Josefina Quevedo ingresó en Banco Galicia en 2016 como joven profesional: Tuve una carrera que es un poco atípica, pero también tiene un poco que ver con las cosas que fui a buscar. Nunca dejé de desafiarme y aprender, entré en ese momento en lo que era el producto de inversiones, después logré cambiar a otros productos, estuve en medios de pago, y en ese momento cuando estaba viviendo el proceso de transformación, trabajar de una manera distinta, con equipos interdisciplinarios, en lo que era desarrollo y tecnología con producto y con diseño, pasé a ser Product Owner de uno de los equipos de medios de pago.
Y siguió: Estuve más o menos un año y medio, luego pasé a ocupar y a liderar lo que era toda la estrategia de onboarding, de decisión de clientes para productos, como Product Manager, hasta que se dio la oportunidad de ocupar la posición que tengo actualmente pasando a liderar cinco equipos de producto y un equipo de operaciones, más de 100 personas en total. De esta forma, se convirtió en la primera y única mujer en ese momento, líder de tribu, tal como le dicen en el banco. Me tocó sentarme en la mesa de Producto y Tecnología, en el que 100% eran hombres, yo era la más chica, la de menos experiencia, la única mujer, así que con todo ese combo empecé mi proceso de liderazgo estratégico.
Según compartió, lo que la ayudó durante ese proceso fue contar con líderes que la inspiraron. Me sirvió rodearme de las personas correctas y tener una red de contención. Y no quiero dejar de nombrar a Marcela Fernie, ella también es la única mujer miembro del Comité Ejecutivo en más de 100 años en el Banco Galicia, y la que me dio el voto de confianza. En este sentido, destacó: Tener líderes que apoyen el crecimiento del liderazgo estratégico femenino es fundamental para que realmente pueda mostrar las oportunidades que tenemos hoy, y que hoy yo pueda estar acá contando mi historia, que ojalá inspire un montón de mujeres.
Cómo luchar contra el síndrome de la impostora
No hay mujer a la que uno no haya escuchado decir que en algún momento sufrió el síndrome de la impostora, reflexionó Quevedo. Por ahí no le puso ese nombre, pero en algún momento tuvo miedos, tuvo inseguridades, tuvo vulnerabilidades. Al asumir esta posición me pasó, fue mi primera oportunidad de sentarme en una posición de liderazgo estratégico y al principio dudaba de si iba a estar a la altura, manifestó. Me tocó sentarme en una mesa en donde las personas cumplían los mismos años de banco que yo de edad. Hasta que entendí y sentí que si estaba en ese lugar era por algo y dependía de mí la historia que quería contar.
La joven se posicionó en otro lugar. Empecé a hablar más en lugar de simplemente escuchar y sentarme en mesas en las que estaba en una actitud más pasiva, pasar expresar mi opinión. Lo que intenté es no ser igual al resto, ni actuar igual que el resto de los hombres que estaban en esa mesa, sino posicionarme yo, con mi impronta, con mi actitud, para aportar algo distinto, convencida de que equipos más diversos, no solamente de género, logran mejores resultados. Entendó que yo podía aprender de ellos y ellos también podían aprender de mí.
Achicar la brecha en tecnología
Si bien Quevedo no estudió nada vinculado con tecnología, hoy su día a día es mayormente con técnicos y desarrolladores. Desde ese lugar, alertaba sobre la brecha de género que todavía existe en este ámbito. En Galicia, por ejemplo, tenemos el 50% de la dotación general de mujeres, pero cuando uno va empezando a mirar los mandos más arriba, el 43% se ocupa de la posición de liderazgo, cuando miramos al liderazgo estratégico, solo el 23% de las mujeres lo ocupan y queremos que ese porcentaje crezca, detalló.
¿Cómo achicar esa brecha? Desde mi lugar, intento dar oportunidades a mujeres, tomar mujeres en mis equipos, he tomado mujeres embarazadas, sabiendo que a los 3 meses de mi vida de licencia. Luego, en el banco tenemos una alianza con Chicas en Tecnología y hay programas de desarrollo para preparar a las mujeres.
Esto es importante, según Quevedo, porque muchas veces las mujeres consideran que no se encuentran 100% preparadas o capacitadas para aplicar para determinadas posiciones.:Las mujeres muchas veces creemos que tenemos que saber todo para sentarnos en esa posición, tenemos que estar súper seguras, saber todo, tener todos los títulos, y la verdad es que, en la mayoría de las veces, no vas a saber todo, pero hay que animarse, hay que levantar la mano y hay que tener un poco más de confianza.
Para concluir, la ejecutiva planteó: Muchas veces no necesariamente tenemos una organización que nos está limitando, el límite nos lo ponemos nosotras.