Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, iniciaron hoy en Ginebra, Suiza, su muy anticipada primera cumbre, con las relaciones bilaterales en su punto más bajo en medio de múltiples acusaciones y desacuerdos. Luego de saludar a Putin con un apretón de manos, Biden dijo que "siempre es mejor verse cara a cara", y el presidente ruso respondió que confiaba en que la reunión fuera "productiva".
Segundos antes, los dos mandatarios posaron para una foto junto con el presidente suizo, Guy Parmelin, que les dio la bienvenida en la entrada de la Villa La Grange, y, luego del saludo, pasaron al interior de la mansión, informó la agencia de noticias Sputnik.
El envenenamiento y encarcelamiento del líder opositor ruso Alexey Navalny, la tensión entre Rusia y Ucrania y acusaciones de que el Kremlin está detrás de ciberataques son algunos de los temas que más tensiones generan de los que se discutirán en la reunión. En cuanto a las cuestiones en las que hay mayor entendimiento incluyen el control de armamentos nucleares, el cambio climático, los programas atómicos de Irán y Corea del Norte y la estabilidad de Afganistán tras la retirada militar estadounidense y de la OTAN.
Putin aterrizó en el avión presidencial ruso poco después del mediodía y se dirigió directamente al lugar del encuentro, la Villa La Grande, un magnífico edificio del siglo XVIII, ubicado en el corazón de la ciudad, con una vista impresionante del lago Lemán. Las conversaciones comenzaron a las 13.27 (las 8:27 en Argentina), informó la agencia de noticias rusa Sputnik.
El Kremlin dijo que la reunión debía durar entre cuatro y cinco horas. Primero habría un encuentro en formato reducido que incluye a Biden, Putin y los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa, Antony Blinken y Serguei Lavrov. Luego, una sesión de trabajo más amplia.
El esperado encuentro en la neutral Suiza llega luego de que Biden, en su primera gira internacional como presidente, participara esta semana de una cumbre del G7 y otra de la OTAN en la que pudo escuchar a sus aliados de Europa antes de sentarse con Putin.
El 46° presidente de Estados Unidos, en el cargo desde enero, prometió que dirá a Putin cuáles son "las líneas rojas" que no debe franquear. "No busco un conflicto con Rusia, pero responderemos si Rusia continúa sus actividades dañinas", indicó el presidente estadounidense.
Biden dijo que "siempre es mejor verse cara a cara", y Putin respondió que confiaba en que la reunión fuera "productiva". "Siempre estoy listo", declaró Biden al llegar a Ginebra al ser cuestionado sobre su estado de ánimo antes de este encuentro que concentra la atención del mundo.
Pero el presidente ruso también tiene una larga experiencia en materia de cumbres. Desde que llegó al poder a fines de 1999 ya se codeó con cuatro presidentes estadounidenses. Biden es el quinto. Muchos expertos coinciden en que Putin ya logró lo que más deseaba: la celebración de la cumbre como muestra de la importancia de Rusia en el escenario mundial. En una entrevista con la cadena NBC, Putin dijo esta semana esperar que el presidente demócrata se muestre menos impulsivo que su predecesor republicano, aunque aprovechó la ocasión para calificar a Trump de hombre "talentoso".
El vínculo entre los presidentes
Las conversaciones están precedidas por meses de declaraciones cruzadas entre ambos presidentes, muchas de ellas de un cariz personal, más que institucional. En una entrevista en marzo, Biden dijo que estaba de acuerdo con la caracterización de Putin como un "asesino", tras lo cual Rusia llamó a consultas a su embajador y Putin respondió que Biden se describía a sí mismo, antes de desearle "buena salud".
El mandatario ruso desafió luego al estadounidense a celebrar un debate público y, cuando Biden propuso la cumbre días después, el Kremlin presentó la oferta como un intento de la Casa Blanca de reparar el daño generado por el comentario.
Las expectativas de resultados tangibles de la reunión son bajas, aunque hay esperanzas de que permita un mejor entendimiento entre dos de las mayores potencias que quite un factor extra de inestabilidad mientras el mundo busca recuperarse del coronavirus.
La espiral descendente en la relación comenzó luego de que Rusia se anexionara la península ucraniana de Crimea, en 2014, y de que la inteligencia estadounidense acusara a Moscú de interferencia en las presidenciales de 2016 en Estados Unidos.
Con información de Télam.