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Hay 267 posibles curas de la COVID-19 en desarrollo en todo el mundo: cuáles son las más viables

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9 Abril de 2020 09.53

La industria farmacéutica corre una carrera contra el tiempo para desarrollar una vacuna o tratamiento que al menos atenúe los efectos de la pandemia en el mundo. Forbes analizó los casos más prometedores.

En septiembre, Gallup publicó una encuesta de opinión que analizó la imagen que tenían los estadounidenses de las empresas del país y armó un ranking de 25 sectores. En el fondo de la tabla quedó la industria farmacéutica, con el puntaje más bajo desde que Gallup comenzó a hacer la encuesta en 2001.

“Quedamos abajo del Congreso, de los banqueros, de las tabacaleras”, se lamentó Ken Frazier, CEO del gigante farmacéutico Merck.

Pero un día llegó la pandemia.

Hoy, el mundo depende de la industria farmacéutica para salvar no solo vidas, sino también las economías de todo el mundo. Según un análisis de Umer Raffat, director administrativo sénior del banco de inversión Evercore ISI, en este preciso instante laboratorios y startups de biotecnología desde San Francisco y Boston hasta Tianjin, Tokio y Galilea están trabajando en por lo menos 267 curas para la COVID-19, lo que incluye pruebas para drogas que ya existen pero se diseñaron para otras dolencias, nuevas terapias experimentales y vacunas creadas de cero (ver la tabla con las 50 principales al final de esta nota).

El ataque contra el coronavirus se emprende desde todos los frentes. Hay vacunas basadas en péptidos sintéticos, formadas por dos o más aminoácidos unidos creados en un laboratorio para generar inmunidad al virus; están las llamadas “vacunas de ácidos nucleicos”, armadas genéticamente a partir de secuencias de ADN o ARN del patógeno; hay antivirales parecidos al Tamiflu, que atacan directamente al virus; hay nuevos remedios que usan medicamentos contra la artritis para contener al sistema inmunológico, que a veces mata sin querer a los pacientes al atacar con todo a la COVID-19. Por detrás de todas estas iniciativas en curso, está el hecho de que la mayoría de los remedios que se fabrican resultan infructuosos.

Vivek Ramaswamy, CEO de Roivant Sciences, una empresa de desarrollo de medicamentos que adquiere joyas ocultas entre drogas olvidadas, afirma que es difícil armar una estrategia nacional para el coronavirus con base en una vacuna que inmunizaría contra la COVID-19, porque en el mejor de los casos, conseguir algo listo para usar a escala nacional llevaría un año y medio. Pero si el coronavirus tiene latencia y se transforma en un problema permanente, parecido a la gripe de todos los años, será importante contar con vacunas.

La unidad de vacunas de Sanofi formó una sociedad con la Autoridad de Investigación Avanzada y Desarrollo Biomédico de EE.UU. (BARDA, por sus siglas en inglés) y partió del trabajo ya hecho para una vacuna contra el SARS y su programa de vacunas recombinantes. Sin embargo, Sanofi no proyecta realizar pruebas en pacientes hasta más o menos dentro de un año y medio.

Johnson & Johnson está trabajando en vacunas para la COVID-19 desde enero. A fines de marzo, anunció que una división suya, Janssen,  impulsaría una posible vacuna en una sociedad de US$ 1.000 millones con el Gobierno federal de EE.UU.; el objetivo sería fabricar rápidamente más de 1.000 millones de dosis. J&J afirma que su vacuna debería pasar por pruebas con seres humanos para septiembre y que las primeras tandas podrían usarse para los profesionales de salud que lidian directamente con el virus a comienzos de 2021.

Moderna Therapeutics, una empresa de biotecnología de Cambridge, Massachusetts, también firmó un acuerdo de sociedad con la BARDA. La empresa afirma que podría acortar el período relativamente extenso de desarrollo de una vacuna. Como el ébola y el sarampión, la COVID-19 es causada por un virus ARN, o sea, uno sin ADN que usa las células del portador para replicarse. Moderna se especializa en fabricar drogas basadas en ARN. En este caso, está intentando usar el ARN de mensajero para que la maquinaria celular fabrique proteínas que generen una respuesta inmune en el cuerpo y así creen anticuerpos capaces de protegerlo del virus. A mediados de marzo, Moderna comenzó a probar de dosis bajas de su vacuna basada en ARN en seres humanos en Seattle.

El CEO de Moderna, el multimillonario Stéphane Bancel, afirma que la vacuna de su empresa podría estar disponible para los profesionales de la salud ya para el tercer trimestre. De hecho, Bancel está tan ansioso por acelerar el proceso y le tiene tanta fe a la vacuna de Moderna que la empresa ya está usando fondos para apurar el paso y preparar los materiales para realizar pruebas clínicas de etapas avanzadas incluso antes de superar su primer obstáculo.

