La pandemia por el Coronavirus que comenzó a avizorarse el febrero pasado despertó todo tipo de reacciones de los jefes de Estado del mundo. Algunas más restrictivas, otras más laxas o tardías, todas tuvieron una consecuencia directa en el avance del virus.
La propagación del COVID-19 generó las respuestas más diversas alrededor del mundo. A medida que se trasladaba de país en país y se registraban los primeros efectos, cada nación optó por tomar medidas más o menos estrictas.
Lo cierto es que son y fueron los países europeos los que llegaron más tarde a este tipo de acciones, cuando sus sistemas de salud ya se encontraban con un alto grado de saturación. Esto sin dudas impactó en el incremento del número de contagiados y fallecimientos.
Hoy tanto Italia como Francia, España y Reino Unido ya superaron cada uno la barrera de los 25.000 muertos por Coronavirus. Estos países, luego de enfrentar lo que se supone fue el pico máximo, comienzan a ablandar las restricciones.
El primero en flexibilizar la cuarentena fue España, que junto con Italia fueron víctimas, en un primer momento, del golpe más fuerte de la pandemia.
De manera escalonada, aproximadamente cerca de la mitad de la población inició una fase de vuelta a la actividad cotidiana, luego de que se decretara el confinamiento el 10 de marzo. Así, desde los primeros días de mayo se relajaron las medidas de restricción, tanto comerciales como sociales, que impuso el gobierno de Pedro Sánchez el pasado 10 de marzo para frenar la expansión del virus dentro del territorio español.
Por su parte, Italia comenzó su desconfinamiento el 4 de mayo con la reapertura de algunas actividades como la manufactura, la construcción, el comercio mayorista o restaurantes con comida para llevar, mientras que cuatro días después abrirán librerías y museos, y el 1 de junio restaurantes y bares, peluquerías y centros de estética.
Francia, tras ocho semanas de confinamiento, el 11 de mayo empezó lentamente a volver a su rutina laboral. Tan solo un día después, Rusia comenzó a aliviar gradualmente la cuarentena, luego de seis semanas.
Con pie de plomo, el Reino Unido planea un leve desconfinamiento con el retorno de los trabajadores a sus puestos de trabajo, en rubros de manufactura, construcción, logística y distribución. Eso sí: no se prevé la apertura de los centros educativos al menos hasta junio.
Otra historia es lo que ocurre en Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia en muertes y contagios, con un total de 1.332.609 casos y 79.607 fallecidos. Allí, las medidas tardaron en llegar. El país del norte informó su primer caso el 21 de enero, y 10 días después Donald Trump decretó la prohibición de entrada de extranjeros que hubieran visitado China en los últimos 14 días. Esas medidas no fueron acompañadas en un primer momento por ningún tipo de norma de distanciamiento social hasta mediados de marzo. Ante la falta de una medida fuerte desde la Casa Blanca, los gobernadores de los distintos estados comenzaron a decretar sus propias restricciones, lo que ocasionó una desigualdad en la consecuencia de la pandemia en todo el país.
En lo que refiere a América Latina, se dieron distintos tipos de confinamiento, desde cuarentenas obligatorias y toques de queda hasta la ausencia de restricciones, tal como ocurrió en Nicaragua.
En Argentina, en cuarentena desde el 20 de marzo pasado, todas las provincias excepto el territorio de AMBA comenzaron una etapa de desconfinamiento progresivo, luego de más de 50 días de reclusión obligatoria, social y preventiva. De este modo, se busca comenzar a reactivar las principales actividades productivas, en tanto se espera que la curva de contagios comience a controlarse en la Ciudad de Buenos Aires y el primer y segundo cordón bonaerense. De ser así, se procederá a reabrir la mayor cantidad posible de actividades comerciales.
Brasil, por el contrario, hizo recomendaciones para que se mantenga el distanciamiento social pero no impuso restricciones, una medida que dio como resultado el mayor número de muertes de Latinoamérica.