La consolidación de las fintech en el segmento de créditos digitales demostró el camino por el cual es posible cambiar la forma de acceder al financiamiento sin estar bancarizado y para distintos segmentos de la población. Su éxito se basa no sólo en la base tecnológica que les permite un mayor dinamismo en su oferta de soluciones financieras, sino que combinan tasas de intereses más atractivas, menos requisitos y mayor accesibilidad.
Si bien su cliente natural se podría decir que son aquellas personas que no acceden a la banca tradicional, también es cierto que la confiabilidad del universo fintech ganó espacio entre aquellas empresas que ya navegan en el universo digital.
En la tercera edición del Forbes Revolución Fintech Summit, Ezequiel Weisstaub, CEO y Co fundador de Credicuotas; Juan Francisco Salviolo, Co fundador y CEO de Waynimóvil; y Carlos Hourbeigt: Socio de Eco Go Fintech plantearon la situación del sector en este contexto de dificultades económicas extendidas en el que cada vez menos personas, familias y pequeños comerciantes o profesionales califican para el financiamiento tradicional.
Para el crecimiento del sector es inestimable el crecimiento de una economía golpeada y que tiene que regenerar la confianza porque tomar un crédito es un compromiso a futuro, por lo que en el actual contexto el panorama de los créditos es por demás desafiante. Es ahí donde las empresas suman esfuerzos para satisfacer necesidades de un sector no atendido por los bancos.
Hourbeigt señaló que “hay una revolución en la vinculación de las personas con los servicios financieros en particular históricamente bastante poco satisfactoria, y que la tecnología esta reformulando. También hay un fuerte ataque de las fintech al negocio tradicional y al sistema bancario pero sobre todo hay un determinante que es la tasa de interés” que permite entender el fuerte crecimiento del crédito digital en la Argentina y la región. Es que las características de estos nuevos actores del sistema financiero no tradicional “permite calibrar muy bien la tasa de interés y segmentar las personas por el riesgo crediticios y prestarle a una tasa adecuada al riesgo adecuado, y eso esta motorizando la incursión de muchas personas y empresas.”
En similar sentido, Weisstaub entendió que “a través de las tecnologías en crédito digital se creó una experiencia diferente. Hasta hoy era muy difícil entender las restricciones que tenían las personas a la hora de sacar un crédito y eso cambió con mejores experiencia en el usuario que contribuye a tasas de crecimiento muchísimo mayores a los oferentes tradicionales”. En el concepto del negocio, también planteó que el crédito “es un medio no un fin, y es importante que este disponible para el cliente, por lo que es necesario trabajar para generar una oferta en los segmentos que no pueden acceder por su capacidad de ahorro y la oferta bancaria”.
Por su parte, Salviolo destacó que el desafío del sector es “resolver una necesidad puntual de financiamiento que es muy distinto a una tarjera que ofrece transaccionalidad o una billetera, pero muy fuerte en términos de transformar la vida de una persona y la posibilidad de flexibilizar y personalizar ese producto a lo largo de la vida financiera del cliente”.
En el actual contexto de crecimiento, agregó que es necesario “aprovechar este flujo transaccional para mejorar la capacidad de distinguir comportamientos de pagos y estratificación de los segmentos” en momentos en que la desafiante situación macro, el préstamo está “muy orientado a partir de la pandemia a poder llegar a fin de mes y a cuentapropistas que están financiando algún capital de trabajo básico”.
Se revaloriza así el rol de los créditos digitales que dan accesibilidad a personas micro y pequeñas empresas que de otra manera no obtendrían financiamiento en el mercado tradicional, lo que refleja un rol social de las fintech cuya responsabilidad se asume con mejores prestaciones y mejores experiencias de cliente, pero en el que no se descuida tampoco a aquellos que están protagonizando una migración del canal físico donde las fuentes financieras tradicionales están perdiendo competitividad frente al canal digital, en un claro cambio de hábitos.