¿No son fascinantes las teorías conspirativas, especialmente cuando se contradicen entre sí?
Políticos de EE.UU. y China insinuaron que el coronavirus COVID-19 (SARS-CoV2) que está causando la pandemia podría ser un arma biológica fabricada en un laboratorio. La única diferencia entre sus teorías conspirativas es el acusado de fabricarla.
Uno de los más indignados es el senador por Arkansas Tom Cotton, quien señaló la existencia del laboratorio de bioseguridad nivel cuatro (BSL-4) en Wuhan, China, la ciudad donde surgió el brote. El laboratorio tenía guardados algunos tipos de coronavirus, entre otros patógenos. Sí, esa es la prueba.
Las instalaciones BSL-4 tienen el máximo nivel de seguridad para un laboratorio biológico porque trabajan con agentes peligrosos y potencialmente mortales, como el ébola, la fiebre de Lassa y los virus de Marburgo. O sea, el personal no se tira los virus como si fueran pelotas ni se los guarda en el bolsillo. Para que lo designen BSL-4, el laboratorio tiene que contar con sistemas de ventilación apropiados, paredes reforzadas, sistemas de seguridad y construcciones para que el peligro quede adentro y la seguridad, afuera.
¿No es un poco raro, entonces, que haya un BSL-4 en una ciudad como Wuhan, Chiná La verdad que no. Ya hay por lo menos seis instalaciones BSL-4 en EE.UU., en Atlanta, Frederick, Galveston, Hamilton y San Antonio. De acuerdo con el sitio web de la Federation of American Scientists, habría siete más planificados, en construcción o posiblemente terminados en ciudades como Boston y Richmond. Estos laboratorios también estudian y contienen una amplia gama de patógenos peligrosos. Entonces, como decía, que haya un laboratorio para estudiar agentes patógenos no significa que ese laboratorio haya propagado nada.
Para no ser menos, en China sugieren cosas parecidas, solo que en este caso el que fabricó el virus y lo lanzó en China es EE.UU. ¿Qué evidencia concreta tienen de que el Ejército de EE.UU. creó el SARS-CoV2?
El peloteo continuó cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, se refirió al SARS-CoV2 como el “virus chino”, como se puede ver en el siguiente tuit:
Cuomo wants “all states to be treated the same.” But all states areñt the same. Some are being hit hard by the Chinese Virus, some are being hit practically not at all. New York is a very big “hotspot”, West Virginia has, thus far, zero cases. Andrew, keep politics out of it....
? Donald J. Trump (@realDonaldTrump) March 17, 2020
Ante la pregunta de por qué le decía así en vez de usar el nombre científico del virus, Trump afirmó que era una respuesta a la afirmación de que el Ejército de EE.UU. había creado el virus.
De hecho, no solo no hay evidencia que corrobore estas teorías conspirativas, sino que también hay cada vez más pruebas científicas sólidas contra ambas. Los científicos están realizando análisis genéticos para determinar dónde surgió el virus y cómo terminó infectando a seres humanos.
Ya había fuertes indicios para el 26 de febrero de 2020, cuando se publicó un artículo de perspectiva en el New England Journal of Medicine. En el documento, el médico David M. Morens; Peter Daszak, un doctor del Instituto Nacional de Salud de EE.UU. (NIH, por sus siglas en inglés); y el médico y doctor Jeffery K. Taubenberg escribieron: “Naturalmente, los científicos nos dicen que el SARS-CoV-2 no se escapó de un frasco: sus secuencias de RNA son muy parecidas a las de los virus que circulan sigilosamente en los murciélagos y la información epidemiológica implica que surgió en murciélagos e infectó a especies de animales no identificadas que se venden en los mercados de animales vivos de China”.
Un estudio descrito en la carta de unos investigadores publicada recientemente en Nature Medicine aportó todavía más evidencia de que el SARS-CoV2 es natural y no artificial. En la carta, el equipo de investigadores cuenta que analizó las secuencias genéticas que codifican las puntas hechas de proteínas sobre la superficie del SARS CoV2. El virus parece una maza medieval, con un montón de espinas que sobresalen de su forma esférica.
Por lo visto, partes de estas proteínas puntiagudas son tan efectivas para engancharse a los receptores específicos de las células humanas que cuesta imaginarse que las haya creado el ser humano, no con la tecnología actual.
Todo esto fundamenta todavía más la teoría de que el virus pasó de los murciélagos a los seres humanos por medio de otro huésped animal. Esto no necesariamente significa que el virus haya empezado a causar problemas no bien comenzó a infectar a las personas; también es posible que haya dado el salto a los humanos hace más tiempo y haya pasado más tiempo entre nosotros antes de evolucionar a su problemática versión actual. Pronto lo sabremos.
Por Bruce Y. Lee
Traducción: Santiago Farrell