A cinco meses de la invasión de Rusia a Ucrania la guerra parece no tener un final en el horizonte. Lo que tampoco parece tener una conclusión son las múltiples sanciones económicas y financieras de Estados Unidos y Europa a Moscú, que generaron un boicot corporativo contra la economía rusa y pusieron en primer plano la creciente influencia de la geopolítica en el mundo de los negocios.
La guerra en Ucrania es un gran ejemplo de eso. Si bien las sanciones no fueron eficaces para que Rusia se retirara de Ucrania, infligieron costos económicos considerables, que dañan las capacidades del Kremlin para iniciar otro conflicto bélico en el mediano y largo plazo. El Banco Central ruso prevé una contracción del PBI de entre 8 y 10% en 2022. Salvo las exportaciones energéticas, el comercio fue muy afectado, mientras que el flujo de inversión extranjera se desplomó, con la salida del país de decenas de multinacionales occidentales.
Según la “Lista de Compañías Dejando y Permaneciendo en Rusia” que confecciona la Escuela de Management de Yale, casi mil compañías redujeron sus operaciones en ese país.
“Las sanciones están demostrando tener un alto acatamiento por parte de un importantísimo número de compañías multinacionales de distinta rama y actividad, muchas de las cuales han anunciado públicamente la interrupción de sus operaciones o directamente su retirada del mercado ruso”, explicó a Forbes Argentina Roberto Sorzana, abogado certificado internacionalmente como especialista en sanciones internacionales por la Association of Certified Sanctions Specialists, y autor de publicaciones académicas en la temática.
Un intrincado mecanismo de sanciones
Tras el fin de la Guerra Fría, la atención del establishment de política exterior y seguridad internacional de Estados Unidos pasó de la competencia con la ex Unión Soviética a centrarse en los llamados “rogue states” (“Estados villanos”), percibidos como amenazas a la paz internacional. Sus bienes, operaciones comerciales y financieras, y principales dirigentes comenzaron a ser alcanzados por sanciones impuestas por Washington.
La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) es el organismo que administra los programas de sanciones de Estados Unidos: desde el de Rusia hasta el de Irán, Corea del Norte, Venezuela y Cuba.
“En el mes de mayo tuve la oportunidad de participar en una serie de reuniones que se llevaron adelante en los Estados Unidos sobre la situación en Ucrania y las sanciones sobre la Federación Rusa. En varias oportunidades, funcionarios de la OFAC del más alto nivel expresaron su asombro por la respuesta del sector empresario, a la que calificaron de 'sin precedentes'”, aseguró Sorzana, compliance officer en compañías del sector energético durante más de una década, certificado por la Compliance Certification Board de los Estados Unidos.
La OFAC juega un rol central reglamentando el alcance de las restricciones que se derivan de las sanciones internacionales, e impulsando investigaciones por posibles incumplimientos. Pero no es la única dependencia encargada de aplicar esas medidas: también intervienen el Departamento de Estado y el de Justicia.
En los últimos años el régimen de sanciones internacionales se complejizó, pasando de perseguir a grupos terroristas, narcotraficantes o de trata de personas a castigar las políticas exteriores de Estados. “Hoy vemos que son medidas de un contenido político muy fuerte”, asevera.
Qué oportunidades y amenazas enfrentan las empresas argentinas
Aquellas empresas argentinas que quieren internacionalizarse deben evaluar cómo las sanciones pueden afectar su negocio. “Mi recomendación es que se informen sobre las restricciones vigentes con ese país y se cercioren que no están llevando adelante una transacción con una compañía o un individuo sancionado”, afirma Sorzana.
Para eso, es crucial no sólo revisar qué personas y compañías están sancionadas, sino también analizar las entidades bancarias mediante las cuales se paga o cobra, lo que llevaría a violar la sanción internacional.
“Hoy hablamos específicamente de las sanciones que pesan sobre la Federación Rusa por su actualidad, y por la complejidad de las restricciones que han sido impuestas por los Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, o por la Unión Europea. Pero no debemos perder de vista que hay múltiples regímenes de sanciones vigentes: algunas recaen sobre países lejanos, pero otras afectan a países del continente como Cuba o Venezuela, que sí tienen vínculos con la República Argentina”, concluye Sorzana.
Cualquier decisión de inversión y operación comercial con contrapartes de otro país debe ser evaluada hoy bajo la lupa geopolítica y legal, en un mundo donde la globalización de riesgos poco a poco reemplaza a la globalización de costos.