Parados a junio, se diluyen las posibilidades de avanzar antes de las elecciones en un programa de facilidades extendidas con el FMI que descomprima los vencimientos de capital por US$ 44.000 millones. La expectativa es que exista un guiño del organismo que permita refinanciar para después de las elecciones el vencimiento de US$ 2.400 millones con el Club de París antes de que venzan los 60 días de gracia para evitar el default.
La concentración de vencimientos fue un seguro que tomó el FMI para cerciorarse de que cualquiera que tomara las riendas del país se sentara a la mesa de negociación. Más allá de los errores de un programa que pretendió financiar la reelección con un esquema rígido, la cuenta capital abierta y flexibilidad cambiaria, que no haya habido transición en 2019 y haber avanzado en una renegociación de la deuda con privados sin enmarcarla en un acuerdo con el FMI fue un grave error que explica que la deuda recién reestructurada rinda 18%.
Pero, más allá de los errores, hay dos preguntas. La primera es cómo se llega a la elección. La soja en US$ 570/tn y los US$ 4.370 millones que caerían del “cielo” por la emisión de Degs dieron aire. En el último mes, la combinación de liquidez global con una consolidación fiscal en el margen y un BCRA comprando dólares convalidó rebote en los precios de los bonos y acciones (todavía en niveles bajísimos).
El costo es cuántas reservas se usan en el camino. El principal riesgo: la magnitud de la brecha cambiaria y el impacto sobre una inflación que desacelera lento. La segunda es cómo se sigue después de la elección. Un default no es opción; el Club de París exige un acuerdo con el FMI como garantía para reestructurar sus vencimientos, y China lo exige para sostener los desembolsos para financiar las inversiones en el país.
Un acuerdo que funcione para estabilizar debería incluir una dosis de:
Una definición sobre la nominalidad y la brecha cambiaria. Al ritmo de los últimos dos meses con un dólar de Contado con Liqui corriendo al 6% y un dólar oficial arriba del 1%, la brecha cambiaria saltaría al 96% en noviembre con un dólar oficial de $ 102. El BCRA va a intervenir antes, de ahí cuántas reservas quedan. La pregunta es cómo se sale de este entuerto.A esta distorsión de precios se suma la brutal dispersión de precios relativos en bienes y servicios. Paradójicamente, las dos anclas en 2021 fueron el salario y las jubilaciones. El intento de removerlas para poner “plata en la calle” choca contra los costos en los sectores “contenidos”.
Una definición sobre el sendero de consolidación fiscal. La corrección observada en 2020 no se sostiene en el tiempo si no operan decisiones de política asociadas a la nominalidad. Una es la movilidad previsional. La segunda es la dinámica de las tarifas y los subsidios. La tercera es qué pasa con los recursos cuya recuperación estuvo asociada al rebote de la actividad y la inflación, y sobre todo a las retenciones y al impuesto a la riqueza.
Una definición acerca del sobrante de pesos y el faltante de dólares en las reservas. El punto de partida es clave. Con la compra de dólares del BCRA, las reservas netas volvieron de un mínimo de US$ 2.700 millones en febrero a US$ 6.500 millones, y por las divisas del agro es posible que suban a US$ 8.000 millones en julio. Este monto y los Degs permitirían un nivel de US$ 12.500 millones que funcionaría como un punto de partida para un esquema de estabilización. No es lo mismo si se usan para pagarle al FMI ni si, para que no salte la brecha, el BCRA se ve obligado a acelerar la intervención en el dólar marginal. La concentración de vencimientos de la deuda de pesos del Tesoro se empieza a resolver cambiando la composición de los encajes de los bancos. En el corto plazo puede ayudar; a mediano, hay que ver cómo el BCRA maneja el excedente de pesos y el riesgo de poner deuda de pesos indexada del Tesoro en los balances de los bancos.
Una definición sobre algunos de los andamiajes que traban al funcionamiento de la economía. El mercado laboral, donde solo 5,8 millones de los 20 de la PEA tienen un empleo formal privado, requiere urgente una definición que evite el aumento en las inequidades y que se siga destruyendo la base imponible. Para empezar, una eliminación de la prohibición de despidos y la doble indemnización. La discusión no puede hacerse por separado del régimen previsional ni puede resolverse el déficit previsional aumentando la edad jubilatoria sin buscar una solución al esquema de indemnización. Se requiere una definición sobre la nueva movilidad previsional que motorizó el Gobierno. El esquema tributario requiere una discusión aparte. La combinación de brecha cambiaria con las alícuotas actuales está generando una erosión creciente de la base imponible que atenta contra el contrato social, el crecimiento y la viabilidad de la consolidación fiscal necesaria.
La agenda es noviembre. Lo que viene después por ahora es un punteo. El resultado de las elecciones no solo va a tener la lectura binaria del mercado, sino también la del peronismo respecto del futuro de la coalición de Gobierno que va a de- terminar la capacidad/decisión de avanzar en este sendero