Hasta hace pocos meses, el trabajo remoto era más la excepción que la regla. De hecho, según datos de Citrix, una de las compañías de software para mobile workspace más importantes del mundo, el 62% de las empresas en la región no trabajaban con alternativas de home office en 2019. Para Juan Pablo Jiménez, VP de Citrix para Latinoamérica y el Caribe, en la región siempre fue muy difícil convencer a las empresas de que pueden estar trabajando desde su casa aún más.
Pero el COVID-19 vino a dar vuelta el tablero. Jiménez cuenta que una de las mayores sorpresas que se llevó desde que irrumpió el Coronavirus fue la capacidad de algunos de sus clientes argentinos para adaptarse al nuevo contexto. "Una de las empresas con las que trabajamos puso a trabajar desde su casa a sus 15.000 empleados. Y una entidad bancaria pasó a operar de forma totalmente remota de viernes a lunes", añade.
¿Qué análisis hacés de los cambios que trajo la pandemia al mundo del trabajo?
La tecnología para el teletrabajo está disponible desde hace mucho tiempo. La barrera principal era la humana: los managers no se sentían cómodos dejando que las personas trabajaran en lugares que no fueran enfrente de ellos. Pero las personas no van a trabajar mejor o peor si lo miden por la hora-silla. Hay que cambiar la forma de fijar objetivos, de generar métricas y tener procesos.
¿Cómo viste a las empresas adaptándose a la nueva realidad y cuáles eran sus principales demandas?
A partir de febrero, cuando comenzó a hablarse de lockdown, muchas empresas mandaron a sus empleados a trabajar desde casa sin darse cuenta de que les faltaban las aplicaciones para que sean productivos. Ahí las empresas empezaron a contactarnos. Nos enfocamos mucho en consultoría. Trabajamos con varios bancos, que es una industria muy regulada; ayudamos muchísimo al sector de la salud, que en América Latina tiene poco desarrollo tecnológico, y otra parte fuerte fue en el sector de la educación.
¿Cómo viste a las empresas argentinas?
Me sorprendió mucho: las empresas reaccionaron tremendamente rápido. Pero creo que ni Argentina ni la región estaban tecnológicamente preparadas. La tecnología existe y es global, pero estaba más implementada en Europa o Estados Unidos. En América Latina hubo una primera fase en la que las empresas mandaron a sus empleados a trabajar desde casa con lo que había y tuvieron dos problemas: no eran productivos y, a la vez, expusieron su propiedad intelectual con soluciones que no eran suficientemente robustas. Ahora nos encontramos en una segunda fase, donde estamos ayudándolos a construir algo más de largo plazo.
¿Qué consejos le daría a una empresa que tiene que adaptar su estructura a la nueva normalidad?
Lo primero que tiene que hacer es pensar cuáles son las herramientas que necesitan las personas que mandamos a casa a trabajar. La buena noticia es que en este mundo del Software as a Service ya no hay que hacer inversiones tremendamente grandes para tener las soluciones correctas. Y, segundo, la protección de los accesos a esta tecnología. Hay que ser muy serios con los login y los passwords y tener sistemas de autenticación. Creo que lo más importante es la educación a todo el personal de tu empresa para capacitarlos sobre phishing y malwares.
¿Cómo se ayuda a las empresas en el cambio cultural?
Hay que ser más flexibles. Estamos trabajando en ambientes que quizás no están tan preparados y, en muchos casos, con hijos en casa. Hicimos un estudio sobre trabajo remoto y el 39% de los argentinos piensan que están trabajando jornadas mucho más largas que antes. Y eso no significa que sean más productivos. Ahí los procesos juegan un rol muy importante. Deben ser claros, de manera que una persona que está en casa tenga objetivos concretos y alcanzables. Lo más importante es que los líderes tienen que estar cerca. Antes se encontraban en el cafecito, en el pasillo, ahora no. Tenemos la responsabilidad de estar cerca.