En un contexto marcado por la inestabilidad política, económica y social tanto a nivel nacional como internacional, la ciencia y la innovación en Argentina enfrentan desafíos estructurales que amenazan con diluir décadas de conocimiento y talento acumulados. Sin embargo, expertos coinciden en que el país también cuenta con fortalezas singulares que podrían convertirlo en un actor relevante a escala global, siempre que se logre una articulación efectiva entre el sector público, el privado y el académico.
Durante el Forbes Health in Action Summit, referentes de diversos sectores del ecosistema científico y de salud debatieron sobre las tensiones y oportunidades que atraviesa la ciencia argentina en un escenario incierto.
Karina Méndez, directora de Acceso, Asuntos Públicos y Comunicaciones de MSD, sostuvo que "Argentina tiene excelentes profesionales y estructuras. Podemos atraer estudios clínicos al país, y eso trae múltiples beneficios". Según Méndez, esos beneficios incluyen acceso temprano de los pacientes a productos innovadores, formación de los médicos en tratamientos de vanguardia, reducción de costos para el sistema de salud, generación de empleo calificado e ingreso de divisas. "Exportamos servicios cuando somos parte de estudios clínicos internacionales. Es una vía perfecta para atraer inversiones", subrayó.
A pesar de estos logros, la ejecutiva advirtió que se atraviesa "un ecosistema desafiante" por los cambios estructurales en marcha. "Todos los actores del sistema —Estado, financiadores, farmacéuticas, compañías tecnológicas— debemos sentarnos a redefinir las bases del futuro", afirmó Méndez.
Para Guillermo Pepe, fundador y CEO de Mamotest, los desafíos no son nuevos, pero se han intensificado. "Tenemos un país con una tradición científica muy buena, generalmente liderando la región. La mala noticia es que eso lo podemos perder muy rápido", señaló. Según Pepe, desde hace más de una década el sector científico sufre desfinanciamiento progresivo, lo que ha derivado en una crisis que amenaza con provocar una "fuga de cerebros" difícil de revertir.
"No hay condiciones para emprender. Nos ha pasado que, como éramos privados, no nos dejaban participar en políticas públicas o soluciones estructurales", denunció el emprendedor. "En un momento yo tenía que impulsar una ley para que las mujeres pudieran hacerse mamografías durante sus horas laborales. Éramos una startup de tres años de vida y teníamos que hacernos cargo de todo: desde importar equipamiento hasta buscar financiamiento", ejemplificó.
Pepe enfatizó que el rol del sector privado no debe ser sustituir al Estado, sino escalar soluciones: "El privado no puede ni debe invertir en ciencia básica. Tiene que haber una inversión pública inicial para que luego lleguen capitales privados a potenciar esa ciencia".
Uno de los grandes obstáculos para que la innovación científica prospere en Argentina es la falta de un marco legal que la respalde. Méndez apuntó especialmente contra el sistema de patentes. "Hoy las reglas de patentabilidad en Argentina están desactualizadas. Algo que es claramente innovador y con aplicación industrial no se puede patentar acá. Solo el 4% de las presentaciones se aprueba", advirtió. Según la directiva, esto afecta tanto a grandes compañías como a investigadores locales: "Un científico argentino que quiere patentar un hallazgo en salud enfrenta procesos costosos, engorrosos y poco viables".
A esa barrera se le suma la falta de protección de datos sensibles generados durante procesos de investigación. "El inventor invierte dinero y capital intelectual, pero no tiene respaldo legal para proteger sus descubrimientos. Eso desalienta la inversión", indicó Méndez. A su entender, sin una mejora regulatoria clara, no hay garantías para atraer capital ni para evitar la emigración de talento.
La necesidad de una política de Estado en ciencia fue uno de los ejes centrales del debate. Federico Marque, General Partner y COO en GRIDX, afirmó que la ciencia "nunca tuvo el foco que debía tener", y agregó: "No me refiero solo al gobierno actual. Ninguno la priorizó". En su opinión, "una buena noticia sería que empecemos a ver la ciencia como una oportunidad de desarrollo y no solo como un gasto".
Marque destacó el enorme potencial que representan la biotecnología y la inteligencia artificial: "En los últimos 20 años, la humanidad entendió cómo funciona el ADN, que es el sistema operativo de los seres vivos. Estamos aprendiendo a programarlo. Esta revolución se combina ahora con la inteligencia artificial. Argentina puede participar de esta conversación global si hacemos una buena inversión en ciencia y una correcta transferencia al mercado".
Pepe coincidió: "Hay que construir una cadena virtuosa: primero invertir en educación, luego en investigación y después fomentar la transferencia tecnológica al sector privado. Eso hoy no está ocurriendo. Y sin inversión pública inicial, no hay capital privado dispuesto a entrar".
En un país donde los vaivenes macroeconómicos suelen relegar la inversión en investigación y desarrollo, MSD se mantiene como una de las compañías líderes en inversión clínica. "Solo en los últimos cinco años invertimos más de 150 millones de dólares en Argentina", reveló Méndez. En 2023, según explicó, la firma aumentó en un 30% su inversión en estudios clínicos, principalmente en oncología, enfermedades raras, infecciosas y neurociencias.
"Tenemos el talento, tenemos la infraestructura, y se puede triplicar esa inversión si mejoramos el marco regulatorio. Hay voluntad del sector privado, pero se necesita previsibilidad", señaló. En cuanto al impacto de estas investigaciones, enfatizó que "una compañía como la nuestra invierte no solo para estudiar, sino para luego tener disponibles los tratamientos para toda la población. Y eso requiere reglas claras y un sistema de salud sostenible".
Los tres referentes coincidieron en que la falta de continuidad y visión estratégica genera una pérdida continua de capital humano. "Hay jóvenes que quieren irse porque no ven futuro acá. A corto plazo puede parecer útil que migren al sector privado, pero a mediano y largo plazo eso corta la cadena. Si no formamos nuevos científicos, no hay reemplazo", advirtió Marque.
Pepe también cuestionó la idea de que el sector privado deba suplantar al público en todas las etapas del proceso: "Una vez me dijeron en una provincia que me encargara también de entregar los resultados de diagnóstico a las pacientes. Y que además lo hiciera gratis. Hay un desconocimiento total de cómo debería funcionar esta sinergia".
Frente a este panorama, Méndez instó a construir espacios de diálogo: "No somos enemigos. Al contrario. Las grandes soluciones surgen cuando todos los actores se sientan a la misma mesa". Subrayó que el objetivo en ciencia debe ser común: "Tenemos que enfocarnos en resolver necesidades insatisfechas. En salud, eso significa poner al paciente en el centro".
La cooperación, añadieron los entrevistados, no se agota en lo discursivo. Requiere reformas legislativas, inversión pública sostenida, incentivos reales al sector privado y formación continua de profesionales. "La ciencia no puede seguir siendo una variable de ajuste", sintetizó Marque.
"No vamos a ser la Selección Argentina de la ciencia, pero sí podemos sentarnos en la mesa global si invertimos y transferimos bien", dijo Marque.