Para casi el 95% de las pequeñas y medianas compañías en la Argentina, la transición y sucesión empresaria son temas importantes y estratégicos, pero no prioritarios. Tal es así que solo un 33% tiene diseñado un plan que favorezca la sostenibilidad de las empresas: protocolos familiares, estructuras organizacionales con roles establecidos, de acuerdo al informe Continuidad Pyme, elaborado por la Asociación de Directorios Asociados (Adiras), sobre una encuesta realizada entre unos 500 dueños de pymes.
“Es una situación natural en las pymes ya que el día a día verdaderamente agobia, en tanto que la falsa creencia del dueño como factor único e indispensable aún predomina, y ese es de los grandes mitos a desterrar”, comparte Alejandro López Tilli, presidente de Adiras, para quien “tener un protocolo familiar o de transición empresaria es una herramienta que apacigua muchos dolores de cabeza futuros al tiempo que favorece mayores niveles de previsibilidad”.
La gran pregunta sería si la sostenibilidad es efectivamente una meta. Lo cierto es que un 14% de los encuestados se desentiende de este valor asociado a las empresas. Para ellos la continuidad de la organización no es un objetivo, sino que su propósito está más vinculado con la rentabilidad.
“En tiempos de exponencialidad, surgen proyectos y empresas por el empuje de emprendedores y empresarios tanto para satisfacer necesidades de mercado como para descubrirlas, cuya meta difiere de la continuidad de estas, ya que en muchos casos el objetivo es la venta futura”, dice López Tilli, para quien “lo que se sostiene no es la empresa (negocio) sino el equipo de trabajo, es decir, la calidad del management”.
Entre los que miran el futuro de sus organizaciones, es decir, el 86%, surgen datos más que interesantes. Mientras algunos dueños preferirían que sus herederos continúen con la empresa (32%), otros se enfocarían en vender el 100% del negocio y asegurar el futuro económico de ellos (29 %); en menor medida, solo el 21% incorporaría un gerente que se ocupe de la operación, en tanto que un menor porcentaje (18%) incorporaría un socio en vistas de apaciguar obligaciones y traer algo de calma económica.
En estos puntos, por supuesto que cada empresa requiere un estudio en profundidad, pero, así y todo, las aguas están divididas en relación con las expectativas de los dueños.
“Esta disparidad está asociada al porvenir que los número uno ven en la empresa en la conveniencia de incorporar herederos en la plana directiva y decisoria, algo que puede ser contraproducente, y en el costo o fatiga del dueño que experimentó situaciones complejas y desearía alivianar el camino futuro”, sostiene el presidente de Adiras.
En relación a la planificación de su propio retiro, mientras un 34%, dice que lo imagina dimitiendo y asesorando a los sucesores, un 39% siendo accionista de la empresa, y un 27% dimitiendo y desentendiéndose del negocio.
Lo llamativo es que solo un 39% ha hecho una valuación de su empresa. A su vez, el 79 % de los encuestados sí considera tener algún proyecto propio alternativo a la operación de la firma.
“Típicamente han hecho un gran esfuerzo para crear una empresa y es común que desconozcan o no se interesen en su valuación, ya que en muchos casos esta no se condice con el giro del negocio”, advierte López Tilli.