Una de las cuestiones más interesantes relacionadas a la pandemia de Covid-19 es si el efectivo puede funcionar como medio de transmisión de gérmenes y virus. A menos que sea nueva y venga de una pila de plata en tu banco, lo más probable es que toda la plata que tenemos en la billetera haya pasado por decenas de manos antes de llegar a nuestros bolsillos.
En Estados Unidos, algunos sobrevivientes a la llamada pandemia de gripe española de 1918-1919 quedaron tan sensibilizados con la posibilidad de contraer infecciones a través de los billetes que los lavaban y los colgaban en el tendedero tan pronto recibían alguno. Quizás eran adelantados a su tiempo.
Parte del debate sobre las sociedades sin efectivo sugiere que esto podría ser un boom para las criptomonedas. Es dudoso que eso vaya a pasar tan rápido como predicen algunos. Es cierto que las criptomonedas tienen excelentes controles de seguridad y probablemente empiecen a usarse más para hacer transacciones en moneda digital, pero lo más probable es que la mayoría adopte algún tipo de sistema de pago de identificación por radiofrecuencia (RFID, por sus siglas en inglés), como Apple Pay, en sus smartphones y otros medios con esa tecnología para las transacciones en comercios.
Es lo que ya adoptaron China y gran parte de Asia para los comercios. Cuando estuve en Beijing en noviembre, era el único en un almacén que tenía efectivo para pagar alimentos y bebidas. De hecho, el almacén, que era chiquito, tenía cuatro terminales sin cajero, y todos los que tenía adelante en la fila usaron su smartphone o su smartwatch para pagar. Ninguno tardó más de unos segundos.
Como muestra el cuadro de Capgemini a continuación, Asia encabeza la revolución cashless, muy por delante del resto del mundo.
Asia encabeza la revolución cashless
Volumen de transacciones sin efectivo en todo el mundo entre 2016 y 2022 (en miles de millones de dólares)
Norteamérica / Europa / Asia / Medio Oriente y África / América Latina
* Estimaciones de World Payments Report 2019
Fuente: Capgemini
Entiendo que a veces resulte poco práctico no tener efectivo. Cuando me dan billetes que anduvieron en circulación, inmediatamente los paso por una luz ultravioleta azul para desinfectarlos sin tener que mojarlos con spray. Después me lavo las manos, por las dudas.
Recién después de hacer todo eso los pongo en la billetera. Sé que esta paranoia no es normal, pero como escribí en otras notas mías para Forbes: En esta era del coronavirus, solo los paranoicos sobreviven.
¿Cuál es el riesgo real de contagiarse con el dinero?
Desde hace tiempo se sabe que los billetes pueden ser un canal de circulación de microorganismos. En 2010, un análisis de 101 billetes en Colombia constató que el 91% estaba contaminado con bacterias y, de ellos, el 42% contenía especies potencialmente patógenas para el ser humano, como estafilococos y enterobacterias. En Paraguay repitieron el mismo examen en 2013 sobre cincuenta billetes de 5.000 guaraníes y comprobaron que tres de cada cuatro tenían presencia microbiana.
Un estudio más reciente en Hong Kong llegó a conclusiones todavía más inquietantes: los billetes contenían cinco veces más especies patogénicos y con un potencial de diseminación 50 veces mayor que otras muestras estudiadas, incluyendo las palmas de la mano de residentes en la isla, el aire de estaciones del subte o sedimentos marinos.
Por supuesto, ninguno de estos estudios puso la lupa sobre la contaminación por virus. Y a la fecha los científicos tampoco exploraron de manera sistemática la eventual presencia del coronavirus en billetes, así como tampoco está claro cuánto tiempo puede sobrevivir y seguir siendo infectivo en su superficie. La Organización Mundial de la Salud (OMS) posteó al respecto en su Facebook oficial que no hay evidencia de que los billetes o monedas transmitan el virus, aunque, por otra parte, recomendó lavarse las manos después de tocarlos.
Como cualquier objeto que tiene mucha manipulación (el celular también), se sabe que los billetes son depósito de microorganismos. Con lo cual la recomendación de la OMS de lavarse las manos después de manipular dinero es medida de prevención básica que todos deberíamos de tener en nuestra rutina previa a la aparición de este virus, dice a FORBES Natalia Cattelan, una biotecnóloga doctorada en microbiología en la Universidad Nacional de La Plata y becaria de investigación en la Universidad de Aberdeen, Escocia.
¿Pero cuál sería el riesgo real de contagiarse por esa víá Poco se sabe sobre la transmisión por tocar objetos que puedan haber entrado en contacto con el virus. La evidencia científica cae fuertemente en que el contagio es por contacto estrecho con personas infectadas y en particular en ambientes cerrados. A su vez, el uso de moneda física en países desarrollados es por demás inferior al uso de tarjetas. Aquí, en Reino Unido, se ha pedido que todos los pagos se realicen con tarjeta, pero diría que en el 90% de los casos, esa es la norma para las transacciones diarias desde hace tiempo, añade Cattelan.
El microbiólogo y doctor en bioquímica Emiliano Salvucci, investigador del CONICET y la Universidad Nacional de Córdoba, considera que es preferible considerar como medio de contagio a los billetes hasta tanto no haya pruebas contundentes en otro sentido.Los virus y bacterias pueden permanecer activos en el papel durante mucho tiempo. Por lo que manipular papel y luego no lavarse las manos puede considerarse, de mínima, igual de peligroso que cualquier otro fomite [objeto que puede transferir patógenos de un individuo a otro]. Si nos tenemos que lavar las manos cuidadosamente al regresar del exterior y haber tocado botones de ascensor, pasamanos, barandillas de escaleras, cajero automático, etcétera, ¿cómo no considerar al menos igualmente peligroso un billete que puede pasar rápidamente de mano en manó, pregunta Salvucci, quien también es autor del libro Micro, macro y super. Los organismos en red (Editorial Brujas, 2018)
En cualquier caso, la pandemia es el catalizador que puede forzar a Estados Unidos, Europa y otras partes del planeta a entrar en un mundo de transacciones sin efectivo. Quizás esa forma asiática de pagar bienes y servicios sin entrar en contacto con objetos tenga sentido en el futuro como nuestra manera de estar seguros.
El debate ya no es si Estados Unidos se está moviendo hacia una sociedad sin efectivo. La pregunta es: ¿cuán pronto esto va a ocurrir?
Autor: Tim Bajarin (con Matías Loewy)