Detrás de las grandes compañías mineras que suelen acaparar toda la atención en los debates sobre esta industria, hay un enorme universo de micro, pequeñas, medianas y hasta grandes empresas que se reparten una facturación multimillonaria como proveedores de bienes y servicio de toda esta cadena.
Los números que se proyectan son más que contundentes. Con una expectativa exportadora de unos 20.000 millones de dólares anuales para el 2030, el CEP (Centro de Estudios para la Producción) calcula que el 40% del valor bruto de producción se quedaría entre los proveedores locales, algo que desde CAEM destacan que es asimilable a la exportación. Esto arroja un negocio fenomenal de 8.000 millones de dólares al año para un conjunto de actores completamente desconocido para la gran mayoría de la sociedad.
Un solo proyecto de cobre como el que tiene en Panamá la canadiense First Quantum, exige un gasto anual de 1.000 millones de dólares en proveedores. De un tamaño parecido, hay unos seis que podrían replicarse en la Argentina más decenas de otros más pequeños en litio, oro y plata.
Pero así de prometedor como luce este escenario, es igual de desafiante porque hoy no existe la capacidad suficiente para abastecer esta demanda.
"CAEM tiene estadísticas que indican que la construcción de una mina tiene en promedio 800 proveedores y la operación 550. El gasto en proveedores es mucho. Y la gestión de eso es imposible si no se hace en forma ordenada. Hoy San Juan, solo con Veladero, un solo proyecto, consume toda la capacidad de proveedores de la provincia y tiene que contratar proveedores de Mendoza. Imagínate cuando se construyan los mega proyectos de cobre", advierte Víctor Esteve, Country Manager de Achilles, una firma que se dedica justamente a la gestión de proveedores de la industria minera y energética.
La división entre los diferentes tipos de proveedores se hace por anillos. El primer anillo es el proveedor local, de la comunidad más cercana y, por ende, el que determina el apoyo o el rechazo de esa localidad al proyecto minero. El segundo anillo es el provincial, el tercero es de toda la Argentina y el cuarto son empresas internacionales.
Los primeros dos son los que más les interesan a los gobernadores y por eso suelen fijar porcentajes mínimos de contratación local que muchas veces giran alrededor del 70%. Sin embargo, también son los proveedores más complejos de conseguir.
"Las empresas mineras exigen que todos sus proveedores cumplan con estándares internacionales de calidad, seguridad y sustentabilidad. Y sin certificaciones adecuadas, muchas empresas locales quedan fuera de los grandes proyectos. Para eso, se requiere de capacitación, financiamiento, herramientas de monitoreo, una evaluación exhaustiva de las capacidades y un plan de acción efectivo. En pocas palabras, se trata de convertir a empresas locales en empresas de nivel global", explica Esteve.
Uno de los caminos que recomiendan desde la Secretaría de Minería de la Nación es la conformación de UTEs entre firmas de distinto tamaño para que cada una pueda enfocarse en su especialidad. Y, al mismo tiempo, acordar entre provincias de una misma región que los porcentajes de proveedores locales incluyan a los distritos vecinos. "Así se logra economía de escala", subrayan.
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El caso GVH, la empresa de origen colla
Lejos de la visión tradicional binaria que se divide entre un rechazo total a la minería o la pretensión irreal de intentar acaparar todo el servicio de proveedores de un proyecto, las comunidades originarias de la puna salteña formaron una cámara empresaria que es consciente de los desafíos que implica integrarse a esta cadena.
"Cuando empezamos, lo primero que le pedimos a las autoridades fue que pongan una oficina de la AFIP y no lo podían creer. Y claro, las empresas mineras exigen factura y en ese momento se pasó todo a factura digital. En la puna no teníamos internet, así que sin una oficina de la AFIP no podíamos hacer nada", recuerda Luis Vacazur, miembro fundador de la cámara y titular de la empresa GVH (Grupo Vacazur Hermanos).
De pasar de ser vendedor ambulante, Vacazur creó su propia empresa de transporte de pasajeros que hoy se hace fuerte en la logística minera de alta montaña con una flota de más de 80 vehículos y 130 empleados.
"Nosotros sabemos que no podemos hacer todo, pero buscamos soluciones y conectamos a las partes en asociaciones estratégicas para que todas las empresas participen, desde las grandes hasta las chiquitas. Por eso nos especializamos en la última milla, en el transporte dentro de la puna. Un lugar difícil si no conocés el terreno y no estás acostumbrado a la altura", sostiene.
Dentro de la flota de GVH se destacan servicios de emergencia, camiones de rescate, ambulancias, brigadas químicas para solucionar derrames y, en particular, transporte de carga de mineral o insumos para la mina.
En este sentido, la firma acaba de comprar cuatro camiones bitrenes para transportar parte del litio del proyecto Centenario-Ratones de la francesa Eramine ya entró en etapa de exportación.