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Negocios

De vender en la calle a tener la fábrica de tequeños más grande de Argentina: la historia de TequePops

Antonella Ambrosini

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Con solo US$ 60 y sin otra opción más que emprender, este ingeniero venezolano transformó una crisis en oportunidad: hoy, sus tequeños están entre los 5 snacks más vendidos en los cines argentinos y aspira a crear el primer "McDonald's de los tequeños".

26 Enero de 2025 08.20

Su oficina, que antes era un sótano oscuro y húmedo, ahora parece el centro de operaciones de un estratega: en la pared cuelga un mapa gigante de Buenos Aires donde marca las zonas conquistadas por TequePops: Palermo, Flores y Balvanera. Debajo, un carrito de raspados típico de Maracaibo le recuerda sus orígenes en la "tierra del sol a mar". Néstor Briceño, que hace ocho años vendía tequeños puerta a puerta, acaba de firmar la apertura de su cuarto local en Núñez, donde expandirá su operación con un bar innovador.

"Lo más difícil que existe es salir de la zona de confort", reflexiona Briceño en diálogo con Forbes. En Venezuela, trabajaba como ingeniero industrial en la petrolera PDVSA. "Mi mamá de chico siempre me inculcó que yo tenía que estudiar para trabajar en una buena empresa. En Venezuela se ve mucho eso", explica. La crisis económica lo obligó a emigrar en 2016: "De verdad que no veía un futuro prometedor, sobre todo para mi hijo". Entonces, Argentina apareció como destino por sus políticas migratorias y el reconocimiento de títulos profesionales.

A los dos meses de llegar ya tenía DNI y trabajo como jefe de fábrica en una metalúrgica, con un "sueldo bastante bueno". Trajo a su familia y se instalaron en un monoambiente en la zona del Abasto. Sin embargo, la empresa entró en crisis y estuvo cinco meses sin cobrar su salario. "Ahí es donde yo decido salir fuertemente de la zona de confort", cuenta. "Nunca fui emprendedor. Pero tocó de mala forma, aunque le fui agarrando el gusto".

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Catherine Fulop junto a Néstor Briceño, en los orígenes de la marca. Foto: TequePops

El salto al vacío 

En julio de 2017, con apenas US$ 60 (equivalente a $ 1000 de ese momento), Briceño tomó una decisión fundamental: "Yo decidí arriesgarme a comprar materias primas para hacer tequeños". Lo que comenzó como una alternativa ante la crisis se convirtió en un negocio prometedor. "El mismo primer día salió todo. Varios amigos me ayudaron, me compraron todo", recuerda.

Como ingeniero, aplicó sus conocimientos al emprendimiento: "Siempre he sido muy numérico. Los domingos en la noche me sentaba a evaluar cuántos clientes nuevos había tenido, cuántos habían repetido". Los números le hablaban: si dedicándole solo las tardes después de su trabajo en la metalúrgica obtenía buenos resultados, ¿qué pasaría si le dedicaba todo su tiempo?

La transición no fue fácil. Briceño tuvo que superar el "qué dirán" de amigos y familiares. "En Venezuela queda la gente que sabe que estuviste trabajando en una empresa 'buena', entonces tú agarras y dices: 'me vine para Argentina, y después decir que estás vendiendo tequeños, para mí es una barrera'", confiesa a Forbes. 

Fue entonces cuando se animó a publicar desde su Facebook personal. "En Venezuela el negocio del tequeño quizás no es el más prestigioso, de hecho, no lo es. Es un negocio muy artesanal. Cualquiera lo hace en su casa", explica. Sin embargo, su visión iba más allá: industrializar y profesionalizar el proceso.

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El tequeño de TequePops es ligeramente más dulce que el venezolano original, y pronto podría tener versiones con membrillo y batata para el paladar argentino. Foto: Marcos Rodolosi

De lo artesanal a lo industrial

El crecimiento fue exponencial. De producir entre 800 y 1.000 tequeños por día en sus inicios, hoy TequePops elabora más de 32.500 unidades diarias y supera los 350.000 tequeños mensuales en su versión clásica. La expansión requirió inversiones significativas y una estrategia de endeudamiento progresivo: "En todo lo que me he metido ha sido siempre sin plata. Yo me meto y veo cómo resuelvo", cuenta a Forbes.

De los préstamos personales en dólares de amigos que creyeron en su proyecto, pasó a trabajar con múltiples bancos. "Hoy las inversiones son mucho más grandes. Trabajo con Galicia, Santander, etc. Todos me prestan", dice entre risas. La inversión más costosa fue la fábrica: requirió US$ 180.000 para convertir un galpón de camiones en la planta de tequeños más grande de Argentina. Con más de 42 empleados de Venezuela, Argentina y Paraguay, la empresa planea superar los 50 trabajadores para fines de febrero.

