El viernes recibió el respaldo unánime del Parlamento del país, la Asamblea Popular Nacional, donde sus casi 3.000 miembros se levantaron y aplaudieron mientras se anunciaban los resultados en el Gran Salón del Pueblo de Pekín. El ascenso al poder de Xi, de 69 años, era casi una certeza, después de que fuera reelegido secretario general del gobernante Partido Comunista durante el importantísimo XX Congreso del partido, celebrado el año pasado.
Pero Xi, que también ha sido reelegido presidente de la Comisión Militar Central, se enfrenta a crecientes desafíos durante su próximo mandato de cinco años. El crecimiento económico se ralentizó a sólo el 3% el año pasado, ya que sus estrictas políticas de control por el covid pasaron una elevada factura a una amplia gama de negocios y actividades.
Aunque ahora se han levantado las restricciones, la rivalidad de China con EE.UU. se ha intensificado, y la administración Biden intenta frenar las exportaciones de tecnología para socavar el progreso de los avances tecnológicos y militares de Pekín.
Xi, por su parte, emitió una rara crítica directa a EE.UU. En un discurso ante delegados esta semana, culpó a Washington de liderar a los países occidentales en ejecutar una "contención, cerco y supresión total contra nosotros".
Los líderes chinos han pedido a toda la nación que innove y logre la autosuficiencia tecnológica, y Xi subrayó el miércoles la urgencia de acelerar la independencia de la alta tecnología y reforzar la resistencia de la cadena de suministro durante una reunión de delegados militares.
Los planes de Pekin
Para ello, también está en marcha una amplia renovación de los organismos gubernamentales. Pekín dio a conocer esta semana planes que incluyen la reestructuración del Ministerio de Ciencia y Tecnología para "asignar mejor los recursos para superar los retos en las tecnologías clave y centrales", según publicó la agencia oficial de noticias Xinhua.
El gobierno también está creando un regulador financiero ampliado directamente dependiente del Consejo de Estado. Encargada de supervisar a los holdings financieros y de proteger a los consumidores, la administración propuesta absorberá a la Comisión Reguladora de Bancos y Seguros de China y algunas funciones del banco central, el Banco Popular de China.
Aunque Xi expresó su apoyo a las empresas privadas y a los empresarios, también indicó que es poco probable que se relajen a corto plazo los esfuerzos reguladores para frenar al sector privado. Recordó a los líderes empresariales sus responsabilidades de cumplir la ley y apoyar la "prosperidad común", una campaña del gobierno destinada a reducir la desigualdad mediante la difusión de la riqueza.