China y varios otros países han suspendido las importaciones de carne vacuna brasileña tras confirmarse el mes pasado un caso de la enfermedad de la vaca loca, desatando una especial preocupación en el sector ganadero del país. Mientras tanto, los expertos se mueven rápidamente para investigar la enfermedad vinculada que por el momento es mortal, incurable y puede trasladarse a humanos.
La encefalopatía espongiforme bovina, o EEB, es una enfermedad progresiva, intratable e invariablemente mortal que afecta a las vacas. Los científicos creen que la EEB está causada por priones -versiones mal plegadas de proteínas normales que de algún modo obligan a sus homólogas a adoptar su forma anormal- que atacan el cerebro y el sistema nervioso, destruyéndolos gradualmente.
Las vacas enfermas pueden mostrar signos de incoordinación, como dificultad para caminar o levantarse, espasmos y, posiblemente, mostrarse agresivas o agitadas, lo que le ha valido el apodo popular de enfermedad de las vacas locas.
Una vaca puede contraer la EEB tras ingerir alimentos contaminados con la proteína priónica -los ganaderos suelen alimentar al ganado con partes de animales, incluso de otras vacas, y los priones son increíblemente difíciles de neutralizar- aunque muy raramente la enfermedad surge de forma espontánea.
Aunque los humanos no pueden contagiarse de las vacas locas, comer carne de una vaca que haya tenido la enfermedad desencadena el equivalente humano -una variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob- que provoca daños cerebrales progresivos y, en última instancia, mortales.
No existe tratamiento y la mayoría de las personas mueren en el plazo de un año desde el inicio de los síntomas, que incluyen pérdida de coordinación, cambios de personalidad, pérdida de memoria y problemas de visión, y que pueden seguir a un periodo de incubación potencialmente largo, de más de una década.
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Gran número
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232. Ése es el número de personas que han muerto a causa de la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob vinculada al mal de las vacas locas, según la Administración de Alimentos y Medicamentos. La mayoría de estas personas han vivido en el Reino Unido en algún momento de sus vidas.
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La mayoría de los casos de EEB se concentraron de forma similar en el Reino Unido. El consumo de carne contaminada es responsable de la mayoría de estos casos, aunque un puñado de casos se han rastreado hasta personas que recibieron transfusiones de sangre de donantes que posteriormente desarrollaron la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
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El Ministerio de Agricultura de Brasil confirmó un caso de la enfermedad de las vacas locas a finales de febrero. El descubrimiento provocó la suspensión automática de las ventas de carne de vacuno a China, a la que se unieron Tailandia, Irán y Jordania el jueves. Rusia también bloqueó las importaciones, aunque limitó la prohibición a las exportaciones procedentes del estado en el que se halló la infección, Pará.
El ministerio de Agricultura brasileño anunció el jueves que la infección era "atípica", citando una investigación de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMA). Atípica significa que la proteína anormal se formó espontáneamente, lo que ocurre de forma natural a niveles muy bajos en todas las poblaciones de ganado, en particular entre las vacas más viejas.
La WOAH califica de "insignificante" el número de casos de EEB atípica, que sólo se descubrieron tras la aplicación de medidas de vigilancia reforzadas después del brote de EEB clásica de los años noventa. No hay pruebas de que las variantes atípicas de la EEB sean transmisibles y los expertos no creen que supongan un riesgo significativo para los seres humanos, aunque esto no se sabe con certeza debido a su rareza.
Brasil es el mayor exportador de carne vacuna del mundo y una prohibición de carne brasileña a China, su mayor cliente con diferencia, podría resultar ruinosa. Las prohibiciones por estos casos atípicos suelen ser temporales, pero pueden durar meses.
Muchos países dejaron de importar carne vacuna de Gran Bretaña por completo tras un brote que infectó a miles de vacas en los años 90 -el mayor del mundo- y varios, como China y EE.UU., sólo han reanudado las importaciones en los últimos cinco años. Las exportaciones británicas de cordero también se vieron afectadas y, durante décadas, a las personas que vivieron en el Reino Unido durante el brote se les ha prohibido donar sangre en países como Irlanda, Francia, EE.UU. y Australia.
