Los jóvenes son los más perjudicados por el desempleo y la informalidad laboral, por lo que se torna necesaria la adopción de políticas de beneficios fiscales para su contratación y de cambios en la gestión educativa que facilite su inserción en trabajos de calidad.
Agustín Carchano, economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), en el contexto de un mercado laboral dañado tanto por el desempleo como por la baja del nivel de actividad, el grupo de jóvenes entre 16 y 29 años es el más afectado.
Los últimos datos del mercado laboral informados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) mostraron una baja de dos décimas de punto porcentual en el desempleo del primer trimestre respecto del mismo período de 2020 (del 10,4% al 10,2%), aunque con la particularidad de una caída mayor en la tasa de actividad, que en el mismo lapso pasó del 47,1% al 46,3%.
La combinación de las dos variables deja en evidencia que la baja de la tasa de desocupación tuvo más que ver con el denominado efecto desaliento que con un mayor nivel de ocupación. En el caso específico de la franja etaria de 16 a 29 años, los últimos años muestran altas tasas de inactividad, desempleo y pobreza, afectando su bienestar en el corto plazo y su trayectoria laboral en el largo plazo, señaló Carchano.
Desde el año 2017 se viene dando un deterioro que se acrecentó en el 2020 con la cuarentena, advirtió, al tiempo que puso la mira en los llamados ni-ni, es decir los jóvenes que no estudian ni trabajan. Si bien el promedio de los últimos años indica que ese grupo representa el 15%, el porcentaje se disparó hasta un 22% en el segundo trimestre del año pasado, indicó.
Esa suba se debió en parte por quienes desistieron de buscar trabajo por las condiciones adversas y, por otro lado, quienes no pudieron continuar sus estudios de manera virtual, precisó el economista. Sumado a esto, los jóvenes no suelen conseguir empleos de calidad y terminan insertándose en el sector informal de la economía, agregó, además de remarcar que, en comparación con el resto de la población ocupada, la brecha de la informalidad es de 15 puntos porcentuales.
Carchano puntualizó la importancia de mejorar las condiciones para que el mercado laboral absorba el desempleo joven, ya que en la actualidad resulta difícil que con las numerosas regulaciones, riesgos y costos que deben afrontar los empleadores, se decidan a contratar a alguien sin experiencia.
Se debería avanzar en un proyecto de empleo joven que genere beneficios fiscales e incentivos a las empresas para la creación de puestos de trabajo para la franja juvenil, remarcó el economista de IDESA.
Asimismo, Carchano reclamó un profundo cambio en la política educativa para que las escuelas y universidades formen personas que estén preparadas para insertarse en el sector privado. En ese sentido, sostuvo que hay que dejar de lado el prejuicio de que las pasantías son una forma de precarización laboral, cuando en realidad son el mejor instrumento para que los jóvenes adquieran formación y experiencia.
Con información de NA.