Hace más de un siglo, IBM vendía relojes y cortadoras de fiambre. Hoy, no solo es una de las empresas de base tecnológica que sigue en operaciones sino que tras distintas transformaciones abraza el camino de la sustentabilidad como motor del desarrollo.
Su Gerente General en Argentina, Roberto Alexander, lidera el equipo de profesionales que a nivel local asiste a otras empresas en su sendero de cambio mediante el uso de tecnologías emergentes como Inteligencia Artificial, Nube Híbrida y ciberseguridad, entre otras.
Sin embargo, como resultado del CEOs´ Study, investigación realizada a nivel global con participación de ejecutivos argentinos, IBM detectó que la sustentabilidad ocupa el primer lugar entre los desafíos para los próximos tres años que estos líderes ven en el horizonte, superando incluso a las inquietudes en torno de la seguridad informática.
“Hace cinco años el tema estaba mucho más abajo. Y lo que también plantea ese estudio es la preocupación sobre resultados de negocios asociados a la sustentabilidad. Queda claro que hay que meterse, que lo peor es no hacer nada. La sustentabilidad es un imperativo comercial y un pilar estratégico”, aseguró en una entrevista que concedió durante la tercera edición del Forbes Sustentabilidad Summit.
A la hora de ver cuánto de ese compromiso ya está siendo realidad, Alexander agregó que el 60% de los CEOs respondieron que “algo están haciendo” en materia de sustentabilidad, mientras que el “15% contestó que la organización está llevando a cabo estas acciones de punta a punta”.
Larga historia de responsabilidad
El camino de IBM en materia de sostenibilidad tiene más de cinco décadas. De hecho, desde 1995 la compañía mide su huella de carbono. Pero la empresa lo hace con la convicción de que no se trata de algo que solo está en manos de las multinacionales. “Ver lo que está pasando en el mundo excede el tamaño de la empresa. Pasa por el compromiso personal, por lo que ves y hacés en tu casa, por el desafío que te plantean tus hijos con temas de inclusión o equidad que no estaban hasta hace poco tan arriba en la agenda y ahora son parte de las prioridades”, detalló.
En ese marco, los cambios de era impactan en la manera en que los líderes tienen que prepararse. “Antes uno iba a la universidad, se recibía y empezaba a trabajar. Hoy estudiamos toda la vida, la formación tiene que ser permanente”, dijo Alexander.
Hacia afuera, los consumidores tienen su rol en estas transformaciones. “Los clientes cada vez exigen más. De hecho, nuestro estudio demostró que hay un 62% que está dispuesto a cambiar su hábitos aunque deba gastar más, porque mira los resultados de sostenibilidad de los fabricantes de productos. Por eso, el costo de no hacer nada es mayor que el de hacer algo”, remarcó.
Justamente otro eje del trabajo social, más allá del compromiso medioambiental (cero emisiones de gases en 2030; un 90% de uso de fuentes de energía renovables para ese mismo año) es la formación en nuevas habilidades. En ese sentido, la meta que se fijó IBM es la de capacitar a 40 millones de personas en los próximos dos años.
“Forma parte de una mirada ética, con soluciones de innovación que tengan foco en la transparencia, la confianza, la responsabilidad y las oportunidades, tanto puertas adentro como en el ecosistema con todos nuestros socios de trabajo”, concluyó.