A través de una iniciativa parlamentaria con fecha del 11 de febrero, casi 70 legisladores demócratas presentaron en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos un proyecto a partir del cual se solicita que la Casa Blanca exija al FMI suspender los pagos de "todos los servicios de la deuda", incluidos los vencimientos que tiene la Argentina en septiembre y diciembre, hasta que concluya la crisis global causada por la pandemia.
Bajo el nombre de 'Una Contundente Respuesta Global a la Pandemia del COVID-19', propone que la Casa Blanca reclame al FMI "relajar los objetivos fiscales de todos los programas con los países que están buscando financiación" en ese organismo multilateral.
Argentina busca que los países más poderosos que forman parte del Fondo Monetario Internacional puedan ceder sus propios Derechos Especiales de Giro que ya fueron ampliados en la última reunión del G7. En este marco, Alberto Fernández ya comenzó su gira por Europa, durante la cual ya mantuvo un encuentro con el primer ministro portugués, Antonio Luís Santos Da Costa.
El presidente buscará tener un panorama más certero sobre las posibilidades que tiene el país para negociar con el Club de París y el FMI. El plan de la Casa Rosada es postergar los pagos con ambos organismos hasta después de las elecciones legislativas.
Una de las aspiraciones es que el Club de París acepte una postergación del vencimiento por US$ 2.400 millones de fines de mayo. El vencimiento -que ya fue prorrogado un año- comenzó a regir el 5 de mayo último y, de no pagar la Argentina hasta el 30 de este mes, empezará a correr un período de 60 días antes de declarar al país formalmente en default.
La letra chica del acuerdo dice que el último plazo para evitar una cesación de pagos vencería así a fines de julio. En esta coyuntura, un tanto apremiante, el Gobierno aspira a obtener un acuerdo político con los países miembros de ese club de acreedores.
La otra obsesión del Gobierno es que el Fondo Monetario permita dejar para después de las legislativas de noviembre un acuerdo de reprogramación de la deuda por casi US$ 45.000 millones heredada del gobierno de Mauricio Macri. Ambos logros le permitirían a Alberto Fernández contar con margen más amplio para contener la crisis y diseñar políticas sociales en medio de la segunda ola de la pandemia.
Parte de ese objetivo lo persigue esta gira europea presidencial -Portugal, España, Francia e Italia-, aunque la última palabra la tendrá el gobierno de Estados Unidos, decisivo para todo lo vinculado con el FMI.
Justo antes de emprender su viaje, el jefe de Estado lanzó una frase cuyo alcance real los mercados y agentes económicos aún siguen tratando de descifrar. "La prioridad son los argentinos con hambre, los acreedores deberán esperar", dijo, al lanzar medidas destinadas a paliar una crisis social que mantiene sumergido en la pobreza al 45% de los habitantes de la Argentina.
Las próximas semanas develarán si fue una frase retórica destinada a contener el frente interno, o el anticipo de que empieza a cobrar forma la decisión de diferir pagos con el Club de París y el FMI, haya o no acuerdo formal.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ya explicó que para alcanzar un nuevo programa con el FMI hace falta construir múltiples niveles de consenso, y enfatizó que lo más importante no es que se haga rápido, sino que se haga "bien".