En plena crisis económica y social que vive Argentina a merced de la pandemia, hablar de una semana laboral más corta suena utópico. Quizás lo sea. La posibilidad de que Argentina viva una realidad que ya comienzan a experimentar algunas potencias del mundo suena atractivo. Incluso puede ser una medida que despierte entusiasmo en una sociedad 'apagada'.
Puede ser que ésa haya sido la razón por la que diputados del Frente de Todos se animaron a ponerlo sobre debate: ¿'Por qué no sumarse a esta tendencia? Dos proyectos de ley de diputados oficialistas proponen efectivamente una reducción de la jornada laboral.
Uno de esos proyectos es del diputado Hugo Yasky, que sostiene que "la duración del trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta horas semanales" y el otro de Claudia Ormaechea, que señala que “la duración del trabajo no podrá exceder de seis horas diarias o treinta y seis semanales".
Sin embargo, Matías Kulfas se encargó de cortar con tanta dulzura.
"No es la realidad que está viviendo Argentina", lanzó el funcionario, alejándose de la propuesta que nació del mismo espacio al que pertenece. "Es imposible plantear una reducción de la jornada laboral con reducción del ingreso. Hoy la agenda que tenemos en Argentina es la de la recuperación del trabajo que venía muy golpeado y estamos en una recuperación muy importante", completó Kulfas.
El ministro remarcó que las propuestas de reducción de las horas de trabajo se llevaron a cabo en países con mercados laborales “muy desarrollados” y con una “reducción proporcional del salario”.
"Hay que ser cuidadosos con ese tema porque en los países donde ha habido avances en este sentido son países desarrollados y en general han incorporado un esquema de reducción proporcional del salario, porque estamos hablando de países donde el mercado laboral está muy desarrollado", aseguró.
En los países que redujeron la jornada laboral "los salarios son buenos” y esa realidad permite que “trabajen un poquito menos para que puedan trabajar todos y al mismo tiempo haya una vida más plácida donde haya más horas para el ocio y el esparcimiento".
Asimismo, rechazó el cuestionamiento sobre la alta cantidad de horas que se trabaja en el país y dijo que "la jornada laboral en Argentina es una jornada estándar" que no es “más larga que en otros países". Como alternativa, indicó que desde el Gobierno “les planteamos a las empresas que preferimos que se incorpore más personal antes que se implementen horas extras".
Casos en el mundo
Uno de los ejemplos más destacados es el de Japón, cuyo gobierno afirmó que con una semana laboral de cuatro días las empresas podrán retener a personal capaz y con experiencia. "También alentará a más personas a obtener calificaciones educativas adicionales, e incluso a realizar trabajos secundarios además de su empleo habitual", precisaron.
Además, las autoridades esperan que un día libre más a la semana anime a la gente a salir y gastar, impulsando así la economía.
En una senda parecida, España planea ejecutar a finales de este año un proyecto piloto de tres años, utilizando 50 millones de euros del fondo de recuperación del coronavirus de la Unión Europea para compensar a las 200 empresas medianas que participen en un programa de reducción de la jornada laboral.
En Nueva Zelanda, la empresa Unilever le da al personal la oportunidad de reducir sus horarios en un 20% sin afectar su salario. Por su parte, Islandia llevó a cabo durante cuatro años la prueba de reducir la jornada laboral a cuatro días.
Más cerca de Argentina, en Chile hay dos proyectos de ley en el Congreso que buscan reducir el horario laboral y que han generado un intenso debate en la sociedad de ese país.
En América Latina hay límites semanales de 48 horas en países como Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Uruguay. Mientras que en el rango que va de 40 a 47 horas están Chile, Brasil, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras y Ecuador.
Con información de NA.