Algunos las llaman tiny house, otros lucy house y otros tantos minicasas, se expandieron por todo el mundo gracias al deseo de vivir en pocos metros y la posibilidad de trasladarlas, así se erigieron como una solución habitacional capaz de resolver problemas económicos, sociales y ambientales.
En un principio, estas mini viviendas eran vistas como ideales para el turismo de aventura y sustentable. “En nuestro caso, buscábamos disfrutar la naturaleza con mayor comodidad y, sobre todo, lograr autonomía para trasladarnos a lugares donde no existían alojamientos”, reconoce Natalia Mazzei, socia fundadora del estudio 3 en Arquitectura. Bajo esa premisa, ella y su esposo transformaron una camioneta en una minicasa móvil.
Sin embargo, gracias al auge de la hiperconectividad, cada vez más espíritus libres las adaptan como residencia permanente. Para ellos se convirtieron en el medio ideal para escapar de la ciudad. Esta adopción conlleva también un cambio de visión de la sociedad y la propia existencia. Al tiempo que aportan una solución a la disminución de la huella de carbono.
Una de las ventajas de las lucy houses, prefabricadas o móviles, es que no precisan un terreno. Se pueden armar en un tráiler adaptado a tal fin. Circulan así por calles y rutas.
Desde el punto de vista de diseño son minimalistas. Cada espacio está pensado bajo la premisa de la eficiencia en todas sus aristas. Pese a que no superan los 40 m2, cuentan con lo justo y necesario, y se alimentan con energía renovable. Su principio primordial es aprovechar al máximo los recursos disponibles y desperdiciar lo menos posible. Gerenciar además de modo eficaz el suelo y la escasez de espacio.
“Ante la necesidad de dejar de alquilar, decidí hacerme una casa. En la evaluación de costos, estos módulos se mostraban como la mejor opción para ahorrar dinero pero logrando buenas terminaciones en pocos metros cuadrados”, explica Matías Carlino, arquitecto y propietario de una minicasa en City Bell.
A diferencia de la creencia popular, estas piezas arquitectónicas cuentan con un espectro infinito de usuarios. Según los expertos, no se limita a un segmento de edad, si a un tipo de personalidad. “No podía decir que las tiny houses son más adecuadas solo para gente joven. Personas de distintas edades visitaron la mía y les encantó. En charlas informales, me plantearon cuán útil serían incluso para personas de la tercera edad que viven solas y necesitan mudarse de una casa grande”, acota Carlino, quien recibe muchas consultas de entusiastas locales en su Instagram @matias_carlinoar.
Primeros pasos
En la década del 70, resurgieron las minicasas en Estados Unidos. En cierto modo, este concepto habitacional había sido utilizado ya por los colonos de ese país. Sin embargo, cobró fuerza en los años 90 tras la crisis de las hipotecas. Para muchos fue la respuesta lógica al incremento de las propiedades y de su mantenimiento.
El diseñador Jay Shafer decidió, en 1997, simplificar su vida. Para ello, el escritor de The small house book se construyó una vivienda donde solo cabían su ropa, los muebles indispensables, utensilios de cocina e higiene básicos, electrodomésticos y él. Después de siete años, Dee Williams levantó otra en un remolque para saltar las regulaciones estadounidenses sobre medidas mínimas para las unidades habitacionales.
En 2005, tras el huracán Katrina, Marianne Cusato desarrolló las cabañas Catrina de poco menos de 30 m2. Aunque eran para resolver las consecuencias de un desastre natural, despertó el interés de constructores en todo el mundo. La crisis financiera del 2008, les da el espaldarazo final. También, la pandemia de Covid le aporta lo suyo ante una mayor necesidad de recluirse en zonas más tranquilas y el home office.
“Existe una tradición de tiny house en Ámsterdam. Estas son un poco más grandes que los tradicionales vestuarios playeros de Europa. Estas casitas de 3x5 se las empleaba para disfrutar de la naturaleza durante la Revolución Industrial”, comenta Alejandro Borrachia, socio fundador del estudio Borrachia arquitectos.
En tanto, en Japón, las viviendas pequeñas son el resultado de la escasez de tierra, los precios de los inmuebles, los impuestos, y los constantes terremotos y tifones. Sin olvidar que la recesión de la economía nipona llevo a muchos a mudarse en las afueras a una kyosho jutaku (microcasas).
