No podemos resolver la pobreza de la mujer con una tarjeta de comida. En la Argentina hay un problema mucho más grande y estructural que es la incapacidad de la dirigencia política de crear proyectos de producción de trabajo, disparó la Diputada Nacional, Graciela Camaño, en el Summit Mujeres Power de Forbes Argentina. La funcionaria participó del panel Los espacios conquistados en la política y dialogó con Alex Milberg sobre la evolución de la participación de las mujeres en la política y cómo las políticas públicas pueden ayudar a las mujeres a desarrollarse. Hay mucho por hacer desde la política pública y que no se hacen. Porque hay mucha declamación y poca acción, aseguró.
¿En qué punto de la historia nos encontramos de la participación de las mujeres en la política?
Creo que estamos transitando. No hemos llegado. Creo que hay piezas legislativas internacionales sumamente importantes que se fueron consolidando en los últimos 30 años y estamos justo en el mes de septiembre, que es el mes de la proclama más fuerte, contundente y completa respecto a las mujeres que es Beijing. La conferencia que nos dejó una agenda de trabajo para resolver los grandes conflictos en todas las materias respecto a las mujeres. ¿Estamos satisfechas? No. Yo no. Porque creo que nos falta.
¿Hubo un avance significativo?
Aún en los países en los que hemos tenido grandes avances, como es el caso de la Argentina, seguimos teniendo a las mujeres como la población más pobre del planeta. Seguimos teniendo una brecha enorme en materia económica y financiera. El FMI tiene un estudio muy interesante, que realizó la anterior gestión, en donde se advierte que para poder saldar la brecha económica y financiera de hombres y mujeres hacen falta 107 años. Creo que es una interpelación enorme no solamente seguir construyendo mujeres empoderadas sino fundamentalmente a que las mujeres empoderadas sepan que ese poder les está dado para resolver la enorme diferencia que existe entre las mujeres.
Y desde el Estado, ¿cómo se trabaja en la inclusión de políticas de género en los sectores más vulnerables, donde además hay otras necesidades insatisfechas?
Yo creo que no podemos resolver la pobreza de la mujer con una tarjeta de comida. Creo que en la Argentina hay un problema mucho más grande y estructural que es la incapacidad de la dirigencia política de crear proyectos de producción de trabajo. A mi me da la impresión que el estado no tiene que ser el estado de la tarjeta de la comida para las mujeres pobres. Tiene que ser un estado muchísimo más presente, porque hay una diferencia estructural entre un hombre y una mujer, que está vinculada a los momentos que la mujeres tienen para ser productiva. Y en ese sentido es donde hay que hacer políticas diferenciadoras. A mi me toca participar del Consejo de la Magistratura, donde desde el año pasado, hemos incorporado una serie de modificaciones para estimular que las mujeres pretendan ser juezas, llegar a la Justicia. Es un lugar lleno de techos: tenés el techo lateral, el techo de arriba, las zonas rosas, todo. Y lo que nosotros advertimos es que la mujer no tiene la oportunidad por dos cuestiones en donde el hombre debe asumir su responsabilidad: la maternidad-paternidad y el tema de los cuidados familiares. Cuando hablás de estas dos cuestiones, la mujer es la responsable. ¿Por qué la mujer es la población más pobre? O, mejor dicho, ¿por qué los niños que en números son la población más pobre del planeta? Por la sencilla razón que son cuidados por mujeres. Entonces cuando vos miras hombres y mujeres, la pobreza afecta mucho más a las mujeres que a los varones. Hay que tener políticas estructurales. Si estamos todos convencidos en la búsqueda de la paridad, si somos efectivamente iguales, pero tenemos distintas condiciones, bueno, una valorización de las condiciones de la mujer. Y una puesta en marcha de políticas concretas que le otorgue oportunidades a las mujeres, para participar en aquellos espacios de la economía donde la mujer no tiene la chance de demostrar sus cualidades.
Una mayor presencia de la mujer en la economía...
Hay una economía que es la que ejerce habitualmente la mujer, que es una economía pequeña y hogareña. Es una economía a la que hay que apuntar con políticas económicas que miren ese sector, que miren esa suerte de manufactura que la mujer puede hacer y que se le dé la oportunidad de que se desarrolle. Creo que hay mucho por hacer porque la mujer tiene la capacidad de salir adelante en la más grande de las adversidades. Es altamente competitiva frente a la adversidad. Sale a como dé lugar. Hay mucho por hacer desde la política pública y que no se hacen. Porque hay mucha declamación y poca acción.
¿Tenés un ejemplo de esto?
Cuando los concursantes llegan a un concurso en el Consejo de la Magistratura tenés que examinar sus conocimientos, su trayectoria y ahí examinás la cantidad de artículos escritos, cursos y eso. Eso da un puntaje. De repente compiten mujeres con muy buenos exámenes de idoneidad pero que en la trayectoria no está. Porque tuvo que ser madre, no pudo sentarse a escribir, o hacer un curso que le permita adquirir otro conocimiento. No tiene competitividad. Esas son las cosas que hay que mirar: dónde la mujer pierde competitividad porque el cuidado y la maternidad le hacen perder competitividad y cómo la compensamos.
Dentro de las políticas del Estado, se incluye al tema de género en la problemática de las poblaciones vulnerables?
