"La transformación es cultural y constante. Tenemos que seguir trabajando todo el tiempo en cómo instalamos los valores que perseguimos".
Durante el panel "Una cultura a prueba de balas" del Forbes Future of Work Summit, cuatro referentes del área de talento y cultura organizacional reflexionaron sobre los principales desafíos que enfrentan las empresas en un entorno de transformación permanente.
Lucila Albini, HRBP Head Sur de Syngenta; Mariana Blasón, responsable de Relaciones Institucionales de Sinteplast Cono Sur; Verónica Climent, directora de People & Culture en Santander Argentina; y Erica Reynoso, Chief People Officer de Naranja X, protagonizaron un intercambio profundo y plural que recorrió temas como liderazgo, gestión del cambio, diversidad generacional, innovación cultural y construcción de vínculos dentro de las organizaciones.
La conversación abrió con un diagnóstico compartido: el cambio ya no es una etapa o una excepción. Es una constante. "La transformación es cultural y constante. No tiene un inicio ni un final, hay que seguir trabajando todo el tiempo cómo instalamos los valores que perseguimos", afirmó Climent, de Santander Argentina. Desde su experiencia en una organización global, explicó cómo integrar los valores corporativos —sencillo, personal y justo— en equipos que combinan contextos locales y lineamientos internacionales. "Trabajar con los comportamientos, hablar de contención, de seguridad psicológica, y entender el 'para qué' de cada cambio es tan importante como el liderazgo mismo", sostuvo.
Por su parte, Reynoso, de Naranja X, remarcó que la innovación no se basa en soluciones sino en vínculos: "No hay que enamorarse de la solución, sino del problema. A partir de la empatía y la capacidad de escucha llegamos a soluciones". En Naranja X, explicó, la innovación es una capacidad de reinvención permanente que se traduce en acciones concretas, incluso en los detalles: "La construcción de vínculos es esencial para que los colaboradores tengan siempre 'la camiseta puesta' y estén orgullosos de ser parte".
Reynoso relató cómo, al incorporarse a la empresa en plena pandemia, recibió un regalo personalizado en su onboarding. "Me había llegado un micrófono de karaoke porque sabían que me gustaba cantar. Era algo pensado especialmente para mí, armado por mi equipo, que ni siquiera me conocía. Eso es cultura viva, no está en ningún manual". Para la ejecutiva, estos gestos descentralizados construyen identidad: "Nadie te quiere dejar cuando vive una experiencia así. No hace falta retener; hay pertenencia genuina".
En este mismo eje, Blasón, de Sinteplast Cono Sur, se refirió al desafío de gestionar una empresa familiar con 66 años de historia y presencia activa de la segunda y tercera generación, pero en la que conviven personas de hasta cinco generaciones distintas. "El desafío está en que los jóvenes de 19 años y gente de 60 convivan. Adaptándonos e innovando, pero manteniendo nuestra esencia familiar", aseguró. En esa convivencia, agregó, "la experiencia y la sabiduría de los mayores se combina con el empuje y las ideas disruptivas de los más jóvenes".
Desde la industria del agro, Albini, de Syngenta, profundizó en el rol del liderazgo en organizaciones complejas con perfiles muy diversos: "Cada perfil requiere de un liderazgo adaptativo y distinto. El líder no tiene que desaprender, sino saber qué palanca accionar en cada momento". En su organización conviven técnicos en campo, científicos, desarrolladores, patentes, administrativos y comerciales, lo que exige soluciones culturales "customizadas". Para ella, la clave está en la empatía y en generar espacios donde todos los perfiles se reconozcan parte de un propósito común: alimentar al mundo de forma responsable.
El panel coincidió en que uno de los mayores retos actuales es el change management. "Es clave acompañar los procesos de transformación con contención, comunicación y sponsors internos que legitimen el cambio desde el liderazgo", explicó Climent. Desde su perspectiva, la gestión del cambio es tan importante como el liderazgo, porque permite abordar las resistencias, habilitar la conversación y sostener el rumbo en escenarios complejos. "El camino puede ser doloroso, pero el 'para qué' tiene que estar claro. Sin claridad, no hay compromiso".
Una idea transversal del encuentro fue la necesidad de líderes más humanos, cercanos e inspiradores. Albini lo resumió así: "No se trata solo de dirigir, sino de escuchar, de reconocer la diversidad de miradas y de ser ejemplo en cada interacción". Reynoso coincidió, y amplió la definición de liderazgo más allá del organigrama: "En Naranja X decimos que liderazgo es el coraje de impulsar los cambios que agregan valor. Líderes somos todos".
En ese sentido, relató cómo la compañía cambió su modelo operativo hacia uno más ágil y descentralizado: "Activamos células de experiencia para estar más cerca de cada negocio, con soluciones rápidas, específicas y de alto impacto. Eso nos dio resultados visibles: mejor calidad, mayor velocidad y más cercanía".

Blasón también aportó su visión sobre este punto: "Nos inspira ser una empresa tradicional que supo adaptarse, sin perder su identidad. Apostamos a tecnología, a equipos diversos, a conversaciones honestas. Queremos que quienes trabajan en Sinteplast se sientan parte de algo valioso y único".
En todos los casos, las exponentes coincidieron en que la cultura organizacional ya no es un intangible, sino un activo estratégico, que requiere inversión, consistencia y liderazgo sostenido. En palabras de Climent: "El líder es el primer promotor de la cultura. Su comportamiento es el mensaje más poderoso en cualquier proceso de transformación".
El encuentro concluyó con una reflexión común: en tiempos de cambio vertiginoso, la cultura es el marco de referencia que permite tomar decisiones ágiles sin perder el norte. Una cultura "a prueba de balas" no es rígida ni cerrada, sino resiliente, diversa y profundamente humana. Como sintetizó Albini: "El futuro del trabajo ya no es una incógnita: es un lienzo en blanco que empezamos a dibujar cada día desde nuestras compañías".