"El endeudamiento externo de muchos países, que victimizó a Brasil en el pasado y hoy destroza a la Argentina, es causa de una flagrante y creciente desigualdad, y requiere un tratamiento del FMI que considere las consecuencias sociales de las políticas de ajuste", afirmó Lula durante el primero de sus dos discursos en la sesión plenaria.
Lula fue el único latinoamericano invitado por el antiguo grupo de países más poderosos del mundo, el G-7, que agrupa a Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania y Japón.
Lula se refirió a la Argentina en su discurso en el marco de la orden que dio a su gabinete públicamente al recibir este mes en Brasilia al presidente Alberto Fernández, de que iba a interceder ante el FMI y el banco de los Brics para permitir que su principal socio pueda disponer de reservas para que no se detenga el flujo comercial entre ambos países.
Además, Lula, según informó a Télam la oficina de prensa del Palacio del Planalto, se reunió este sábado en Hiroshima con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, que participó de la reunión plenaria de la cumbre de los países alineados detrás de Estados Unidos en el G-7.
Al lado del presidente estadounidense, Joe Biden, Lula intentó ser la voz de los emergentes y subdesarrollados en esa cumbre, fustigando al "dogma neoliberal" en la economía mundial y reclamando el cese del estado actual de la división de poderes geopolíticos en la ONU y en el resto de los organismos internacionales.
"El sistema financiero global tiene que estar al servicio de la producción, el trabajo y el empleo. Sólo tendremos un crecimiento sostenible real dirigiendo esfuerzos y recursos hacia la economía real", dijo Lula, quien en su frente interno mantiene una puja con el Banco Central, liderada por el bolsonarista Roberto Campos Neto, para reducir la tasa de interés y evitar golpes recesivos en la mayor economía latinoamericana.
Lula, en la casa del G-7, destacó la importancia del Grupo de los 20 y defendió un mundo multipolar, criticando la formación de "grupos antagónicos".
"No nos hacemos ilusiones. Ningún país puede hacer frente solo a las amenazas sistémicas actuales. La solución no está en la formación de bloques antagónicos o respuestas que incluyan sólo a un pequeño número de países. Esto será particularmente importante en este contexto de transición a un orden multipolar, que requerirá cambios profundos en las instituciones", aseguró.
Según Lula, "el mundo de hoy vive la superposición de múltiples crisis: la pandemia de la Covid-19, el cambio climático, las tensiones geopolíticas, una guerra en el corazón de Europa, presiones sobre la seguridad alimentaria y energética y amenazas a la democracia".
En ese marco, reclamó a los líderes del G-7 "un cambio de mentalidad, derribando mitos y abandonar paradigmas".
"No tiene sentido hacer un llamado a los países emergentes para que contribuyan a resolver las "múltiples crisis" que enfrenta el mundo sin que se atiendan sus legítimas preocupaciones, y sin que estén adecuadamente representados en los principales órganos de gobernanza global", aseguró.
Lula pidió la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU con mayor representación, y también defendió "la consolidación del G-20" que a partir de la crisis estadounidense de 2008 amplió la participación a países emergentes.