Como muchos emprendimientos, Europaris nació casi de casualidad. Pero, hoy, esta empresa enfocada en la fabricación, importación y distribución de pelotas (de fútbol, básquet, rugby, hockey sobre césped y handball) se codea con los mejores del mundo. Tanto, que fue la pelota oficial de la Superliga, está en 11 de los 30 clubes de Primera División y hasta fue la pelota del Partido de la Paz en Italia.
Sus fundadores son Marcos Galetto y Ramiro Fabris, ambos rosarinos y jugadores amateurs de básquet, que siempre habían sido emprendedores por su cuenta. De hecho, se conocían porque ambos jugaban al básquet en su Rosario natal, usualmente en equipos contrarios. Galetto había arrancado su camino entrepreneur a los 23 años, con una clínica, y por ese entonces ya tenía tres, apostando a la gestión, al desarrollo de la salud y la tecnología, siempre con un vínculo con el deporte. Fabris, por su parte, tuvo cibercafés (con PlayStation) y luego incursionó en el mundo de las canchas de fútbol 5: llegó a tener 37. Cuando se dio cuenta del gasto que tenía en pelotas, pensó: ¿Y si pongo una empresa que las fabrique?".
De la idea pasó a la ejecución, se sumó Galetto como socio y nació Europaris. Hoy, aseguran que son líderes del mercado nacional de pelotas y, además, comercializan palos de hockey y hasta guantes premium de arquero. Sus productos, que están en el segmento premium, se fabrican en "dos de las tres mejores fábricas del mundo, una en Pakistán -la misma que produce para las tres firmas deportivas más importantes del mundo- y otra en Oriente -la misma que produce pelotas para la elite del básquet estadounidense", cuentan los socios. Tenemos una filosofía de trabajo basada en un circuito financiero de encontrar, a través de una incansable búsqueda, una hendija, una luz, donde pueda ser rentable el proyecto, con los recursos iniciales que teníamos, pero con una idea clara de ser una multinacional desde el día uno. Conocimos a los dueños de las fábricas mundiales a través de ferias y pudimos presentarles nuestros proyectos, dicen.
Europaris opera en el 60% de las provincias, 11 de los clubes de Primera de fútbol usan sus pelotas (hay diez modelos) para las inferiores y 17 asociaciones de básquet confían en sus pelotas profesionales. El año pasado fue de expansión: se instaló en los principales shoppings de Buenos Aires, lanzaron su ecommerce y está en plena expansión internacional, llegando a Miami y varios países de Latinoamérica, como Bolivia, Chile, Colombia y Perú. Facturan cerca de US$ 4 millones al año.
El camino no fue fácil porque con la pandemia, en 2020, vieron peligrar su proyecto. En ese momento tenían la chance de ser la pelota de la Superliga, pero se disolvió la nueva organización de fútbol argentino y todo quedó en la nada. Después, logró ser licenciataria de la Copa América para Colombia y Argentina, pero en 2021 el torneo se mudó a Brasil y tampoco pudo concretarse ese proyecto. Al año siguiente, tocó la revancha al ser la pelota del Partido Por La Paz disputado en Roma, con la presencia del Papa Francisco y un homenaje a Diego Maradona.
Para eficientizar al máximo el negocio, los emprendedores dicen que están "en todo": la fabricación, la importación y la distribución. "No delegamos ni tercerizamos. Lo que ahorramos en esos canales va al producto. Eso nos permite fabricar productos que no bajan de los US$ 100, pero podemos venderlos a precios locales competitivos", explican. El espacio para crecer es grande: según sus datos, en Argentina se vende 1 pelota profesional cada 55 "normales". En Estados Unidos, esa proporción es de 1 cada 35.
Venden entre 2.500 y 4.000 pelotas por mes, alrededor de 50.000 por año (fútbol se lleva el 65% de las ventas, seguido de básquet con el 32%). Cada pelota cotiza entre los $ 75.000 y $ 100.000, según el modelo. Con un crecimiento del 60% en 2023, la gran apuesta este año es aprovechar las condiciones para acelerar la importación y desarrollar nuevas categorías. A futuro, no descartan la posibilidad de fabricar en Argentina, pero "en el área textil", porque la inversión inicial para hacer las pelotas profesionales en Argentina es, todavía, "muy alta".