En medio del impulso global por el desarrollo de las energías renovables y la descarbonización de las matrices de la actividad económica, los hidrocarburos de Vaca Muerta incrementan sus niveles de producción y, aunque próximos a su tope de capacidad de evacuación, prometen ir por más mientras la infraestructura disponible se lo permita. Para los principales actores del sector, 2022 debe ser el año de la expansión de la infraestructura que acompañe el desarrollo masivo de los recursos, un desafío millonario por donde se lo mire en una macroeconomía necesitada de cada dólar disponible.
En un contexto que aún mantiene creciente la demanda global de gas y petróleo y empuja al alza los precios internacionales -a bastante más del doble del break even a partir del cual un pozo empieza a dar ganancias-, las operadoras se aseguran una rentabilidad atractiva, en particular aquellas que miran el mercado exportador. Pero la economía doméstica también tiene su rol en la necesaria previsibilidad que históricamente reclama el sector para sostener sus inversiones de largo plazo, algo que aportaría el cierre del incipiente acuerdo con el FMI, un eventual programa de ordenamiento económico consecuente, e incluso una tan demorada como debatida Ley de Promoción de Inversiones que -aunque con escasos incentivos para los deseos de la industria- pretende dar mayor estabilidad, certeza y seguridad jurídica.
Pero, a pesar de las debilidades de la macro, la formación neuquina viene dando muestras de su potencial. A cifras de diciembre, el shale y tight gas neuquinos alcanzaron los 67 Mmm3/día con un crecimiento interanual del 42% y representando casi un 53% de la producción total de la Argentina. Algo similar se registra con el crudo que, con 559.000 barriles diarios en todas las áreas productoras, alcanzó números que no se obtenían desde 2012, con fuerte presencia del no convencional, que representó el 38% de la producción y creció un 64% interanual. Umbrales importantes y en alza que se fortalecen en cuanto a su participación con el declino de los yacimientos convencionales en el resto de las cuencas maduras del país.
Para Daniel Dreizzen, director de Energía de la consultora Ecolatina, en la formación neuquina se advierte para este año un crecimiento moderado, “no porque no haya potencial geológico sino por limitaciones de infraestructura y de macroeconomía para un desarrollo fructífero”.
Así, para 2022 las proyecciones para todas las cuencas permiten prever inversiones por un total de US$6.300 millones, de los cuales US$ 4.700 millones van a estar destinados a la actividad de los pozos y las fracturas de los no convencionales. Si bien la cifra resulta importante, entiende, ese monto es “apenas poco más de un 10% de los millones del año pasado, por lo que el crecimiento es leve” y tiene que ver con el topeo que encuentra la producción principalmente de gas y en menor medida de petróleo.
Dreizzen, exsecretario de Planeamiento Energético, también contextualiza el moderado desarrollo de Vaca Muerta en el marco de la economía local: “El sector necesita de un funcionamiento normal de la operación financiera de una manera que permita el ingreso y la salida de dólares como en cualquier otro país, pero además enfrenta los problemas generales por tasas de interés altísimas por el riesgo país, la inflación y la incertidumbre estructural que hace que el nivel de inversión sea muy similar en los últimos cinco años”.
Al ahondar en qué explica el sostenido protagonismo de la formación no convencional a pesar de tantos condicionantes, se encuentra que la industria de los hidrocarburos se guía fuertemente por los precios, y en estos tiempos ese viento está soplando a favor con valores del petróleo superando el umbral de los US$90 por barril, y un programa de incentivo a la producción de gas también con un precio atractivo promedio de US$ 3,55 por mmbtu por un período de al menos cuatro años que otorgan una previsibilidad a la rentabilidad para asegurar una reinversión futura.
Más inversiones
En ese escenario, el presidente de YPF, Pablo González, asegura que para la compañía “2021 cerró con excelentes resultados en general y en Vaca Muerta en particular.
En la formación no convencional, se logró incrementar la producción de crudo un 35% y romper la barrera de los 100.000 barriles/día y en gas se obtuvieron resultados inéditos para la empresa, con un crecimiento de la producción de 135% en cuatro meses”.
