Mientras escribo esto, el Papa Francisco es dado de alta del hospital donde ha pasado los últimos días debido a una infección respiratoria que le causó dificultad para respirar. Si bien la causa inmediata de esta hospitalización fue la infección, no actuó por sí sola. Los estudios han encontrado que la contaminación del aire puede exacerbar los impactos de una infección al dificultar la respiración y, por lo tanto, aumentar la probabilidad de hospitalización.
Esta interconexión entre la enfermedad y el medio ambiente me recuerda una de las primeras obras importantes del Papa: Laudato si': Sobre el cuidado de nuestra casa común. En esta encíclica de 2015, el Papa Francisco analiza la crisis urgente de muchos aspectos del medio ambiente y llama a “toda la familia humana a buscar un desarrollo sostenible e integral, porque sabemos que las cosas pueden cambiar”.
Uno de los desafíos específicos articulados en el trabajo es el de la contaminación del aire, que describe como “un amplio espectro de peligros para la salud, especialmente para los pobres, y causa millones de muertes prematuras”. La contaminación, dijo el obispo de Roma, es el resultado de una “cultura del descarte” que no se inspira en la naturaleza.
“Nos cuesta aceptar que el funcionamiento de los ecosistemas naturales sea ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez se convierten en alimento para los carnívoros, que producen cantidades importantes de desechos orgánicos que dan lugar a nuevas generaciones de plantas”, escribió el Papa Francisco. “Pero nuestro sistema industrial, al final de su ciclo de producción y consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y subproductos”.
Esa idea de inspirarse en la naturaleza tiene puntos en común con la ciencia. Esta semana, la revista PLOS Biology publicó una colección de artículos que ofrecen posibles soluciones sostenibles para diferentes problemas ambientales, todos los cuales se inspiran en la naturaleza y podrían, en palabras de los editores de la revista, “aplicarse para reducir las emisiones de dióxido de carbono, eliminar plásticos no degradables, producir alimentos o energía de manera más sostenible, y más”.
Las soluciones incluyen buscar en los insectos formas de biodegradar el plástico, fomentar el desarrollo de bioplásticos, hacer un mayor uso de las algas y más.
Dicho esto, como nos recuerda el Papa, no basta con ser listo. También tenemos que ser sabios. Como dijo en Laudato si', “Cualquier solución técnica que la ciencia pretenda ofrecer será impotente para resolver los graves problemas de nuestro mundo si la humanidad pierde su brújula, si perdemos de vista las grandes motivaciones que nos permiten vivir en armonía, hacer sacrificios y tratar bien a los demás”.
*Nota publicada originalmente en Forbes EE.UU.