Hasta hace muy poco, nuestro país llevaba por lo menos dos décadas de atraso en el desarrollo de las energías renovables. Hoy, la historia es otra.
El 2015 será recordado como año bisagra para las energías limpias en Argentina: la ley 27.791 de fomento a las energías provenientes de fuentes renovables ?que estableció que todos los grandes usuarios deben abastecer una parte de su demanda con energía eléctrica limpiá disparó que el país, dueño de inmejorables recursos naturales, despertara al desarrollo de una industria que hasta entonces era casi inexistente. La regulación del Mercado a Término y la aprobación de la Ley de Generación Distribuida, que permite la descentralización y el autoconsumo a pymes y usuarios, completaron un escenario que atrae inversores y desarrolladores locales e internacionales, seducidos por un mercado incipiente con excelentes perspectivas pese a la crisis.
Los mejores vientos del planeta en la Patagonia, vastas regiones con niveles de irradiación solar como si fuera el desierto del Sahara, recursos hídricos: Argentina tiene todo lo que se necesita para convertirse en una potencia en la generación de energía proveniente de fuentes renovables, especialmente en las tecnologías eólica y solar. Sin embargo, hasta hace muy poco el país llevaba por lo menos dos décadas de atraso en el desarrollo de la industria respecto de, por ejemplo, Chile, Uruguay y Brasil, con mercados mucho más maduros y consolidados.
¿Qué fue lo que hizo que Argentina por fin despertará Una fuerte política de promoción impulsada por el gobierno actual desde hace dos años y medio y una combinación de factores que de alguna manera la empujó: la crisis energética, un país que pasó de exportar energía a importarla, la necesidad de reconvertir una matriz dependiente en un 86% de los combustibles fósiles y acuerdos internacionales sobre cambio climático que Argentina se comprometió a cumplir. El actual gobierno de Macri estima atraer alrededor de US$ 4.000 millones en inversión privada, generar un ahorro de US$ 300 millones anuales en ahorro de importación de combustibles y otro de dos millones de toneladas por año en la emisión de dióxido de carbono, un gas contaminante causante del cambio climático. “Tenemos que llenar la Patagonia de molinos para llenar de energía la Argentina”, pidió en mayo de 2016 el presidente cuando presentó el Plan RenovAr, una convocatoria a licitación para la contratación en el mercado eléctrico mayorista de energía renovable, que resultó sorprendentemente exitosa y que ya va por su tercera ronda.
Según datos del Ministerio de Energía y Minería de la Nación, RenovAr lleva a la fecha 147 proyectos adjudicados en 21 provincias (41 solares, 34 eólicos, 18 de Biomasa, 14 Pequeños Aprovechamientos Hidroeléctricos, 36 de Biogás y cuatro de Biogás de Relleno Sanitario). La Compañía Administradora del Mercado Eléctrico (Cammesa) ya firmó todos los contratos con las compañías adjudicadas en las dos primeras subastas y actualmente hay 32 proyectos en construcción y cinco ya habilitados comercialmente, y 11 más deberán estarlo a lo largo de 2018. La multinacional italiana Enel, la petrolera Pan American Energy, las locales YPF, 360 Energy, Genneia, Central Puerto y CGC, el brazo energético del grupo Corporación América y varias empresas provinciales de energía en sociedad con privados son solo algunas de las compañías que ya están jugando en el mercado argentino a escala. Un 60% de las ofertantes a las licitaciones son empresas nacionales, aunque hay firmas extranjeras como GE, Vestas, Toshiba, Mitsubishi y Exo, que ya están entrando a mercados pequeños y grandes.
El contexto económico de los últimos meses no parece haber afectado de forma significativa el mercado renovable. “Nosotros estamos con ocho obras en marcha, y en junio, en medio de la crisis cambiaria, firmamos dos nuevos por US$ 273 millones para instalar aerogeneradores”, señala Alfredo Bernardi, gerente de Relaciones Institucionales y RSE de Genneia, la mayor compañía argentina dedicada al desarrollo de energías renovables. Reglas claras, excelentes condiciones geográficas y naturales, el interés que genera la apertura de nuevos mercados y un cambio de paradigma son las claves que permitieron que, en menos de dos años y medio, Argentina se posicionara como un jugador emergente e importante en el sector de las energías renovables. De continuar en el mismo rumbo, se vislumbra un futuro de potencia.
La ley aplicada
Con gran repercusión en el sector, a fines de 2017 se aprobó la Ley de Generación Distribuida, un modelo que garantiza la descentralización y la autogeneración de energía renovable con un descuento en las tarifas eléctricas para pymes y usuarios menores y particulares. “Las tarifas van a seguir subiendo, no hay que olvidarse de que seguimos pagando la electricidad más barata que en algunos lugares como Santiago de Chile o Brasil”, advierte Rodrigo Herrera Vegas, cofundador y director de Sustentator, una empresa dedicada a la venta de paneles solares fotovoltaicos y otros insumos que ya lleva 234 instalaciones hechas desde 2009. “El precio de los paneles solares viene bajando y seguirá haciéndolo. Hace cinco años, el repago de un sistema solar era de 98 años, y hoy hablamos de entre 5 y 15”, explica el responsable de la instalación del sistema de paneles solares en el Metrobús de la Ciudad de Buenos Aires y en la empresa Buquebus.