Diego Maradona fue un ejemplo y mil ejemplos a la vez. Pero el más relevante es el que eligió la Oxford Union Society hace 25 años cuando le otorgó el título honorífico de Maestro Inspirador de los Soñadores de Oxford. La visita la había organizado Esteban Cichello Hubner, un cordobés de clase baja que había obtenido becas para forjarse un destino impensado en su infancia. ¿Por qué Maradona, le pregunté un mes antes de aquella visita. Porque es un ejemplo de superación que nunca podrá ser opacado y que merece reconocimiento, admiración y agradecimiento, respondió.
A pesar de haber convocado en otras ocasiones a figuras como Mijail Gorbachov, Elton John o la Madre Teresa de Calcuta, la presencia de Maradona desbordó el recinto donde fue ovacionado en varias oportunidades, en especial aquí, cuando hizo 15 jueguitos con una pelota de golf que le tiraron de uno de los balcones.
Años más tarde, lo entrevisté para la revista Noticias en la casa de Guillermo Cóppola. Y le pregunté, entre todos los obstáculos que había tenido en la vida, cuál había sido el más difícil de superar. Esa es una de las preguntas centrales que Mihaly Czikszntihalyi, autor de Flow y máxima eminencia sobre creatividad, le formuló a una docena de Premios Nobel, artistas o científicos que habían modificado un campo o creado uno nuevo: los creativos con mayúscula, como los definía.
Maradona se tomó unos segundos para pensar la respuesta: Yo salí desde muy, muy abajo y un día, estaba en lo más alto: visitaba reyes, al Papa, presidentes, tenía todo lo material, todo lo que quería? ¿sabés cómo te hace eso acá?, dijo mientras se tocaba la cabeza.
Poco tiempo después de esa entrevista, con un amigo creamos un equipo de fútbol amateur al que bautizamos Gracias Doña Tota, un homenaje extendido a su madre. Al equipo, que lleva 21 años, le sucedió un hecho increíble, contado al final de esta nota, y que fue compartido por las propias hijas de Maradona.
Con 35 años de edad, me sigo repitiendo como cuando era chico: jugador de fútbol, jugador de fútbol, les decía a los estudiantes en Oxford. El fútbol, el juego, lo lúdico, nos devuelve a la infancia, la extiende, nos brinda la ilusión de detener el tiempo. Por eso fuimos a Sudáfrica en el 2010, con un grupo de amigos y una bandera gigante que decía Gracias Doña Tota. Maradona sonrió al verla colgada en un entrenamiento, una noche fría de Pretoria.
A lo largo de la historia, Forbes publicó notas y noticias de Maradona desde un ángulo de negocios o de ciencia. La última, hace poco, sobre los números del 10 y sus nuevos emprendimientos. Pero hoy no importan los rankings, no importa la fortuna, no importa el negocio. Murió Diego Maradona, un hombre que se inventó a sí mismo, que nació y se crió en la pobreza, que logró cumplir su sueño, que tuvo la fortaleza, el talento, el esfuerzo y la perseverancia para lograr ser el mejor del mundo en una actividad practicada por millones de personas en todo el mundo.
El escritor inglés, de origen pakistaní y admirador de Maradona- escribió en Intimidad que las personas que tienen talento para la vida son aquellas que disfrutan de una existencia libre, tienen grandes proyectos y los ven realizados. Resulta imposible definir el grado de libertad que Maradona quiso, supo y pudo tener. Sobre su vida privada, quizás alcance su propia frase célebre, dicha entre llantos, en la cancha de Boca: Yo me equivoqué y pagué. O como dijo el gran escritor Roberto Fontanarrosa; "No me importa lo que Maradona hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía".
Acaso lo más emotivo del documental de Asif Kapadia, estrenado en Cannes el año pasado, resalta la arista más luminosa de Maradona, desde su niñez hasta los primeros años en Nápoles, con la frescura a pesar de los primeros golpes. Maradona no necesitó morir para ser un mito, la muerte no le agrega nada, no lo eleva: Ya estaba ahí.
Cuando Maradona se entrevistó a sí mismo en La Noche del Diez, en el año 2005, se preguntó qué le gustaría que dijeran en el cementerio el día de su muerte. Y él mismo se respondió: Gracias por haber jugado al fútbol, porque es el deporte que me dio más alegría, más libertad, tocar el cielo con las manos?. Y fue aún más preciso: Pondría una lápida que dijera: Gracias a la pelota".