El segundo panel de Forbes Mujeres Power Summit tuvo a Julia Fernández Jeansalle, Brand PR Manager para Latinoamérica en Kimberly-Clark; Stephanie Demner, Influencer y empresaria; y Candela Yachte, Fundadora de Bellamente, como protagonistas. El foco estuvo puesto en cómo “enfrentar el hateo” en redes. 

Consultadas por el alcance que esta problemática tiene en la actualidad, Demner compartió su experiencia y el impacto que la exposición tiene en su vida. “Lo llevo muy bien, la verdad. Cerré Twitter y empecé terapia. Así que la verdad que creo que lo llevo increíble”, bromeó. “Tal vez por lo que uno se anima a hacer en redes, uno está más expuesto. Tenés más público, más audiencia, gente que quizás no te conoce, no conoce el trasfondo, y eso hace que recibas más hate. Pero también uno tiene que decidir a qué se expone. No porque yo haga mi vida pública tengo que recibir violencia y naturalizarla”, siguió. “Uno tiene que ver qué herramientas tiene, qué hace con esas herramientas y qué es lo que mejor te hace”. Para la joven, sin embargo, a pesar de que creció la violencia en las redes, “si alguien te ve en la calle lo más probable es que te pida una foto y no que te esté diciendo las cosas horribles que piensa de vos”.

Desde el lado corporativo, Fernández Jeansalle comentó que este tipo de problemáticas creció mucho a partir de la pandemia: “Las personas están mucho más expuestas a los discursos de odio, que también participan más y hay algo vinculado con que es de fácil acceso y el anonimato. Como sucede en la cancha, la gente critica desde la tribuna y se pliega a lo que sucede ahí, y probablemente tiene un comportamiento que no lo tendría en forma individual. Creció el hateo y se complementa con la violencia en el mundo real”. 

Bellamente es una fundación sin fines de lucro que trabaja en la prevención de los trastornos alimentarios, promoviendo la aceptación social de la diversidad corporal, sexual y de género. Desde ese lugar, su fundadora planteaba que el hecho de que el uso de redes se haya multiplicado se traduce en crecimiento de la violencia en los entornos virtuales. “Si bien las redes nos dan voz y es una herramienta increíble para compartir ideas e intercambiar opiniones, también es un espacio donde es mucho más fácil atacar por el anonimato y porque lo podemos usar de cualquier lugar a cualquier hora”, expresaba. “El bullying, en el colegio, se da en un determinado rango horario y en un determinado espacio, pero el ciberbullying es constante, el hostigamiento es mayor y el impacto negativo que tienen los argumentos de la gente es mayor”. 

Según la psicóloga, “hay un nombre que le podemos poner a esto y es violencia digital. También es importante decir que no es igual la violencia digital hacia las mujeres y las personas de colectivo LGTBIQ+”. Fernández Jeansalle agregó que “las redes sociales tienen un funcionamiento, una lógica, pero eso no quita que se puedan tomar acciones para concientizar, para acercarte a esta problemática”. Sin embargo, opinó Yachte, “son pocas las herramientas que tenemos para cuidarnos y sería bueno preguntarnos si la responsabilidad de cuidarse es propia”.

“Seguimos viviendo en una sociedad cuerpo-centrista, si bien hoy en día estamos hablando de estereotipos, y ciertos temas están en la agenda, no dejan de afectarnos en la vida cotidiana”, sentenció la fundadora de Bellamente y siguió: “No podemos pensar esto como un tema de moda. Las modas son pasajeras, y estas problemáticas sociales hay que trabajarlas de lleno para que realmente se pueda generar un cambio”. Según la joven, “estos comentarios motivan a que dediquemos tiempo, energía, plata y salud en cambiar nuestro cuerpo más que en invertir en nuestras carreras. La violencia estética está latente, y creo que está bueno que más allá de que existan departamentos de diversidad, que está buenísimo que existan y que tenemos que abrir conversaciones y trabajar internamente, el verdadero cambio va a llevar tiempo”. 

Demner, por su parte, celebró el hecho de que cada vez más las figuras públicas están alzando la voz. “Tini, quizás en otro momento, se hubiera quedado callada y lo sufría internamente, pero ahora no tiene más ganas de quedarse callada. Eso es un ejemplo para las chicas que están del otro lado”. Fernández Jeansalle coincidió en la importancia de visibilizar estas problemáticas. “Es algo en lo que todos tenemos que trabajar, desde los distintos lugares y desde el lugar que cada uno ocupa”. La ejecutiva destacó también que, si bien las nueva generaciones parecen estar más expuestas a la violencia digital, el hate también está muy asociado a la adultez, a crecer, al paso de los años. “Las generaciones más adultas tienen menos herramientas que los jóvenes y hay mucho que trabajar como marcas en ese sentido”, destacaba.

El desafío de la autoaceptación

Demner compartió con el auditorio su propia experiencia en cuanto al uso de filtros. “Fue un cambio increíble. Yo era la típica que abría Instagram y buscaba qué filtro me gustaba para ese día y me lo ponía, y no me daba cuenta de que cada vez le agregaba un cambio más a mi cara, algo que claramente no tenía. Hoy veo lo que subía hace unos años y era otra persona, y para mí eso estaba bien. Cuando me di cuenta de eso empecé a subir todo sin filtro. Y me gusta porque cuando salgo a la calle soy la misma persona que ven en las redes sociales, y me gusta mostrarme con las imperfecciones, con los granitos, con la piel como me levanto. Y tuve repercusión muy positiva en mis redes sociales, porque la gente amó eso”.

Las tres oradoras coincidieron en que la violencia es el límite y dependerá de cada caso si se decide responder, borrar ciertos comentarios o dejar que quede en el olvido. “A veces las marcas toman las decisiones de ocultar comentarios porque por ahí no responde a lo que estamos tratando de comunicar”, dijo Yachte.  “Pero un gran tema de debate porque tema la crítica constructiva, bienvenida, se la toma. Está bueno escuchar, sino es todo lineal de arriba para abajo, como fue siempre. Hoy hay mucha bidireccionalidad y eso está buenísimo. Pero el hate es otra cosa. Nos cuesta pensar distinto y eso es tremendo. Y no puede haber una conversación a partir de la violencia. Ese es el desafío”.

Para concluir, Demner manifestó: “Mis redes sociales son mi casa y yo decido quién entra y quién no, y con qué nivel de violencia o crítica constructiva somos tolerantes.  Lo principal es cuidarse uno”.