Cuando se habla de millones, decenas, cientos o miles de millones, las fantasías muchas veces superan a la realidad. El imaginario colectivo puede adjudicar fortunas incalculables a políticos corruptos. Y si bien el ranking de Forbes tiene su metodología, no deja de ser una estimación periodística y no una auditoría financiera. Todas las estimaciones suelen ser muy conservadoras. Y todos los empresarios fueron consultados previo a la publicación; incluso algunos que luego no integraron la lista, ya sea por quedar fuera del corte de 50 o porque no se cuenta con información de base que permita estimar una cifra con rigurosidad.
En el mundo empresarial circula la versión de que existe un empresario aún más rico que Marcos Galperin. Se trata de Wenceslao Casares, quien se hizo millonario al vender Patagon en US$ 528 millones en el año 2000 al Banco Santander. Siempre un adelantado, Casares fue uno de los primeros empresarios globales en comprar Bitcoin y en convencer en Silicon Valley a cientos de empresarios de que esa moneda que valía US$ 13 podría llegar a valer "un millón", como aseguró a Forbes Argentina hace exactamente siete años. Además de invertir en BTC, Casares creó Xapo, un banco de bitcoins. En la mitología empresarial del Río de la Plata, Casares podría tener una fortuna superior a los US$ 8.000 millones de Galperin. Pero no hay ningún elemento para sostenerlo y Casares no brinda información a Forbes sobre sus inversiones ni ingresos (y no hay ningún otro elemento de donde poder fijar una base para la estimación).
En otra escala, también despierta fantasías la posible fortuna de Sebastián Serrano, fundador de Ripio, otro que vio el fenómeno cripto con mucho tiempo de anticipación. Al igual que Casares, no hay elementos disponibles para fijar una primera cifra estimativa con verosimilitud.
Hay otros empresarios que han integrado listas anteriores de Forbes Argentina y no figuran en esta edición 2024. En el caso de Nicolás Caputo, Héctor Magnetto o Patricio Supervielle, la caída de los valores bursátiles de empresas que cotizan en bolsa explican el descenso en la estimación, más allá de que sus inversiones personales pueden haberse acrecentado.
Lo mismo sucede con empresas que no cotizan pero cuya valoración también sufrió el impacto de la macro: Claudio Belocopitt (Swiss Medical), David Sutton Dabbah (Grupo Alvear), y Daniel y Pablo Lucci. Otros casos son empresarios cuya diversificación familiar diluye el patrimonio de un núcleo directo, como las familias Born, Braun o Ayerza. Otras ausencias en esta edición y presentes en la publicada previa a la pandemia son las del expresidente Mauricio Macri y otras fortunas célebres de los años 90, como las familias Pescarmona, Soldati o Roggio que, entre disoluciones de empresas o herencias, la fortuna se fue reduciendo o fragmentando.
También es el caso del flamante canciller Gerardo Werthein, que en ediciones anteriores integraba el conglomerado familiar junto a sus primos y sobrinos. Separado del grupo, su fortuna neta estimada superaría ampliamente los US$ 90 millones declarados ante la Oficina Anticorrupción (que considera en muchos casos solo el valor fiscal), pero no alcanza para integrar este listado.
Otros empresarios vinculados a la tecnología y creación directa o indirecta de unicornios, que fueron portada de Forbes en el pasado, podrían ser candidatos a integrar la lista, pero al no contar con información fehaciente han quedado afuera, como Martín Varsavsky o Hernán Kazah. Por otra parte, al cierre de esta edición, se concretó una inversión de Allianz y Alan Howard por US$ 300 millones, que valuó a Ualá en US$ 2.750 millones. Pierpaolo Barbieri ingresaría al ranking si tuviera al menos el 20% de la compañía, dato que no pudo ser confirmado. En el caso de los unicornios de Globant, como Martín Migoya y sus tres socios fundadores, disfrutan del éxito y la expansión global de la empresa, pero por separado sus fortunas no alcanzarían los US$ 440 millones.