El sistema de salud argentino está en crisis hace años, fragmentado, aunque siempre dio respuesta. La articulación pública y privada que dejó la pandemia no debe desaprovecharse y hay que llegar a la eficiencia de recursos. Pero es responsabilidad de todos: la sociedad tiene que involucrarse en tener buenos hábitos, dijo Fernando Werlen, director general del Grupo SanCor Salud.
El directivo habló durante el panel Los desafíos del sistema de salud argentino en el Summit Health in Action, organizado por Forbes Argentina y en el que destacados expositores debatieron sobre el sistema de salud en el país y la región.
El sistema de salud es bueno, la calidad científica excelente, la tecnología en Buenos Aires también aunque en el interior tiene dificultades para ser renovada. Hay buena base pero lo social es clarísimo y ahí hay que apuntar. La tecnología no sirve frente a un chico desnutrido, advirtió.
Werlen sostuvo que hay que ganar consenso y continuar con una discusión que está abierta en procura de la articulación de los sistemas públicos y privados y ser más eficientes para que la buena salud llegue a todos los argentinos.
Es una responsabilidad de todos. En el mundo se ve como un seguro: si no fumo tengo una bonificación en el pago porque presento menos riesgo, lo mismo que si me cuido haciendo deportes. La sociedad tiene que involucrarse en los buenos hábitos porque estamos en un momento muy crítico, con alta demanda por parte de los pacientes, y el financiamiento es clave. El sistema es deficitario, con, además, insumos dolarizados y una inflación del 50%, lamentó.
Acceso primario a la salud
Tenemos que construir un modelo distinto de salud, más fluido, colaborativo en todos los niveles, que sea sustentable y accesible. Para eso hay que descomprimirlo, que el paciente sea el centro pero no cuando está enfermo sino antes: trabajar en acceso primario, prevención, educación, afirmó por su parte Lorice Scalise, gerente general de Roche Pharma Argentina.
La ejecutiva brasileña, que vive hace 6 años en el país, evaluó que se requiere convergencia y humanización porque todos los actores del sistema deben crear espacios de colaboración generosa y solidaria.
Soy optimista porque he recorrido varias provincias y veo iniciativas en las que se intenta encontrar formas de dar acceso más temprano y con menos costos. Todos somos responsables de esa construcción, agregó.
A modo de ejemplo, contó que firmó un contrato con la Universidad Nacional de Córdoba para dar salud integral a las mujeres. Hay que descomprimir el sistema a través de la asistencia primaria. Unas 5600 mujeres mueren por año en el país por no conseguir turno médico. Las primeras causas de muerte de las argentinas son cáncer de mama y cáncer de cuello de útero, ambos evitables. Por eso creo -dijo- que realmente podemos tener un impacto social si logramos que no sean atendidas solo de lunes a viernes y de 9 a 13. El paciente debe estar en el centro pero no cuando está enfermo. Y hay que analizar el entorno familiar, sus posibilidades de acercarse a la consulta.
La Argentina va a tener un servicio de salud sustentable si todos los actores trabajan en educación, infraestructura, prevención. Es una tarea integral. Hay innumerables recursos que hoy no utilizamos: los chicos van todos los días a la escuela, y eso da un acceso tremendo a alimentos, actividad física. Nos falta un programa que piense en las personas con salud, remarcó Scalise.
La articulación pública y privada para el diagnóstico temprano, una mirada más integral del paciente, el ayudarlo a crear hábitos de vida saludables, ofrecerle servicios de enfermería y que el músculo que la industria farmacéutica tiene puesto en la investigación se acelere para traer más innovación es lo que va a desestresar el sistema y mejorar la calidad de vida de los argentinos, sostuvo a su vez Edgardo Váquez, gerente general de Laboratorios Bagó.
El ejecutivo precisó que el país tiene la misma cantidad de empleados registrados que hace 30 años, por lo que la posibilidad de financiamiento del sistema no crece y se requiere una discusión mucho más profunda sobre equidad y consensos.
También opinó que si bien en líneas generales el sistema respondió bien al pico de estrés que provocó el Covid y que la cantidad de médicos (unos 140.000) y de camas es la misma que cualquier país desarrollado, el problema se presenta con la infraestructura y su distribución.
La salud se paga
El gran desafío es la eficiencia y la reforma del sistema de salud. Pero la gente tiene que llegar viva a los 50 años para que pueda exigir un medicamento. El país debe ser capaz de garantizar alimento, agua potable, servicios sanitarios, educación, vivienda. Todo eso es más importante que el último fármaco. Los países que avanzan hicieron eso, aseguró en tanto Marcelo Marchetti, Director Médico del Hospital Italiano.
El experto consideró que los tres subsistemas (el privado, el público y el de las obras sociales) dicen que están subfinanciados pero la sociedad asume que los actuales son los recursos que quiere destinar a la salud. Y los fondos deben salir de los impuestos, de los que trabajan y aportan o de los que pagan por los servicios.
En ese sentido mencionó el caso del Reino Unido, que financia su servicio de salud desde los impuestos. Pero acá hay desconfianza en los impuestos, y a la vez solo tenemos la mitad del empleo registrado. Y el desfinanciamiento también se da no solo por inflación sino porque la innovación y la investigación hace que la gente viva más y demanda mucha atención en los últimos años de su vida, opinó.
En la salida de la pandemia, la demanda contenida (de consultas) más la inflación sin ajuste de precios del primer año del Covid nos dejó un 20, 25% abajo. Eso hace que haya un deterioro en la calidad, y como nosotros (en el Hospital Italiano) no lo aceptamos, empiezan los problemas de accesibilidad, de demoras en los turnos. Pero mientras tanto nadie cuestiona los aumentos de los seguros de los autos… La percepción es que la salud es un derecho y no hay que pagar por ella. Pero lo cierto es que se paga: con impuestos, con trabajo, con la cuota, esperando o recibiendo peor calidad, resaltó.
Finalmente, Marchetti cuestionó: El nuestro es un país pobre. Y el sistema de servicios de salud no rankea en las prioridades de la gente porque es algo que no le importa hasta que se enferma. Pero ante gente que no tiene comida ni agua potable construir hospitales rinde votos, hacer cloacas, no.