Sí, claro. Pero entendamos que todos aceptamos el tema de la pobreza de las mujeres. Ahora, ese no es el debate. Cuando nosotros queremos analizar hay otra cuestión. Yo no pagaría a las mujeres por el cuidado, yo intentaría una cultura del cuidado distinta. Hombres y mujeres que tengan el compromiso del cuidado del grupo familiar vulnerable, porque sino estamos alimentando la idea de que la única cuidadora es la mujer. Y esto es lo que tenemos que tratar culturalmente de sacarlo de nuestra cabeza. Cuando tenemos alguien en la familia vulnerable, por la ancianidad o por infancia, tenemos que tener un compromiso que no puede ser de género para resolver el cuidado de ese familiar. Tiene que ser compromiso de hombres y mujeres, de mujeres y hombres. porque sino no vamos a terminar nunca el mayor condicionante que tiene la mujer para poder ser libre, para poder desarrollar su acción social, política, económica, financiera, con el mismo temperamento con el que lo desarrollan los hombres. Creo que hay que mirarlo a la hora de analizar género. Y hay que mirarlo en todos los órdenes. Y los programas sociales tienen que estar vinculados fundamentalmente con la ayuda en la producción, con la ayuda ya sea del crédito o lo que sea, pero que la mujer pueda demostrar sus capacidades en materia de reproducción. En algún momento se nombró públicamente a una persona que cobró un plan social y estaba con un emprendimiento productivo y hubo críticas a eso. Y yo dije, este es el tema más importante de un programa social: que una persona pueda agarrar $ 10.000 de un programa y los pueda transformar en $ 20.000 vendiendo un dulce.
Reemplaza al sistema de microcrédito?
Totalmente, y me parece que esa es la vuelta que los argentinos no le encontramos a lo que significa trabajar con las personas pobres. El tema del trabajo no registrado en Argentina es viejo. No lo pone al descubierto el IFE. La expresidente de la nación, la recuerdo, porque me shockeo en una apertura de sesiones legislativas, dijo que hay un 30% de informalidad en el trabajo. Y yo pensé no hay que decirlo, hay que ver qué acción tomar. Y esto ocurrió en 2010. La informalidad en el trabajo en Argentina es algo que vino a quedarse y que afecta mayoritariamente a las mujeres. Porque la informalidad se da en aquellos trabajos que ocupan mujeres. Cuando tomas la informalidad en los hombres es menor y las mujeres es superior. Y cuando tomas el universo de hombres advertís que consiste en ser monotributista, que también tiene un resguardo legal pero las mujeres no. es absoluta la informalidad. Cuando miras en el ámbito de trabajo que pasa con el futuro de hombres y mujeres también advertis que cómo las mujeres cuadramos en trabajos con cierta monotonía, que son automatizados son las que van a perder en el trabajo del futuro. No estamos haciendo las cosas bien para las mujeres del llano. Y muchas mujeres llegamos al empoderamiento y nos preocupamos por ver cómo seguimos empoderando y no tenemos la habilidad de transformar el empoderamiento femenino en empoderamiento de las mujeres de a pie.
¿Cómo ves lo que pasa en el Congreso?
Hay un trabajo muy interesante de la Diputada Nacional Carla Carrizo, de la UCR, que trabaja con la profesora Cecilia Galván de la UBA. Ellas hicieron un trabajo analizado que sucede con el desarrollo de mujeres legisladoras en el Congreso. Entre 2003 y 2013 se sancionaron 1.178 leyes. Las mujeres presentaron 262, el 56% de las que se presentaron entre hombre y mujer legisladores (el resto, fue del Poder Ejecutivo). De interés para las mujeres, solo el 3,8%. Las mujeres legisladoras fueron las que más llevaron, pero solo 3,8% de interés para la mujer. Entre 2015 y 2019, ese número llegó al 38%: presentaron menos proyectos que los hombres, pero 14,8% de leyes de interés para las mujeres. Este es el camino. Aprender que las mujeres que se empoderan tienen que pelear mucho porque son muchas las mujeres que están fuera del sistema. Ahí hay que tener inteligencia y no nos tenemos que conformar con las tarjetas. El problema es mucho más grande.
¿Qué herramientas se pueden trabajar de políticas de articulación público-privada?
Creo que el Estado ha hecho su tarea. Los Estados la hicieron. En los tres poderes el Estado viene haciendo su trabajo. Hay cuestiones de acoso sexual, violencia de género, capacitación, en los tres poderes. Esto ocurre. En el poder legislativo avanzó rápido. El Ejecutivo también hace avances y ojo que soy de las que no cree que vayamos a tener mejores condiciones por tener un ministerio de la mujer. Pero hay avance. Tuvimos una presidente mujer, y no le digo presidenta le digo presidente. También tuvimos una vicepresidente y ministras en ministerio importantes, dejamos de ser la ministra de acción social para estar en roles importantes en otras áreas. Y en el judicial estamos avanzando. Donde hay que tener una estrategia es en el empresarial. Un ejemplo: nosotros en el Estado nos capacitamos todos en materia de violencia de género, vía la ley Micaela. Esto no ocurre en el sector privado.
O ocurre más despacio...
El sector privado necesita tomar compromisos. En materia de techo de cristal, claramente se ve mucho más el techo de cristal en el sector privado que en el público. El acantilado, famoso, que es el ejemplo más notorio es Yahoo!. Ya estamos teniendo otros peligros en el sector privado las mujeres. Y una mirada distinta con respecto a las cualidades. ¿Qué cualidades voy a aceptar para mi grupo empresarial?. ¿por qué siempre tienen que ser las cualidades de los varones? ¿Por qué no pueden ser las de las mujeres si llegás al mismo objetivo? Si ellas pueden cumplir las metas con sus propias cualidades. Pero claro, un hombre mira las cualidades masculinas como más representativas de la jefatura.