A esa performance operativa hay que sumarle los muy buenos resultados financieros en los que YPF recuperó la rentabilidad y bajó el nivel de endeudamiento. “Todo esto nos permitirá aumentar las inversiones para este año (se anticipa que rondarán los US$ 3.700 millones, lo que se dará a conocer a principios de marzo), con un impacto positivo en la producción. Estimamos que este año la producción total de hidrocarburos vuelva a crecer como no lo hacía desde 2015”.
Pero en la formación hay complejidades que exceden la planificación de la compañía, vinculadas, por ejemplo, a la necesidad de mayor infraestructura o la promoción de inversiones. En este punto González considera central “empezar a pensar y trabajar en el desarrollo de transporte tanto de crudo como de gas desde Vaca Muerta a los centros de consumo y al puerto de Bahía Blanca para su exportación”. Ante un panorama que define como “una situación límite”, el directivo afirma que el anuncio sobre la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner y otras obras para mejorar la capacidad de transporte son “claves para sostener el crecimiento”.
Así, el foco de YPF para este 2022 es volver a poner a la compañía en un proceso de crecimiento de la actividad e inversión en todos los niveles de la empresa. “Estamos convencidos de que la transición energética solo la vamos a poder financiar con la producción de gas y petróleo. Estamos terminando de definir el presupuesto y los planes para este año, pero vamos a tener un nivel de inversión y actividad que no se veía en YPF desde 2015”, adelanta.
La apuesta por el gas natural
Así como la petrolera de mayoría accionaria estatal es una empresa estratégica para el país en el marco de la transición energética, también Vaca Muerta cumple un rol central. La cantidad y la calidad de los recursos que dispone esa formación pueden permitir el autoabastecimiento de energía y realizar una contribución valiosa a muchas economías para descarbonizar sus procesos productivos, a través del protagonista central de esa transición: el gas natural.
Pampa Energía es el ejemplo reciente de la apuesta por este recurso en el no convencional, para la cual la compañía decidió el año pasado desprenderse de la distribuidora eléctrica Edenor, uno de sus principales activos, y focalizar las inversiones en este proyecto. Horacio Turri, director ejecutivo de Exploración y Producción, destaca que la compañía es “uno de los dos únicos productores en participar en las tres rondas de PlanGas.Ar con un compromiso de inyección de 11 millones de m3/día para los meses de invierno, lo que representa, en comparación con 2020, un aumento de producción del 56% en los meses de mayor necesidad de abastecimiento de gas”.
Este crecimiento involucra una mayor actividad de perforación y completación de pozos como así también un aumento en las instalaciones de tratamiento y evacuación de gas, por lo que Turri anticipa que en 2022 continuará la actividad de perforación y completación de pozos a Vaca Muerta en Sierra Chata (donde en 2021 perforaron uno de los mejores pozos de la historia de la formación) y con el desarrollo del yacimiento El Mangrullo.
El directivo de Pampa observa también que “el desarrollo de gas de Vaca Muerta en 2022 va a estar condicionado por la capacidad de transporte desde la Cuenca Neuquina hasta las zonas de consumo” y, en este sentido, las actividades de las empresas operadoras estarán “orientadas a cumplir con los compromisos de producción suscriptos en el marco del PlanGas.Ar 2020-2024 y a compensar el declino de la producción de gas convencional”.
Como aliciente las empresas observan que, en caso de incrementarse la exportación de gas a Chile, en particular con contratos en firme durante todo el año, permitiría un mayor volumen de producción y aseguraría una mayor demanda sobre todo en los meses de octubre a abril cuando el consumo baja drásticamente en la Argentina.
En toda la industria, el tema de las necesidades de infraestructura para la evacuación del gas neuquino es la referencia dominante para hablar del futuro inmediato, a través del proyecto de un gasoducto troncal que demandará al menos US$ 2.000 millones de inversión que el Gobierno nacional decidió iniciar este año con fondos propios -incluidos unos US$ 550 millones recaudados por la implementación del impuesto extraordinario a las grandes fortunas- para luego buscar el compromiso de las empresas del sector para su complementación. El futuro gasoducto debería iniciar su proceso de licitación en breve para que su construcción esté finalizada y en operación para el invierno de 2023 como se ilusiona el Gobierno.
