En el Día Mundial de la Hipertensión, cardiólogos anticipan un aumento del monitoreo de los valores de presión en el domicilio, lo cual permitirá ajustar mejor la medicación y prevenir complicaciones cardiovasculares.
Aunque bastante se ha hablado sobre las consecuencias negativas de la pandemia sobre otras condiciones o enfermedades, por el descalabro económico, las barreras a la atención o el retraso de las consultas, con la hipertensión arterial podría darse un efecto paradójico: es posible que, en la era post-COVID-19, aumente la proporción de personas que logren tener los valores de presión bajo control, lo que podría evitar millones de eventos cardiovasculares y muertes.
Así lo creen algunos cardiólogos, quienes sostienen que esta crisis va a servir para impulsar el control regular de la presión en el propio domicilio o en farmacias cercanas, del mismo modo que ya lo está haciendo con la telemedicina, las reuniones de trabajo vía Zoom o con modalidades de educación a distancia.
No me cabe ninguna duda de que el mundo va a cambiar, se van a fundar nuevos estamentos y la hipertensión arterial, que era una de las condiciones peor tratadas, va a estar mucho mejor controlada, vaticina en diálogo con FORBES Argentina el cardiólogo Rafael Díaz, socio fundador del Instituto Cardiovascular de Rosario y director de Estudios Clínicos Latinoamérica.
Según datos del estudio RENATA 2, realizado en 25 ciudades de Argentina por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) y la Federación Argentina de Cardiología (FAC), 1 de cada 3 mayores de 18 años es hipertenso, pero solo un 40% de ellos lo sabe; y, entre todos aquellos identificados y tratados, solo la mitad recibe medicamentos y apenas uno de cada cuatro está controlado.
Esta ineficiencia diagnóstica y terapéutica tiene su precio: en el país mueren 8 personas por hora por afecciones cardiovasculares, en las que la hipertensión es uno de los principales factores de riesgo.
Y una de las razones es que muchos pacientes no controlan sus registros de presión arterial, salvo cuando ven al médico dos o tres veces al año.
Si en lugar de dos mediciones, los pacientes pudieran tener 12, 20, 30 o 40, los médicos podríamos obtener un perfil de la curva de presión mucho mejor y ajustar en consecuencia la medicación, dice Díaz. También permite identificar y discriminar la llamada hipertensión de guardapolvo blanco, relacionada con el estrés de la consulta, de aquella que se sostiene el resto del tiempo.
La literatura médica sugiere que el mayor acceso a determinaciones mejora la adherencia y los resultados de los tratamientos. En 2017, un estudio liderado por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) de Buenos Aires y publicado en JAMA reveló que una intervención multicomponente en 18 centros públicos del país, que tenía entre sus pilares la visita regular de promotores de salud y la entrega de tensiómetros para tomarse la presión en el hogar, permitió que el 70% de los participantes lograran un buen control de la hipertensión.
La disrupción generada por la pandemia es una buena oportunidad para que crezca el monitoreo de la presión arterial en el domicilio, señala a FORBES Argentina Miguel Schiavone, jefe de Hipertensión Arterial del Servicio de Cardiología del Hospital Británico de Buenos Aires. Y aunque hay protocolos precisos para hacerlo, como, por ejemplo, hacer dos determinaciones con un minuto de separación durante siete días, la rutina de control más o menos periódica puede sostenerse en el tiempo.
¿Qué se necesitá En principio, equipos validados, ya sean tensiómetros aneroides o digitales, que hacen la medición de manera automática. En el caso de estos últimos, se puede verificar su calibración con el fabricante, yo sugiero hacerlo cada 5 o 6 años, propone Schiavone. Y si da mal, lo conveniente es comprarse otro equipo.
Respecto de la técnica, médicos australianos recomiendan en The Conversation una serie de pasos para tomarse la presión durante la cuarentena y cuando pase la pandemia. Entre ellos,
Hacer las mediciones aproximadamente al mismo tiempo del día.
No fumar o tomar bebidas con cafeína desde 30 minutos antes.
Quedarse tranquilo en los 5 minutos previos, sin hablar o distraerse con otras personas o la televisión.
Sentarse correctamente, con los pies sobre el piso, las piernas sin cruzar, el antebrazo desnudo y la espalda apoyada sobre un respaldo.
Anotar los registros.
En todos los casos, y eso es particularmente importante recordarlo durante esta pandemia, quedarse y controlarse en casa no significa dejar de buscar asistencia cuando aparecen síntomas como dolor de pecho, arritmia o falta de aire, ya que una consulta tardía puede conllevar a un peor pronóstico, afirma Schiavone.
La falta de control y de realización de estudios es un hecho grave que no debe ser minimizado: las personas con o sin enfermedad cardiovascular conocida o con factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes, colesterol elevado, obesidad y sedentarismo deben ser responsables y comunicar los síntomas a sus médicos. Del mismo modo, no deben posponer sus estudios e intervenciones ya que esto deriva en aumento de complicaciones y mortalidad, señaló José Luis Navarro Estrada, presidente de la SAC, entidad que manifestó su preocupación en un comunicado conjunto con la FAC y el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI).