Los mercados financieros tienden a obsesionarse con el comportamiento del consumidor estadounidense y con razón: sus gastos representan más de dos tercios de la actividad en la economía más grande del mundo.
Pero la guerra comercial cada vez más interminable de Donald Trump se está cobrando una víctima olvidada que a los inversores no les conviene ignorar: los consumidores de la segunda economía más grande del mundo, China, afirma Douglas Porter, economista jefe de BMO Capital Markets.
Por sentido común, decíamos que las olas de aranceles de EE.UU. contra las importaciones de China se repartirían entre los consumidores estadounidenses, las empresas estadounidenses y los exportadores chinos, escribe Porter en una nota de investigación para sus clientes.
Hasta la fecha, parece que en gran parte el consumidor estadounidense viene salvándose, si bien la nueva serie de aranceles que se propuso afectaría mucho más los productos de consumo. Los consumidores de China no pueden decir lo mismo.
Porter afirma que son el grupo más golpeado por la guerra comercial, y ni siquiera se los tuvo en cuenta cuando empezaron las escaramuzas comerciales.
La magnitud de la desaceleración de China es una de las principales fuentes de incertidumbre para los analistas, que saben que no deben confiar en las cifras inusualmente estables sobre el PBI que publica el país.
Una desaceleración provocada por los consumidores frustraría una de las supuestas metas de la política economía de EE.UU. en relación con China: alejarla del modelo exportador para que pase a tener una economía más impulsada por el consumo.
Una encuesta reciente en EE.UU. muestra que muchas empresas no tienen planes de contingencia por si empeora la guerra comercial, lo que parece casi inevitable dados los pésimos antecedentes de Trump para cerrar acuerdos de verdad en vez de posar para la foto.
Al ignorar las reglas del comercio internacional, el gobierno de Trump degradó la imagen mundial del país y llevó a otros gobiernos a pensar en usar las mismas herramientas para limitar arbitrariamente el comercio, escribieron los economistas Douglas Irwin y Chad Bown, de la Dartmouth College y el Peterson Institute, respectivamente, en un ensayo publicado recientemente en Foreign Affairs.
En algunos aspectos, nada será como antes.
Basta ver la última medida arbitraria del gobierno: abrir un nuevo frente en la innecesaria guerra comercial al imponerle aranceles unilaterales al acero de Brasil, Argentina y Francia.