Al frente de Alaska Comunicación, Juan Courel es uno de los asesores en comunicación más reconocidos del ecosistema, especialmente en el peronismo. Estuvo al frente de las campañas presidenciales de Daniel Scioli en 2015 y de Alberto Fernández en 2019. Desde Medellín, donde expuso en un congreso de comunicación política, dialogó con Forbes Argentina. El foco: unas elecciones presidenciales que siguen siendo una incógnita.
El gobierno ya está en su recta final. ¿Qué balance hacés de su gestión? ¿Qué recogen de los estudios de opinión pública que realizan?
Un poco pasó lo que el Presidente dice cuando habla de las siete plagas de Egipto. Realmente pasó de todo de una manera inimaginable. El último estudio mensual que hace mi firma junto con Trespuntozero nos dio números muy alarmantes. En primer lugar, el nivel de rechazo de la gestión era comparable con el de De la Rúa en el año 2001. No estoy diciendo en el 99, sino en el año en que no pudo mantenerse en el poder.
¿Es el piso más bajo de la serie histórica?
Es el piso más bajo, un nivel realmente grave. Por suerte no estamos en una situación de inestabilidad como la de aquel entonces. La situación social está más contenida y la política también está un poco más sólida. Pero no deja de ser una luz de alarma. Segundo, cuando uno ve las imágenes de dirigentes políticos, las más altas son de los opositores más radicalizados.
Javier Milei y Patricia Bullrich aparecen creciendo y por encima de, por ejemplo, Horacio Rodríguez Larreta. En tercer lugar, cuando llevamos escenarios de PASO, en el peronismo no emergió un candidato nuevo. La figura dominante sin ningún tipo de competencia sigue siendo Cristina y no hay nadie que pueda hacerle sombra en una interna. Corrida del escenario, tampoco es que las diferencias o los liderazgos son muy claros. Por primera vez apareció un escenario que no creo que finalmente suceda: si uno mide por frente electoral, un empate entre Milei y el Frente de Todos. Podría dejar al peronismo fuera de un ballotage, lo que sería su fracaso histórico más importante.
En quinto lugar también es alarmante que hay algunos escenarios en ballotage donde gana el voto en blanco. Por ejemplo, si uno pone a Rodríguez Larreta, que se presenta más moderado, contra el Frente de Todos, gana el voto en blanco. Después eso en campaña se revierte y se agrupa de otra manera, pero para el escenario preelectoral es muy llamativo.
En el último tiempo declinaron sus posibles candidaturas los últimos tres presidentes. ¿Qué lecturas hacés de los casos de Cristina y Macri?
Lo de Cristina me parece menos sorprendente, ya en 2019 lo había dicho. Además fue presidenta ocho años, tuvo su experiencia de gobierno, y por una cuestión de edad… Tal vez también pueda pesar en esa decisión la necesidad que tiene de llevar adelante un trasvasamiento generacional. De que emerjan otras figuras como Axel Kicillof o Wado de Pedro. Lo de Macri, con el diario del lunes, decimos que era lo lógico, era el candidato más débil en Cambiemos. No sé cuál es la motivación de su decisión. Me pregunto si nació de la dificultad que imagina para una campaña o para gobernar el país en este contexto y las resistencias que encontraría.
Cristina es la figura más relevante del peronismo desde hace mucho tiempo. ¿Hay una incapacidad en esa fuerza política para generar nuevas figuras? Suele mencionarse la potencialidad de los gobernadores, pero nunca terminaron de romper o dar el salto.
Me pregunto si realmente habrá habido vocación de hacerlo. Teniendo un presidente que tal vez pudiera representar ese peronismo que no es de Cristina -Alberto fue uno de los primeros en alejarse en su gobierno, en 2008- no se pusieron de acuerdo, no se juntaron, no construyeron un polo de poder alternativo. Por ejemplo, en 2017, ¿por qué no se juntaron Massa, Randazzo, Alberto y otro gobernador? No lo hicieron. Siempre me queda la duda de si hay una vocación de construir un peronismo que no sea de Cristina o lo que hay son intentos personales de ver si les toca a ellos. Que no es lo mismo.
