Rusia sobrevivirá a la crisis del petróleo. No va a ser como en las viejas épocas de la Unión Soviética, cuando una caída del barril de petróleo a US$ 10 destruía el sistema. La Rusia moderna está conectada a los mercados de capitales y tiene dólares: US$ 563.000 millones en reservas internacionales, para ser exactos, el segundo mercado emergente con más fondos en su banco central después de China. Se las va a arreglar.
Conservadora como siempre, Rusia solo está gastando en proteger a su clase obrera de la pandemia que viene de China. Al haber expandido su red de seguridad provisoriamente, como la mayoría de los países, Rusia sufrirá un fuerte deterioro en sus cuentas, incluyendo un déficit de 5,5% del presupuesto primario.
El pronóstico para este año es totalmente diferente al superávit de 0,8% que se había proyectado. Luiz Peixoto, un economista de BNP Paribas, no anticipa que esto afecte la capacidad de financiamiento de deuda de Rusia. La razón entre deuda y PIB del país no llega a 35%.
No le bajarán la calificación crediticia, afirma Peixoto. Rusia no parece particularmente expuesta a eso pese al shock que se viene. Nuestro simulador (de crédito) indica que va a ser al revés, agrega.
Los que invierten en acciones ven con buenos ojos las de Rusia porque están más baratas que nunca. Compramos acciones de Gazprom, Norilsk Nickel y X5 y queremos comprar más de Yandex, declaró Arent Thijsen, gerente de fondos de Blauwtulp Wealth Management en Países Bajos. Muchas acciones de empresas rusas están muy baratas y presentan un crecimiento inesperadamente sólido, afirmó Thijsen.
El acuerdo entre la OPEP y sus aliados para recortar la producción achicó los ingresos que recauda Rusia con su petróleo y ahuyentó a los inversores locales de las grandes y rentables empresas de petróleo y gas del país.
Por otro lado, una mejor temporada de cosecha de granos y la demanda sostenida de alimentos en todo el mundo podrían proteger al Gobierno ruso y evitarle problemas financieros si las cuarentenas provocan más daños de lo imaginado.
Considerando la variedad de consecuencias económicas de las cuarentenas, en el peor de los casos el PBI de Rusia podría achicarse cerca de 10%. En otras palabras, el riesgo de una caída es real. La diferencia entre la Rusia actual y la de los soviets es que el país está más conectado a los mercados de capitales de Occidente: no está cerrado y su moneda está en un régimen de flotación libre.
El CEO de Sberbank, Herman Gref, describe la crisis actual como una pavada en comparación a las catástrofes económicas que ya vivió el país. Con todo, la dependencia del petróleo y gas sigue siendo un gran problema años después de la caída de la Unión Soviética, y hoy tiene efectos diferentes; por ejemplo, la presión política es más relevante que antes.
Analistas de TS Lombard dirigidos por Chris Granville opinan que Rusia caerá en una recesión más profunda que la última, en 2014, cuando el petróleo estaba en caída libre y el banco central ruso cambió su política para el rublo.
Esta vez, Rusia tendrá un déficit presupuestario mayor, lo que pondrá en riesgo el conservadurismo fiscal que a muchos inversores extranjeros ? especialmente a los bonistas? les gusta del país. Después de la pandemia, puede que Rusia tenga que pedir mucha más deuda, y se lo puede permitir.
La clase dirigente capitaneada por Putin, el partido Rusia Unida, se presentará a elecciones legislativas en septiembre de 2021. Si los rusos siguen sintiendo que no llegan a fin de mes, podría haber malas noticias para el partido que dirige el país desde la caída de la Unión Soviética. La dependencia del petróleo ya los destruyó una vez y nadie quiere que eso se repita.
Autor: Kenneth Rapoza