Frente a la ola de calor, con marcas que llegan a los 37 grados en enero, hay dos preguntas que resulta inevitable hacerse: si se puede conseguir una pileta o si, en caso de no hacerlo, se puede estar en un lugar con aire acondicionado.
Estos equipos, que cada vez se usan más a lo largo del año, para climatizar ambientes en invierno o ventilar, en verano se vuelven algo así como superhéroes: la diferencia entre estar con o sin aire es igual a poder pasar un buen rato o padecerlo.
Frente a esta situación, hay todavía mucha falta de información certera sobre el costo del uso del aire. Existe la idea de que gasta más que otras formas de climatizar, y si bien algo de esto es cierto (el gasto es mayor que el de un ventilador), la verdad es que, según cómo se utilice, el costo podrá variar de manera significativa.
Grados versus frío
A pesar de que el aire acondicionado ya es un equipo habitual de las casas y oficinas, existe todavía la creencia de que su potencia se puede modificar fuertemente si se pone a la menor cantidad de grados posibles.
Y lo cierto es que esto no es así: los grados que se indican en el visor del aire marcan la temperatura a alcanzar, o sea en qué clima parará de enfriar, lo que lógicamente incide en el confort que habrá en el ambiente, pero no significa que enfriará de manera más potente hasta llegar a esos grados.
Existe, sí, la salvedad del uso de la función turbo, que hace que el frío salga con más potencia, pero no por poner 18 o 25 grados con el control del aire la potencia del equipo será diferente.
Grados versus costo
Si bien los grados a alcanzar no inciden tanto en la potencia con la que sale el aire, sí tienen una importancia extrema en el costo de la energía que se utiliza para el aire acondicionado.
Se suele leer, en campañas de verano muchas veces en vía pública, la recomendación de usar el aire a 24 grados. ¿Por qué es esto?
De acuerdo a un cuadro de consumo, publicado en la Web de Edesur, cada grado que se baje en la temperatura que se le indica al aire, implica entre un 5 y un 8 % más de electricidad.
Si tomamos como base un equipo chico, de 2200 frigorías, con etiqueta clase A o superior (tengamos en cuenta que existe de la A a la D), el precio por hora de uso, a 24 grados, es de $3,70 (utilizando 1 kilowatt). Mientras que en 18 grados, dicho costo asciende a 5,40, haciendo uso de 1,459 kilowatts.
Si calculamos el costo mensual, utilizando el aire 6 horas por día, durante 22 días, la diferencia se magnifica mucho más: en 24 grados, sale $488, mientras que si se utiliza a 18 grados, el costo mensual será de $713. En el caso de los equipos más grandes, la diferencia se amplía mucho más.
Otros aspectos para bajar el costo
En el gasto de energía mensual del aire acondicionado no solo influyen los grados a los que se pone el equipo, sino también aspectos vinculados al tipo de equipo y el cuidado del mismo
“Los de tecnología inverter llegan a consumir un 40 % menos que los de compresor fijo. El flujo continuo del aire y el no tener que encender y apagar el compresor tan seguido, ayudan no solo al gasto energético sino también al confort y la durabilidad de los equipos”, señaló Daniel Sandoval, Gerente de Marketing de aires acondicionados York para Latinoamérica.
A su vez, la eficiencia energética del equipo, explicitada en la etiqueta que acompaña al mismo, informan sobre el gasto de energía que produce. Existen dos tipos de etiquetas: las de los aires on-off o compresor fijo y las de los aires inverter. En un caso llegan de la A a la D y del otro de la A a la G, siempre teniendo en cuenta que A (con sus variantes A+, A++, etc.) son los de mayor eficiencia (se puede obtener más información en www.eficienciaenergetica.org.ar).
La importancia de limpiar filtros
Junto al tipo de aire y los grados en que se use, el mantenimiento juega un rol esencial en el costo de la energía del equipo. Cuando los filtros están sucios, por caso, la energía necesaria para alcanzar los grados estipulados es mucho mayor.
“Una adecuada limpieza de filtros no solo permite mejorar el rendimiento y ahorrar energía, sino que también sea beneficioso para extender la vida útil del equipo”, explicó Sandoval. En ese sentido, el ejecutivo agregó que lo recomendable es hacerlo, como mínimo, dos veces al año.
Los filtros son los que reciben la mayor suciedad, dificultando la circulación del aire y provocando que el motor trabaje el doble para ventilar y refrigerar. Lo que incide, como se mencionó previamente, en el gasto energético.
Como se ve, el uso del aire frente a la ola de calor es esencial, pero su costo puede variar de manera significativa según cómo se utilice y los recaudos que se tomen. Si no hay una pileta a mano, lo mejor es utilizarlo de la manera más consciente posible, lo que ayuda no solo al costo propio sino a todo el sistema eléctrico en general.