Oscar Sardi, CEO de Transportadora Gas del Sur, explica que la traza del Gasoducto Tratayén - Salliqueló - San Jerónimo, una línea que se extiende desde Neuquén hasta la zona sur de Santa Fe, y sus obras complementarias, representa “la opción más eficiente para impulsar el desarrollo del enorme potencial de las reservas hidrocarburíferas de Vaca Muerta, con visión de largo plazo y global de suministro”.
Es que el diseño de su traza permite el acceso a todas las áreas de demanda, priorizando el desarrollo industrial y el abastecimiento interno con recursos propios, reduciendo significativamente la dependencia y los costos de importación de energéticos, además de potenciar la exportación al mercado regional. Así, para Sardi, la ejecución del proyecto “atraerá inversiones de magnitud en las áreas productivas del upstream y promoverá emprendimientos petroquímicos y proyectos de producción y exportación de LNG desde el puerto de Bahía Blanca, que viabilizarán el acceso de Vaca Muerta a nuevos mercados internacionales”.
Reglas de juego claras
Pero algo similar ocurre con el petróleo, para cuyo futuro van a ser determinantes las inversiones en bombeo y polímeros para aumentar la capacidad de transporte de la empresa operadora Oldelval entre Allen y Puerto Rosales en 50.000 barriles por día y que estaría culminado en pocos meses, como también serán claves las obras de inspección y puesta a punto del oleoducto Trasandino que permitirán aumentar hacia Chile otros 50.000 barriles y hasta 110.000 barriles hacia fines de año.
En este segmento del crudo, la petrolera Vista que lidera Miguel Galuccio planea invertir US$2.300 millones durante los próximos cinco años en sus áreas de Vaca Muerta con el objetivo de duplicar su producción a más de 80.000 barriles diarios de petróleo equivalente en 2026, y consolidarse como el segundo operador de shale oil del país. También aspira a ser una compañía de cero emisiones netas, sumándose al compromiso de la transición energética y operaciones sustentables.
De esta manera, Vista planea aumentar progresivamente su actividad de perforación y completación en Vaca Muerta, en el bloque Bajada del Palo Oeste, que se duplicará a 40 pozos por año para 2026.
A partir de datos del mercado, la compañía cerró el año pasado como el primer exportador de crudo por el desarrollo de sus operaciones en el no convencional, mercado al que destina el 30% de su producción, porcentaje que incrementará al 60% para 2026. En ese sentido, Galuccio plantea que "ya cambió el paradigma energético de la Argentina, en la medida en que un tercio de la producción de petróleo y gas del país proviene del shale. Esta tendencia debería resultar en un aumento de los volúmenes para posicionar a Vaca Muerta en el camino a convertirse en una plataforma de exportación de crudo, que permitirá el ingreso de divisas para la economía del país".
Pero la formación es también un mar de desafíos para las empresas proveedoras y de servicios, un segmento en el que la multinacional argentina Tenaris se consolidó desde la provisión de los tubos para la explotación de petróleo y de gas, y más recientemente incursionando en los servicios de completamiento no convencional. La compañía que lidera su presidente Javier Martínez Álvarez también destaca la reactivación del sector energético que se vio reflejado en los equipos de perforación activos en Argentina y los Estados Unidos (su principal mercado de exportación), así como en los precios de los hidrocarburos que le permitieron incrementar la producción y la actividad en el Centro Industrial de Campana.
Sobre los desafíos más inmediatos para el desarrollo de los recursos, desde la compañía señalan que en un sector tan dinámico que genera exportación de bienes con alto nivel de valor agregado, “con los incentivos correctos responde rápido, por ello es importante tener reglas de juego claras y libertad para disponer de divisas. En un mundo cada vez más complejo debe primar un realineamiento e integración multilateral inteligente”.
Así, las expectativas del gigante siderúrgico van de la mano de “una actividad sostenida por el desarrollo de Vaca Muerta y un mercado mundial en evolución, y en paralelo seguir trabajando en la transformación digital de los procesos industriales, adoptar metodologías ágiles y continuar la reducción de emisiones de C02 para llegar al 2030 con una reducción superior al 30% a nivel global.