Alberto Fernández ha dicho que no le gusta hacer un relato del poder que ejerce, pero a la vez dio infinidad de entrevistas. ¿Sus problemas son de comunicación o gestión?
Para mí no son ni de gestión ni de comunicación, aunque tiene problemas en las dos áreas. El origen es político. Ya de movida, imaginar que construir una narrativa de gobierno es algo innecesario es un problema. Porque poner palabras a las cosas es lo que nos permite pensarlas. Si uno no pone palabras es muy difícil construir política. La política y la comunicación son inescindibles.
Si somos animales políticos es porque tenemos aristotélicamente la capacidad de organizarnos. Nos organizamos a través del intercambio de información y eso es comunicación. Un político es en esencia un comunicador, y los otros le adjudican simbólicamente un lugar dentro de la tribu, de la organización.
Debe ser difícil, después de 10 años de no estar en la primera plana, con un equipo aceitado de pronto enfrentarse a algo tan grande con un aparato que además no fue construido por él, fue algo que Cristina le legó. Eso fue un problema. Ajustar a su equipo político, que se conozca, que sepa cuál es su rol, es muy difícil de hacer en poco tiempo. Y ni siquiera hablo del equipo de gestión.
¿Por qué está marcando tanto la agenda Milei? ¿Está recogiendo las demandas de otros espacios? ¿Sus propuestas?
Una diferencia poderosa entre 2001 y esta elección es que el “que se vayan todos” tiene una boleta: la de Milei. El enojo y el fastidio está metabolizado por el sistema político, que propone un partido y un candidato para acumular esos votos. Él canaliza una demanda en particular que es que sea otro diferente al que nos gobernó en estos tiempos, porque esos fracasaron. Después, las demandas en sí mismas no son tan claras. Bueno, las de ningún candidato lo son; no me gusta subestimar al votante de Milei, también hay incoherencias cognitivas en los votantes de los demás.
Pero hicimos un estudio sobre el voto de Milei y descubrimos que, por ejemplo, la mitad de la gente que quería votarlo estaba a favor de la protección de la industria nacional o de que hubiera mayor intervención del Estado en los asuntos económicos. Entonces no es que todos esos votos que aparecen en las encuestas para Milei están pidiendo dolarización y un libre mercado absoluto. Hay mucho voto fastidio, voto enojo, y él lo canaliza.
Y tiene centralidad porque no aparecen liderazgos más sólidos en las otras coaliciones. Me llama mucho la atención cómo él logra meter los temas en la agenda y los demás pasan a discutirlos. Ahí está la amenaza para Juntos por el Cambio. Porque de repente aparecen agrupados en discusiones sobre cómo resolver la inflación del lado del gobierno y eso seguro que no lo quieren.
Desde 2015 en cada elección tenemos más o menos un escenario de dos grandes coaliciones. La novedad que se espera es que Milei rompa con eso. ¿Cómo cambian los incentivos dentro de las dos coaliciones? ¿Complica más a Juntos por el Cambio por estar más a la derecha?
Las grandes coaliciones cambian sus discursos y sus estrategias. No sé si es lo que deberían hacer, pero entran en los debates de Milei. En el caso del peronismo un poco más porque les permite reforzar su polo y su identidad. Estando muy debilitado junto a la evaluación del gobierno, la mejor estrategia que tiene es contrastar con lo que hay enfrente. El mensaje es: las cosas no salieron como esperábamos, pero vos probablemente no quieras esto que están proponiendo, así que alejate.
