Los datos de empleo y desempleo de la Argentina muestran la cara más dura de una realidad que año a año se ha ido deteriorando y que posteriormente se reflejan en otro dato aún más desolador, el de la pobreza y la indigencia, que en el primer semestre del año se ubicaron en 40,6% y 10,7%, respectivamente.
Según el último indicador del EPH, la tasa de actividad se ubicó en 45,9%, la de empleo en 41,5% y la de desocupación cerró en 9,6%, levemente inferior al período anterior. Sin embargo, los expertos consideran que esta baja no es verdaderamente real, sino que se explica en que menos personas salen a buscar empleo. De considerarse a aquellos que previo a la pandemia salían a buscar empleo, pero dejaron de hacerlo, la cifra de desocupación sería del 11,3% según estimaciones privadas.
Así, hay 92.000 puestos de trabajo menos en la Argentina versus un crecimiento de la población en 542.000 personas.
La radiografía del empleo nacional muestra una tendencia constante a que el sector público (en cualquiera de sus estratos, municipal, provincial o nacional) genera más empleados que el privado. Desde este último sector apuntan que los costos laborales, y en especial la extensión en el tiempo de medidas excepcionales por la pandemia como la doble indemnización, atentan contra la contratación de nuevos empleados.