De Islandia a Taiwán y de Alemania a Nueva Zelanda, las mandatarias están dando lecciones al mundo sobre cómo manejar una crisis gravísima.
La verdad
Angela Merkel, la canciller de Alemania, se levantó temprano y les dijo con calma a sus compatriotas que este era un virus serio que infectaría hasta el 70% de la población del país. Es cosa seria, dijo, tómenselo en serio. Fue lo que hizo ella, entonces los demás la imitaron. Los tests comenzaron desde el primer día. Alemania se salteó las etapas de negación, ira e mentiras que vimos en otros países. Las cifras de Alemania están muy por debajo de la de sus vecinos europeos y hay señales de que el país podría comenzar a levantar algunas restricciones relativamente pronto.
Firmeza
PAÍS / LÍDER / CANTIDAD DE MUERTOS
Una de las primeras y más rápidas para intervenir fue Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán. En enero, al primer indicio de una nueva enfermedad, Tsai presentó 124 medidas para frenar su propagación sin tener que imponer las cuarentenas que se volvieron comunes en el resto del mundo. Ahora, les enviará 10 millones de máscaras a EE.UU. y Europa. Según la CNN, Tsai tuvo una de las mejores reacciones del mundo y mantuvo la epidemia bajo control: Taiwán informó solo seis muertos.
En Nueva Zelanda, Jacinda Ardern aplicó la cuarentena desde temprano y fue clarísima respecto al nivel de alerta máxima y los motivos. Impuso el autoaislamiento a los que ingresaban a Nueva Zelanda con notable anticipación, cuando recién había 6 casos en todo el país, y poco después prohibió por completo la entrada de extranjeros. Esa claridad y esa firmeza están salvando a Nueva Zelanda de la tormenta. Hasta mediados de abril, el país registra solo cuatro muertes, y mientras otros países hablan de levantar restricciones, Ardern hace al revés: obligó a todos los neozelandeses que regresen del exterior a hacer cuarentena en locales designados durante 14 días.
Tecnología
Islandia, dirigida por la primera ministra Katrín Jakobsdóttir, ofrece tests gratuitos de coronavirus a todos sus ciudadanos, y será un caso práctico clave sobre la verdadera propagación y las tasas de mortalidad de la COVID-19. La mayoría de los países les hizo tests solo a las personas con síntomas activos; Islandia lo aplicó a toda la población. Su proporción entre cantidad de tests y población es cinco veces más alta que la de Corea del Sur, y el país armó un sistema exhaustivo de monitoreo con el cual no fue necesario hacer cuarentena o cerrar las escuelas.
En diciembre, Sanna Marin se transformó en la jefa de Estado más joven del mundo cuando fue electa en Finlandia. Hizo falta una líder millennial para que un Gobierno usara a los influencers de redes sociales como agentes clave en la lucha contra el coronavirus. Marin reconoció que no todos leen los diarios e invitó a los influencers de todas las edades a divulgar información fidedigna sobre cómo manejar la pandemia.
Amor
La primera ministra de Noruega, Erna Solberg, tuvo una idea innovadora: usar la televisión para hablarles directamente a los niños de su país. Solberg tomó como modelo la conferencia de prensa de solo tres minutos que había dado un par de días antes su homónima danesa, Mette Frederiksen, e hizo la suya exclusivamente para niños, sin adultos. Respondió las preguntas de chicos de todo el país y se tomó un tiempo para explicar por qué está bien sentir miedo. El carácter obvio y al mismo tiempo original de la idea es tremendo. ¿Cuántas innovaciones simples y compasivas más habría con más líderes mujeres?
Es hora de que lo reconozcamos y votemos más mujeres.
Autor: Avivah Wittenberg-Cox