Otro frente importante y quizás más urgente en la guerra contra la COVID-19 son las terapias, porque prometen tener un efecto inmediato en los que ya se contagiaron y también contener el impacto de la segunda ola de la pandemia que se anticipa. Un excomisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), Scott Gottlieb, exhortó al Gobierno federal a formar sociedades sólidas con empresas que estén trabajando en terapias, tal como hizo con los fabricantes de vacunas. Algunos hospitales ya están usando hidroxicloroquina en combinación con azitromicina, un antibiótico que suele usarse contra infecciones bacterianas como la faringitis y la bronquitis. De hecho, un número aún no definido de centros en Argentina van a probar el uso del fármaco en el contexto del estudio clínico “Solidaridad” que impulsa la OMS en una decena de países.

Otro fármaco antiparasitario que podría tener potencial para enfrentar la pandemia es la ivermectina, que mostró resultados alentadores contra el virus en estudios in vitro realizados en Australia. Trascendió que dos grupos de investigadores del CONICET en Salta y Tandil, junto con la fundación Mundo Sano, presentaron un proyecto para empezar a ensayar la medicación en pacientes.

En Japón, el favipiravir (también conocido como Avigan), un antiviral fabricado por Toyama Chemical, filial de Fujifilm Holding, está demostrando potencial para reducir la gravedad y la duración de la COVID-19. En una prueba limitada con pacientes de China, los que fueron tratados con favipiravir ?cuyo uso como antiviral se aprobó en Japón en 2014?, dieron negativo del virus a los cuatro días, mientras que el grupo de control tardó 11 días en recuperarse.

Otro antiviral, el remdesivir de Gilead, mostró potencial preclínico, pero hay que administrarlo temprano y por vía intravenosa. El tema es que para cuando el paciente se contagió el Sars-CoV-2, quizás ya sea muy tarde. Los resultados de algunas pruebas clínicas del remdesivir se esperan ya para este mes.

Estos remedios pueden resultar eficaces para reducir el riesgo de que el sistema inmunológico desate una tormenta de citoquina. Las citoquinas son moléculas que indican a las células que hay que dar una respuesta inmunológica. En algunos casos de COVID-19, en particular en los pacientes más jóvenes, las moléculas exaltadas terminan haciendo que el sistema inmunológico no solo destruya el virus, sino también que ataque a órganos como los pulmones y el hígado, provocando fallas y en última instancia la muerte. Sanofi y Kevzara, un remedio de Regeneron, están trabajando en una terapia diseñada para prevenir esas avalanchas de citoquina.

Otro semillero de curas para el coronavirus son los anticuerpos monoclonales, que se adhieren a las proteínas puntiagudas del virus y así lo neutralizan. Esos anticuerpos se pueden “clonar” del plasma sanguíneo, iniciativa en la que Regeneron marcha a la cabeza. Para el nuevo coronavirus, la empresa los clonó de la sangre de ratones infectados que se recuperaron de la enfermedad. Si el nuevo tratamiento de Regeneron demuestra eficacia en las pruebas clínicas, podría estar listo para el tercer trimestre. Sería una revolución porque los anticuerpos monoclonales se pueden usar como cura para pacientes contagiados y como una especie de vacuna para la población general.

Eli Lilly y una empresa de San Francisco, Vir Biotechnology, también están usando anticuerpos monoclonales para crear su cura, pero están tomando los suyos de pacientes humanos que sobrevivieron a la COVID-19. Se están modificando anticuerpos de producción natural contra el virus para obtener un remedio que las empresas esperan poder producir en masa. En marzo, Vir anunció que identificó varios anticuerpos monoclonales humanos que podrían desarrollarse para frenar al virus y anticipó que las pruebas con humanos podrían comenzar dentro de tres a cinco meses.

En cierto modo, Vir y Eli Lilly están dando un giro moderno a un tratamiento que tiene más de un siglo, utilizando los anticuerpos de pacientes que se han recuperado de una infección viral y administrándolo a nuevos pacientes. De hecho, fue un método efectivo contra la difteria en la década de 1890 y la escarlatina en la década de 1920. Es el enfoque que, utilizado en Argentina desde la década del 70, bajó la mortalidad del mal de los rastrojos del 30% al 1%. Lo que las compañías farmacéuticas como Vir y Eli Lilly están haciendo hoy es mucho más específico porque sus investigadores están seleccionando el anticuerpo específico.

Mientras tanto, los centros de donación de sangre de EE.UU. ya están redoblando una táctica tradicional: juntar plasma de los pacientes recuperados de coronavirus, una iniciativa cuya eficacia todavía se está estudiando. El Ministerio de Salud en Argentina analiza por estos días un protocolo para empezar estudios con esta modalidad en varios hospitales de todo el país.

La carrera para encontrarle una cura a la COVID-19

La tabla a continuación representa cerca de 50 medicamentos, vacunas y remedios actualmente en desarrollo para combatir la pandemia de coronavirus.

Autor: Nathan Vardi

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