¿Era de verdad un "irresponsable", un "kamikaze" y un "pirómano" Emmanuel Macron? Esas fueron apenas tres de las críticas más suaves que recibió el presidente francés en las semanas previas a las cruciales elecciones legislativas derivadas de su decisión de disolver la Asamblea Nacional tras el triunfo de la derecha extrema en las elecciones al Parlamento Europeo. Superada la elección a doble vuelta, algunas de las críticas deberían ser revisadas: Francia puso freno, una vez más, a Marine Le Pen, y relegó a su partido al tercer puesto.
Cuando decidió disolver la Asamblea Nacional, Macron les dijo a los franceses que pedía una nueva legitimación. No podía gobernar, argumentaba, si el mensaje de los electores había sido tan contundente. Hay muchos matices y es fundamental destacar que Le Pen es más fuerte que nunca, pero el presidente francés cambió la dinámica de hasta hace apenas un par de días, y el titular más claro es el que él y la izquierda buscaban: la derecha extrema no gobernará Francia.
La pregunta es quién lo hará ahora. El Nuevo Frente Popular, que amalgama al socialismo tradicional, el Partido Comunista y La Francia Insumisa (LFI) del polémico Jean-Luc Mélenchon, ganó las elecciones con 182 escaños, pero el socialismo ya advirtió que Melenchon no puede ser primer ministro, e incluso dentro de su propia agrupación hay una importante resistencia por parte de algunos a que gobierne.
Benoît Pellistrandi es historiador francés y advirtió hoy en diferentes medios europeos acerca de lo que puede suceder: "Si gobierna la izquierda en Francia, por su radicalización, se expone a repetir los errores de 1981, cuando un flamante François Mitterrand hizo una política social súper generosa pero que puso al país al borde de la quiebra. Si vuelve a gobernar Macron, estaremos en un inmovilismo que se salvará a base de decretos, pero ni habrá reformas de gran alcance ni sobre todo capacidad de proyecto. Se ha descartado la aventura que hubiera sido un gobierno de extrema derecha, con todo el daño de reputación que hubiera sido para la República francesa, y eso es, por lo menos a corto plazo, un primer resultado".
La advertencia del historiador coincide con la hecha este lunes por Bruno Le Maire, el ministro de Economía francés, que ve el riesgo de “una crisis financiera y de declive económico” si se pone en marcha el programa del Nuevo Frente Popular.
"Aplicar el programa del Nuevo Frente Popular destruiría los resultados de la política que hemos seguido durante siete años, que ha dado a Francia empleos, atractivo y fábricas", añadió Le Maire en un posteo en X, el ex Twitter.
El ministro, de gran confianza de Macron, ve el riesgo de una “fractura ideológica” del país, acompañada por “peleas incesantes” y “agotamiento colectivo".
La coalición presidencial en torno a Macron, segunda en las elecciones con 168 bancas, 25 más que el Reagrupamiento Nacional de Le Pen, es clave en la Asamblea Nacional compuesta por 577 parlamentarios. Y dentro de ese poder de Macron, que tiene un 30 por ciento menos de escaños que en el gobierno anterior, pero muchos más de los que se preveía, están sus viejos vínculos con el Partido Socialista.
Macron fue primero un asesor de primera línea del presidente socialista François Hollande 2012-2017), y luego su ministro de Economía. La "cohabitación", toda una excepcionalidad en la Quinta República, es viable entre Macron en el Palacio del Elíseo y un socialista en el Hotel Matignon, la sede del primer ministro. No lo es con Melenchon, pero el problema es que LFI es el bloque más fuerte dentro de la coalición de izquierdas.
"Aunque los resultados de las elecciones legislativas del domingo han confirmado el reequilibrio de fuerzas en el seno de la izquierda, con un Partido Socialista que ha duplicado sus escaños hasta los 68, LFI sigue siendo la formación con más diputados, hasta 79. Algo que hace difícil al resto del NFP, aunque juntos sumen más escaños que los insumisos, ignorar a ese partido",. señaló este lunes el diario español "El País".
"Los que nos explican que quieren hacer una mayoría sin LFI no han tenido los mismos profesores de matemáticas que yo. No veo cómo eso sería posible”, dijo Marine Tondelier, líder del Partido Verde, que forma parte de la coalición de izquierda.
¿Qué sucederá? Macron estará esta semana en Washington para participar en la Cumbre de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), y allí podrá conversar de lo que sucede en su país y en el mundo con otros líderes occidentales, todos pendientes el domingo 7 de julio de lo que sucedía en Francia. Podrá verse con Keir Starmer, flamante primer ministro británico y coprotagonista de dos victorias de la izquierda en los últimos días en Europa.
¿Próxima escala tras la OTAN? La inauguración de los Juegos Olímpicos el 26 de este mes en París, con Macron aliviado y un gobierno interino, con el joven Gabriel Attal al mando, hasta que se logre un acuerdo entre las dos mayores fuerzas de la Asamblea Nacional.
Macrón se verá naturalmente también con Joe Biden, anfitrión de la Cumbre y un presidente bajo presión desde sus propias filas tras la muy mala actuación que tuvo en el debate con Donald Trump.
Macron, Starmer, Biden y unos cuantos más podrán conversar de lo "líquida" que es la política hoy, de lo rápidamente que cambian las cosas y lo desaconsejable que es sacar conclusiones tajantes y definitivas.
Lo advierte Pellistrandi, que señala que la derrota de la derecha extrema es un alivio para Francia y Europa, pero no más que una tregua: "Los desafíos de una sociedad francesa muy ansiosa, deprimida, irritada contra las autoridades y que no se gusta a sí misma -creo que eso es lo más grave- siguen sin respuesta real. Por eso, Francia es el enfermo de Europa. Y eso no es bueno".