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El control de calidad es obsesivo: inspecciones sorpresa, auditorías semanales y procesos estandarizados mantienen la calidad de los más de 32.500 tequeños diarios. Foto: Marcos Rodolosi

El proceso de profesionalización fue acompañado por un riguroso sistema de control de calidad. "Todo lo que hacemos es controlable, todo es auditable", explica a Forbes. Cada local cuenta con inspecciones relámpago y auditorías periódicas que garantizan la calidad del producto desde la fabricación hasta el punto de venta.

Del Abasto al Lollapalooza

Sus primeras vacaciones llegaron recién después de cinco años. "Vas a trabajar desde que te parás hasta que te duermes. Incluso cuando estás durmiendo estás trabajando porque te salió alguna idea", describe sobre los inicios. Las grandes cadenas internacionales fueron su modelo a seguir: "Me sirvieron mucho, sobre todo al principio, porque me costaba delegar. Yo amasaba y no amasaba más nadie porque no le iba a dar mi receta a nadie, me negaba a todo".

La pregunta que transformó su negocio fue simple: "¿Cómo hace McDonald's? O sea, yo quiero estar en una playa paradisíaca y que mi negocio esté facturando sin que yo esté ahí". Hoy, TequePops opera con un sistema profesionalizado: "Tenemos una jefa de fábrica, gerentes de calidad que auditan todas las semanas, y cada puesto está bien definido. En las tiendas, cada local es autónomo", explica Briceño.

El modelo de negocios se sostiene en dos pilares: tiendas propias y venta mayorista a bares y restaurantes. La expansión incluyó acuerdos corporativos con empresas como Huawei, que incorporó los tequeños en sus eventos mensuales, mientras que Movistar Arena los sumó a su oferta gastronómica.

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De apoyar a su esposo después de largas jornadas laborales a convertirse en la directora administrativa y financiera de TequePops: Nelyary Vergel es pieza clave en el crecimiento de la empresa. Foto: Marcos Rodolosi

En enero de 2023, TequePops dio un salto al ingresar a las cadenas Cinemark Hoyts y Cinépolis. La historia tiene un toque especial: cuando hacía entregas en Abasto Shopping en 2017, Briceño soñaba en silencio: 'yo decía: Dios, quisiera que algún día lleguen mis tequeños acá. Pero era tan difícil en ese momento porque no tenía ni el monotributo. En ese momento no tenía definido que yo iba a vivir de esto'. Seis años después, 'el trabajo con Cinemark Hoyts era bastante valiente porque decidieron innovar', destaca. Lo que comenzó con ventas tímidas hoy ubica a los tequeños entre los cinco productos más vendidos en sus cines.

Para 2025, los planes incluyen la participación por primera vez en el Lollapalooza con su food truck y su primera incursión fuera de Buenos Aires, en la Feria de la Manzana en Neuquén. También experimenta con versiones "argentinizadas" del tequeño, con el membrillo y batata a su receta tradicional, ligeramente más dulce que la venezolana original.

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Como presidente de la Cámara de Empresarios Venezolanos de Argentina, Briceño busca ayudar a otros emprendedores a dar el salto que él logró hace ocho años. Foto: Marcos Rodolosi

A pesar de tener desarrollado el modelo de franquicias, Briceño prefiere esperar: "Considero que no es el momento de franquiciar porque no es rentable para el que quiera comprar una franquicia. Los precios actuales que tengo, en teoría, deberían ser un 20% más altos y ya es costoso", explica a Forbes. "Para que pueda tener una buena rentabilidad el franquiciado tendría que estar más o menos un 20% más de lo que está ahora y no da para subir. Entonces yo prefiero hacerlo yo. A mí me da porque soy productor también, por eso es que no estoy franquiciado".

La última apuesta es un préstamo de $ 50 millones para el local de Núñez. "Si yo me pongo a esperar a reunir, otro compra el fondo de comercio. El tiempo pasa y las oportunidades o las tomas o las dejas pasar", afirma quien no teme endeudarse para crecer.

En su antebrazo, un tatuaje reza "Cuestión de tiempo", la primera frase que decidió grabar en su piel. No es solo tinta, es el mantra que lo acompaña desde que empezó con US$ 60 hasta convertir un producto artesanal venezolano en una marca que hoy produce más de 350.000 tequeños al mes. "Aprendí que mientras más apurado esté uno, más complicado es que se den las cosas", reflexiona Briceño. Mientras tanto, las agujas del reloj siguen marcando su próxima expansión. Esta vez, hacia el norte.

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