$ 100 por persona".

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Mona Gallosi, bartender referente y empresaria gastronómica, lo confirma: "Viajo constantemente y puedo comparar, veo que nos convertimos en una ciudad cara para salir. Igualmente, a nivel global, todo está subiendo y atravesamos una crisis fuerte. La rentabilidad no es la misma que antes". Para sacar a su bar, Punto Mona, de este laberinto marcado por la escalada de precios y la baja de consumo, Gallosi apunta a la variedad: "Diversifico mi negocio con eventos, barras móviles, consultorías y asesoramiento en imagen. De esa manera, equilibro ingresos sin trasladar todo el aumento a los precios y evito perder clientela".

Su colega, el reconocido bartender Pablo Piñata, coincide: "La gastronomía perdió rentabilidad. A muchas personas les cuesta salir a disfrutar de una cena en un restaurante o bar y, cuando lo hacen, gastan menos y dejan menos propina". Hoy, desde su rol de Bar Manager de Mixtape, el primer listening bar de la ciudad, cuenta que para "mantener el salón lleno hay que trabajar mucho más en creación de contenido, en la presencia en redes y en estrategias para atraer clientes, en esta época se necesita un esfuerzo extra para que la gente elija tu bar todos los días".

En el caso de los cocineros Lucas Canga y Tomás Couriel, la dupla al frente del recomendado Michelin Piedra Pasillo y el nuevo Pampa Café, decidieron no trasladar los costos reales a los precios. "Desde nuestro lugar fue una decisión estratégica la de achicar nuestros márgenes para tener las mesas llenas, los empleados activos y la cocina en movimiento", detalla Couriel.

Y esa, justamente, es otra de las finalidades de las actividades complementarias, mantener la moral de los equipos bien arriba. "Para los comerciantes no hay nada más difícil que ver el local vacío, entonces generar un movimiento constante levanta el espíritu de todos", apunta Norcini, quien desarrolló una agenda de activaciones para cubrir "los tiempos muertos". "Cuando venís trabajando poco es un motivo de alegría que toque un DJ, o haya algún ciclo y tengas cinco veces más gente que un día común, eso energiza al equipo", agrega Pedro Diaz Flores, socio y director de Grupo Abridor.

Danilo Ferraz, maestro pizzero con décadas de trayectoria, cuenta que en Hell's apelan "a la creatividad para que la gente vaya a los salones, con acciones, promos y fiestas. Hoy el delivery creció mucho y las comisiones de las apps son grandes, por eso buscamos que los salones estén concurridos".

Claro que no se trata de inventar actividades porque sí. "No queremos hacer por hacer. Hacemos cuando estamos seguros de que el contenido que estamos generando tiene sentido con nosotros y con nuestra idea. Es importante no generar cualquier contenido simplemente por generarlo, ya que eso llevaría a que la gente se canse rápido", sostiene Couriel. Bargero está de acuerdo: "Hoy lo más importante es el valor agregado y combinar disciplinas tiene que ver con esa búsqueda, pero lo podés hacer bien o mal, ahí está la honestidad del que lo hace. La moda agota el recurso, los que más funden son los que agarran un concepto ya comprado".

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Consumidores groupies

Estas actividades, además, desempeñan otro rol: alimentan el espíritu de pertenencia. "Las activaciones funcionan como excusa para que nuestra audiencia venga nuevamente y se anime a conectar con otros clientes, ya que es un día más social", señala Guadalupe García Mosqueda, fundadora y directora Creativa de Mezcla, quien defiende esta premisa desde hace más de una década. "Desde que comenzamos, en 2010, quisimos darles a los clientes algo más que gastronomía. Empezamos con el ciclo NODJ en La Panadería, donde invitábamos a distintos artistas a compartir la música que los inspiraba", expresa. Hoy continúa con diversos ciclos en sus tres restaurantes: Casa Cavia, Asadero y Orno.

En Grupo Abridor cuentan con un área especial -aun sin nombre- que se encarga de diseñar ciclos y eventos para todos sus restaurantes, Diaz Flores sostiene que lo hacen "para generar valor de marca y comunidad. No es que ese día se gana más, no se trata de un negocio en sí mismo porque lo que tenés de mayor venta por el evento lo repartís con los artistas". Carreras, de Soler, coincide: "No es que con estas activaciones aumentás el ticket promedio, pero sí permiten fidelizar al cliente dándole una experiencia a medida, única".

Quizás la manera de aumentar la rentabilidad radique en las alianzas, como apunta Landria: "Es importante la ayuda de los sponsors, que te dan visibilidad y presupuesto para realizar acciones que te ayudan a recuperar cubiertos y te mantienen como marca vigente en el mercado, que está up to date a las nuevas tendencias". Solo el regreso de los buenos tiempos permitirá saber si la gente bailaba desenfrenada con un flat white en la mano por culpa de su billetera flaca. Si con la bonanza económica el 2x1 de la experiencia persiste, el multitasking y la falta de atención habrán vencido definitivamente también en el terreno culinario.

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