5 lecciones de un médico veterano del Ejército de EE.UU. para la “guerra” contra el coronavirus

Los hospitales de campaña y el despliegue militar en ciudades como Nueva York crean una imagen bélica clara. Cómo puede prepararse el mundo para este tipo de guerra.

Lección 1: entender el campo de batalla.

Saber dónde hay que combatir resulta útil. Como vimos en grandes áreas metropolitanas como Nueva York, Nueva Orleans y Atlanta, sentarse a esperar que se confirme el primer caso se paga muy caro. Que no se sepa que hay infectados no significa que no los haya.

Lección 2: compilar inteligencia

Durante una batalla, es importante identificar la ubicación del enemigo para saber adónde apuntar los fusiles y la artillería. Es por eso que ocupar tierras altas en el campo de batalla aporta ventajas específicas.

Lo mismo se puede decir de una infección comunicable como la COVID-19. Está claro que el virus se propaga con mucha eficiencia en los espacios confinados. Es lo que vimos en el crucero Diamond Princess en Japón y estamos viendo en los hogares para ancianos y los hospitales. Un estudio reciente de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) en un hogar para ancianos reveló que el 30% de los pacientes testeados dio positivo. Más de la mitad de esos pacientes no presentó síntomas en los primeros tests, pero no exhibían diferencias importantes en la concentración del virus respecto a los sintomáticos. Fue un shock.

Lección 3: esconderse y cubrirse

En el campo de batalla, el enemigo siempre busca cubrirse ocultándose detrás de montículos, árboles y arbustos. Si no lo podemos ver, quedamos expuestos a los francotiradores. Un buen comandante sabe dónde se puede ocultar. Nosotros también tenemos que averiguar dónde se esconde el virus para frenarlo.

Un nuevo estudio publicado por mis colegas del Centro Médico de la Universidad de Nebraska (UNMC, por sus siglas en inglés) nos da “lentes de visión nocturna” para ver dónde se oculta el virus. Básicamente, vivimos rodeados de microbios. Eso ya lo sabíamos, pero el estudio del UNMC reveló que en los cuartos de sus unidades especializadas para cuarentena y aislamiento donde alojan a los pacientes infectados, el SARS-CoV2 (el virus que causa la COVID-19) se escondía en objetos de uso común: celulares, controles remotos, objetos personales, etc. Tampoco es una gran sorpresa, pero sí que también esté presente en espacios como el piso debajo de la cama, alféizares y mesas de luz. Algo más inesperado todavía es que está en el aire, tanto en la sala donde está el paciente (incluso a más de 2 metros de este) como en el pasillo al que da el cuarto. Este dato nos puede ayudar a buscar los espacios de casas y hospitales que hay que limpiar y desinfectar.

Lección 4: armar un plan de combate

Una vez recibida la inteligencia del campo de batalla, se puede salir a combatir al enemigo con una estrategia apropiada. Una posible consiste en unificar esfuerzos y concentrar fuerzas. En Estados Unidos, venimos reaccionando a lo que pasa más que adoptando una estrategia proactiva. Es hora de armar una estrategia nacional.

Lección 5: que cada uno haga lo que le toca

Como cualquier buen soldado, es importante aplicar el conocimiento del enemigo para mejorar la posición. No voy a repetir las recomendaciones de lavarse las manos, pero acá van otras cosas para tener en cuenta:

Mantener la salud. Pese a las limitaciones, hay que tratar de mantenerse activos, comer bien y dormir suficientes horas.

Hacer de cuenta que los demás están contagiados. Mantenerse a distancia por más que no se hayan informado casos en la comunidad.

Si alguien en la casa está enfermo, suponer que los objetos más usados (celulares, picaportes, pasamanos, inodoros) están contaminados. Desinfectarlos con regularidad.

Mantenerse informado, pero evitar los medios sensacionalistas y alarmistas. No hay que olvidar que la enorme mayoría de los que se contagien se recuperará.

Cuidarse entre todos. Fijarse cómo andan los vecinos (por teléfono o videollamada) y preguntarles cómo se sienten, especialmente si pertenecen a grupos de riesgo. Un comentario buena onda puede ayudar a aliviar el estrés en estos tiempos difíciles. Esta batalla la estamos dando todos.

Autores: Mark Kortepeter y Coronavirus Frontlines