Incluso, Elon Musk aportó su nota de color al sector. En 2021, vendió casi todas sus propiedades y se mudó a una lucy house en la sede tejana de SpaceX. Este módulo de 37 m2 es plegable, minimalista, sostenible y está valuado en 50.000 dólares.
Por el lado argentino, el rancho de los gauchos era una minicasa. Sus medidas eran de 5x5 y contaba con la cocina y el baño afuera. En el 2000, se comenzó a trabajar a nivel local con estos inmuebles que son parte de la arquitectura modular.
Comprar en el supermercado
En la actualidad, se encuentran minicasas en varios puntos de la Argentina: en un bosque de bambú en Canning y Ostende en Buenos Aires, el Cóndor y Colonia Suiza en Río Negro, en la selva misionera, por nombrar algunos casos locales.
“Es como comprarte una casa en el supermercado, seleccionás el tamaño, las comodidades y la construís en poco tiempo (en promedio, 3 meses) en un ambiente muy controlado, y luego la trasladás. Al fabricarse en un taller, te permite no depender, por ejemplo, de las inclemencias del tiempo. Lógicamente, les podés modificar partes y adaptarlas a diferentes climas y necesidades”, aclara Borrachia, quien es también decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Morón.
En realidad, las lucy houses no son solo parte de un movimiento arquitectónico, sino además de uno social. Su filosofía es “vivir con menos” y abastecerse con fuentes renovables. “Habitar según esa premisa te lleva a despojarte de un montón de cosas. Ahí, te das cuenta que compramos montones de cosas de más”, afirma Carlino.
A pesar de que la familia promedio se redujo, el tamaño medio de las viviendas aumentó en los últimos 50 años. Al mismo tiempo, el común de la gente consume más.
Entonces, esta lógica tiny house se funda en cubrir las necesidades de forma más consciente y medida. Realizar un consumo medido de cada recurso. Se aplica desde la vestimenta hasta el espacio habitable. Sin olvidarse de la libertad que aportan en varios sentidos. Al ser móviles, si su propietario consigue un empleo en otro lugar o simplemente se cansa del paisaje donde está emplazada, la engancha a un remolque y se la lleva a otro lado.
Pero los atractivos de las minicasas no terminan ahí. El hecho de poder pasar más tiempo al aire libre fascina a más de uno. “Existe en ella una conexión con el entorno, con la naturaleza. La mía está en el campo, cuenta con un sector semicubierto y una terraza para apreciar el paisaje. Hice una prueba piloto, la ofrecí como alquiler temporario en una plataforma de alojamientos y hubo mucha demanda a pesar de no estar en una zona turística. Los inquilinos eran mucha gente de la ciudad y lo que más disfrutaron fue del exterior”, apunta Carlino.
Armoniosas y confortables
A pesar de que estas piezas se apoyan en la sustentabilidad, el minimalismo y la movilidad; son armónicas en todas sus líneas. Al ser tan chicas, su interior debe ser confortable. “En estos diseños se comienza con limitaciones. En estas casas no te sobra nada y se relacionan con el diseño industrial. Todo debe ser muy reducido pero cómodo. Por este motivo se emplea mucho la ergonomía”, ilustra Borrachia. Debido a eso, la configuración espacial de su interior posee doble propósito y muebles multifuncionales.
Su metraje varía dependiendo de la necesidad, posibilidades económicas y las probabilidades de trasladarla. “Como vivienda permanente podés ubicarlas en un terreno especial para tiny house, como pasa en Estados Unidos, o en muchos campings de Argentina. En estos casos pueden ser un poco más grandes, pero siempre con la medida máxima de un traslado vía terrestre con camiones o acoplados aprobados para llevar carga con determinado peso” puntualiza Claudia Veiga, socia fundadora del estudio 3 en Arquitectura.
En el caso de realizarla para turismo, como los motor homes va a depender del tipo de lugares que se planea recorrer y acceder. Entonces, es necesario considerar que se deberá maniobrar sin tanta dificultad en caminos sinuosos y con pendiente, por rutas y caminos.