“La dificultad para Massa sería salir a hacer campañas sin descuidar la agenda económica”
En el caso de Cambiemos es más complicado, porque queda en el medio. Y estamos en la era de la política de trincheras, donde cada uno está en su lugar y no se mueve. El medio es tierra de nadie, no existís, te caen bombas de los dos lados. El periodismo tiene menos audiencia, la política tiene menos votos, las redes sociales tienen menos interacciones. A Cambiemos le veo una mayor dificultad. Si le van a contestar a Milei poniéndose al lado del gobierno… mejor no contestarle. Que le peguen al gobierno con otra cosa, tienen posiciones para decir.
¿Imaginás una campaña de Massa presidente con una inflación que corre por encima del 100% interanual?
Es muy difícil. Puede ser candidato, porque en definitiva todos los candidatos del oficialismo se van a tener que hacer cargo de la situación económica. Y el discurso que tengan para explicar la situación económica va a tener que ser más o menos el mismo. La gran dificultad que tendría es salir a hacer campaña teniendo que ocuparse de la agenda económica. La campaña tiene que ser, en todo caso, su gestión como ministro. Debería hacerla desprovista de eventos que generen la sensación de que no se está ocupando del problema de la agenda. Minimizaría los actos, las acciones proselitistas clásicas y tradicionales y su presencia en publicidades. No me parece imposible.
¿Cómo ves la estrategia de Daniel Scioli de acercarse al kirchnerismo, al mismo tiempo que mantiene el vínculo con Alberto Fernández? ¿Cuál es su potencialidad?
Cualquier candidato oficialista, una vez que sea electo candidato, va a partir de la misma base. Daniel tiene grandes condiciones para llevar adelante una candidatura porque tiene mucha experiencia. El tema es cómo llegar a esa candidatura. Votos hoy en el peronismo solamente tiene Cristina y el escenario de las primarias no sé si va a existir. Su campaña no debería ser muy diferente del último tramo de su campaña de 2015, conocida como la campaña del miedo. Podría tal vez ecualizar mejor el mensaje no tan puesto en lo que van a hacer porque ellos ya lo dicen. La campaña de 2015 funcionaba porque él decía “Macri va a hacer cosas que no dice que va a hacer”. Hoy Bullrich o Larreta son más explícitos respecto a ese problema.
¿Ves escenarios en los que el oficialismo pueda reelegir?
Hay una correlación entre el aumento del índice de pobreza y las elecciones presidenciales en Argentina. Cada vez que sube el índice de pobreza ese gobierno no reelige. Se cumplió en todas las elecciones desde el 83. Es cierto que no es la ley de gravedad, no tiene por qué cumplirse para siempre. También es cierto que cuando vemos elecciones polarizadas, como las de Bolsonaro o Trump, que también empezaron sus campañas muy debilitados y terminaron perdiendo por casi nada, uno piensa que capaz las elecciones terminan siendo más parejas.
Porque la dinámica del debate público lleva a posiciones muy antagónicas. Cuando uno es muy antagónico agrupa a favor, pero también en contra, y en un ballotage las cosas pueden ser más parejas. Digo “pueden”, no le otorgo una gran probabilidad. Tienen que hacer muy buena campaña, ordenarse muy bien políticamente, ser muy precisos y quirúrgicos con el mensaje, no tienen que cometer errores, y mejor si la crisis no se agudiza. Pero incluso si la crisis se agudiza tenemos de referencia 2019. Macri en octubre fue a las elecciones con una situación económica peor que la que tenía la Argentina en agosto. En agosto perdió por 17 puntos y en octubre perdió por 8. No todo se explica por la economía.
¿Qué sería una sorpresa para estas elecciones?
Que no haya sorpresas. Todo puede pasar, por eso nada me parece demasiado sorprendente. Puede ganar Milei, podría el oficialismo. Lo más lógico sería que ganara Cambiemos, si no cometen demasiados tropiezos. Puede haber un crecimiento del voto en blanco, mucho abstencionismo electoral. Queda muy poco tiempo para que aparezca un candidato nuevo, pero puede pasar. Es tan impredecible el escenario que cualquier resultado me sorprendería o no me sorprendería por igual.