Un dato a considerar es que los parámetros de ancho y alto exigen ser ajustados a la reglamentación vigente de circulación dentro del Mercosur. Asimismo, si se transforma un vehículo en minicasa, debe realizarse el trámite para cambiar su calificación en el registro automotor. Un ingeniero matriculado debe realizar un informe técnico certificando el cumplimiento de las normativas vigentes de seguridad.
“Además, en todos los casos se trata de emplear materiales livianos (madera y metal) para facilitar su traslado y el empleo de las grúas. En general pesan como una camioneta. Son huecas porque están compuestas por capas que otorgan las diferentes aislaciones”, señala el socio de Borrachia arquitectos.
Al mismo tiempo, estos módulos se emparentan con la economía circular. Se optimizan respecto al clima (asoleamiento, ventilaciones, entre otras cuestiones). “Su funcionalidad se logra aplicando nuestra experiencia en diseño de espacios
Arquitectónicos asociada a la creatividad para lograr que un elemento pueda servir para varias funciones. Es importante no desaprovechar cada lugar. Cada centímetro cuenta”, recalca Virginia Ramírez, socia fundadora de 3 en Arquitectura.
Tecnología renovable
En ese sentido, Ramírez ejemplifica sus dichos con la zona de una cama que se transforma en comedor o living durante el día. “Asimismo, es muy importante la disposición de las instalaciones para que funcionen correctamente y ocupen el mínimo lugar posible, como la ubicación de las baterías eléctricas, los tanques de aguas y aguas grises. Si se trata de motor home, cada lugar tiene que estar asegurado para que no se mueva durante el viaje”, agrega.
Cabe recordar que estos proyectos se completan con paneles fotovoltaicos, sistemas de refrigeración y calefacción por geotermia, termos solares y artefactos que optimizan el consumo y permiten su total autarquía ante situación extremas.
“En nuestro proyecto empleamos materiales ecológicos. El uso de paneles solares dan autosuficiencia para todo lo que se necesite de electricidad. Y también, la utilización de baño seco, para no volcar químicos”, especifica Mazzei.
Las tiny houses son una alternativa sostenible frente a los efectos negativos de la suburbanización de ciudades. Según la ONU, el sector residencial utiliza el 40% de los recursos totales del planeta. Es además responsable de más de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Un estudio australiano arrojó que estos módulos pueden disminuir en 70% las emisiones de carbono por persona respecto a casas tradicionales. “Si están bien pensadas pueden reducir casi 50% del consumo de energía en los casos de los módulos no tan tecnificados”, explica Carlino, cuya minicasa mantiene en invierno el calor natural del sol y en verano su ventilación cruzada impide que se concentre el aire caliente.
De igual manera, el 98% de estas construcciones son renovables o reciclables. “Ofrecen elementos de interacción con el sitio como muelles, decks, pasarelas y rampas. Se limita su intervención a unos pocos metros cuadrados alrededor del módulo para preservar el paisaje intacto”, detalla Borrachia.
Su valor varía de acuerdo al material elegido, el método de fabricación, su tamaño, comodidades y terminaciones. Las instalaciones sanitarias para los baños o las cocinas cuestan igual que los de una vivienda tradicional. “Es difícil, sin embargo, que sean más económicas. No obstante, la velocidad con las que se las puede construir abaratan los costos de mano de obra”, señala el decano de la Escuela Superior de Arquitectura y Diseño Universidad de Morón.
Aldea de minicasas
En este contexto, su costo total puede rondar entre los 20.000 y 25.000 dólares, incluyendo algunas instalaciones extras, como un tanque de agua. “Sin contar el vehículo, invertimos alrededor de 2.000 dólares durante varios años. En los paneles solares y baterías, la calefacción y el sector de la cocina,
con la heladera, calefón y cocina con horno es donde más invertimos. Siempre estamos viendo cómo mejorar cada espacio de acuerdo a las necesidades que detectamos durante nuestros viajes”, comenta Mazzei.
Mientras tanto, existe ya en Francia la primera aldea de minicasas: Le Ty Village en Saint-Brieuc (Bretaña). Fue diseñada por Aurélie Moy, licenciada en ingeniería medioambiental especializada en sistemas durables. En su lanzamiento contaba con 5 minicasas rentadas rápidamente por estudiantes. El proyecto final se compondrá de 21 viviendas en total.